Dossier terror. Parte III (y última). El terror vino de Europa. Nouvelle horreur vague & New British horror cinema. Extremo y brutal. Cuadro de honor del cine europeo de horror reciente.

Concluimos este aterrador dossier con un punto y aparte centrado en un fenómeno tan inesperado como estimulante: el cine de horror europeo (británico y francés), de efímera existencia aunque celebrado y muy merecido éxito y culto, tanto a nivel industrial como artístico, que sustituyó al cine de terror asiático que triunfó unos pocos años antes.
Con la indudable influencia del cine de terror norteamericano en su vertiente slasher de finales de los 70 y 80, son obras que quizás no serán recordadas por el gran público en el futuro debido al rechazo que pueden producir por su desmedido contenido violento, pero que sí merecen su inmediata reivindicación. Esta corriente gala fue bautizada en su día como Nouvelle Horreur Vague,  en referencia y homenaje a la Nouvelle Vague, generación de directores franceses, la mayoría escritores de la publicación Cahiers du Cinema anteriormente, que revolucionaron la forma de hacer cine en los años 50 y 60, exportada a Estados Unidos durante la década siguiente (lo que se conoce como el Nuevo Hollywood). A su vez, el cine británico de terror también ha experimentado un espléndido revival que ha hecho recordar a la época dorada de los clásicos de la Hammer.
Más allá de su fascinación por la brutalidad de sus imágenes (hay que tener tablas en el género y un estómago a prueba de balas para aguantar algunas de las escenas de estas películas, muchas de ellas verdaderamente traumáticas) podemos encontrar varios nexos en común:

• Protagonista femenino, ya sea en el terreno de la sexualidad (lesbianismo- Martyrs y Alta tensión) como en el propiamente dicho de prota/antagonista, estrechándolo por ejemplo en el tema de la maternidad (Á l’intérieur) o, por otra parte, la simple supervivencia (The descent y Eden lake). Además, en otros films destacados de esta nueva ola artística destaca algún personaje femenino, aunque sea secundario.

• Violencia brutal: sería un ejercicio fútil proporcionar ejemplos de escenas de cráneos u otras partes del cuerpo reventadas, ya que abundan, pero es obligado destacar lo salvaje de sus propuestas, que rozan el más sádico sinsentido, ya que resultan harto más atrevidas que en el cine americano (con honrosas excepciones como Las colinas tienen ojos o Halloween). Visualmente hay ciertas secuencias en todas estas películas que harán revolverse al aficionado más versado en este tipo de cine, con una mujer (otra vez el papel femenino) totalmente cubierta de sangre e intentando recobrar la cordura, sudando o respirando. Además, a este contenido ultraviolento se le añade el general desuso de elementos sobrenaturales (excepto en contadísimas ocasiones, como en The descent)

• Éxito internacional (en forma culto sobre todo): gracias sobre todo a su recorrido por festivales especializados y al inevitable aprovechamiento de internet, estos films han alcanzado notoriedad y fama internacional más allá de sus costumbres, idioma y coordenadas geográficas (Francia y Gran Bretaña) lo cual es de agradecer debido a su falta de mayores medios, principalmente económicos, para ser distribuidas como Dios manda desde su inicio.

Francia

• Irreversible (Gaspar Noé, 2002): perturbadora obra de Noé, argentino afincado personal y profesionalmente en Francia, cuyo mayor logro, además de dos escenas puntuales (la de la bárbara y espeluznante violación y paliza sufrida- en plano fijo, sin ayuda de montaje, en una arriesgada decisión formal- por la bellísima Mónica Bellucci, la cual es dejada como el rosario de la Aurora, y la escena que da inicio al relato, con Vincent Cassel apaleando al responsable de dicha violación) yace en su estructura narrativa, a la inversa, probablemente influenciada por la excelente Memento (2000), ópera prima de Christoper Nolan, que no es otra que empezar por el final y acabar por el principio. Se van reconstruyendo los hechos a medida que avanza el metraje. Ni es un film de horror ni tampoco una obra tan buena como su prestigio acredita, de modo que si se incluye en este especial es por su momentáneo, puntual y controvertido contenido hiperviolento y sexual

• Á l’intérieur (Alexandre Bustillo/Julien Maury, 2007): raison d’étre (por meter algo de franchute, idioma en el que se filman estas películas) ya no sólo de esta entrada, sino probablemente del cómputo global de este dossier y film antológico y de un culto extremo, excepcionalmente bien resuelto por estos dos jóvenes realizadores del país vecino. Resulta una salvajada detrás de otra bajo las convenciones del subgénero de las invasiones de hogar, en este caso la casa de una chica joven, a punto de dar a luz y sola en la vida tras una tragedia tiempo atrás, acechada por otra mujer en Nochebuena. Pieza mayor (y estandarte de lo que le cuesta a las pequeñas producciones llegar a gran alcance, pecado mortal en este caso dada su extrema brillantez) del fantástico mundial del nuevo siglo protagonizada casi exclusivamente por estas dos mujeres. Muy buen aprovechamiento de los espacios cerrados y una fotografía de alta calidad (la mujer que acecha va totalmente de negro, en una clara referencia a su, por otra parte, improbable origen fantasmal), además de una muy opresora y sugestiva por su extrema sencillez- un único escenario y dos únicos personajes, femeninos) puesta en escena, el film resulta una auténtica y perversa pesadilla. Excesiva de principio (el accidente) a fin (la escena supuestamente climática, que lo es, pero lo que hay antes es de una brutalidad que deja sin palabras al espectador). Sus jóvenes realizadores ya han sido fichados por Hollywood para un remake de Hellraiser (Clive Barker, 1987). Una experiencia cinematográfica de esas que, por su intensidad, sólo aparecen de década en década. Todo un homenaje al dolor y al sufrimiento físico. A lo que en el cine de terror históricamente siempre ha funcionado, esto es, sugerir más que mostrar- eso sí, en según qué manos- se le da aquí una dramática vuelta de tuerca, pues poco queda por mostrar, pero curiosamente todo lo que muestra lo muestra con elegancia. Sólo para hemoglomaníacos, pues resulta dura y difícil de ver: cualquiera de sus escenas, digamos, más retorcidas, provocarán el rechazo instantáneo del aficionado al melodrama clásico norteamericano cuya película favorita sea Al este del Edén.

• Haute tension (Alexandre Aja, 2003): seguramente y, junto con la película comentada justo arriba, la mejor de todas ellas, además de presentar el mayor número de similitudes con las convenciones del slasher USA. Puñetazo en la mesa del joven Aja, que ha seguido haciendo de las suyas ya exportado a Estados Unidos, donde Las colinas tienen ojos (2006) y, en menor medida aunque igualmente celebrable, Piraña (2010), han dado buena cuenta de su encomiable talento como realizador. Con todo, le falta salir del ecosistema de los remakes y perder la vergüenza y la timidez (y quizás que le dejen...) para legarnos una obra tan extrema como las anteriores dentro del cine USA para demostrar su verdadera valía (Mirrors fue una decepción). Este survival horror con asesino persiguiendo a dos amigas lesbianas-previa matanza familiar- resulta una absoluta barbaridad. Sucia, salvaje y sin apenas concesiones, además de visualmente impresionante. Puede que su giro de guión hacia el final decepcione a alguien, pero lo conseguido anteriormente supera cualquier mínima decepción. Un film de una calidad realmente alta, de obligado visionado y que será, si no lo es ya, considerada una pieza capital dentro de este movimiento.

• Martyrs (Pascal Laugier, 2008): la A l’intérieur de ese 2008. Valiente, provocador y polémico festival de torture porn sin cortapisas como pocas veces se recuerda en el séptimo arte, con sociedades elitistas y secretas que simplemente buscan encontrar done está el límite del sufrimiento físico en los humanos, ejemplarizados éstos en indefensas jovenzuelas de buen ver (antes de ser convertidas en conejillos de indias, claro está). Su último tercio resulta decididamente vomitivo, donde destaca, cómo, el trabajo de maquillaje (la mayoría de estas películas, en honor a la verdad, poseen un acabado extraordinario y un diseño de producción sobresaliente) en un tour de forcé donde se pone a prueba la resistencia visual del espectador: en serio, cualquiera de las secuencias de esta parte del film supondrían la escena cumbre de casi cualquier otra película de terror, pero aquí se suceden una detrás de otra… No es para cualquiera, su completo visionado es una experiencia extremadamente incómoda. Pero da lo que promete, de modo que es un film bárbaro, otra de las obras seminales de esta ola de terror. No deja indiferente, es como A l’intérieur: o se ama o se detesta.

• Frontiers (Xavier Gens, 2007): de trasfondo político-sí… (tumultos por las elecciones francesas, con un partido de derecha y otro de extrema derecha compitiendo por el poder)-  asistimos a todo un festival gore perpetrado por neonazis contra unos pobres musulmanes que huyen de estos disturbios en un lúgubre hostal. Ese mismo derroche de vísceras es lo que salva esta propuesta del olvido, pues se nota demasiado su alarmante falta de originalidad (es una mezcla-copia de Hostel, con referencias argumentales a La matanza de Texas), de modo que su altísimo contenido violento (mutilaciones, torturas, martillazos… en fin, la podemos situar a la misma altura que A l’intérieur) permite su inclusión aquí. Su realizador fracasó estrepitosamente en su asalto al cine americano con Hitman(2007), film de acción cuyo único acierto (visual, claro está) fue Olga Kuryolenko.

• Maniac (Frank Khalfoun, 2012): de tono decididamente enfermizo, es un excelente y remake (me gustó mucho pero no he visto el original) del olvidado, pequeño y, según he leído, muy mediocre slasher de 1980, en el cual un psicópata atormentado por su infancia se dedicaba a asesinar mujeres llevándose sus cabelleras. Viene firmada por un interesante cineasta, responsable de la interesante P2 (2007). Dirigida de forma impecable por Khalfoun y escrita por Alexandre Aja (enfant terrible de todo este cine extremo francés), presenta el degenerado mundo del asesino (un Elijah Wood post- El señor de los anillos, irremediable reclamo comercial para, no lo olvidemos, un film fantástico europeo de público bastante reducido) desde el primer momento, centrándose única y exclusivamente en ellos, el asesino y su mundo. Hay que agradecer que la mayor parte del metraje esté filmada en plano subjetivo, así que todo lo vemos a través del punto de vista del asesino, no al asesino en sí  (no aguanto a Wood, y en gran parte del metraje en el que aparece, aparece reflejado en espejos o ventanas, lo cual me resulta un acierto abrumador). Contundente y muy elegantemente filmada,es una película acertadísimo en su resolución y muy a tener en cuenta, elevado a una categoría de culto que crecerá con el paso de los años.

Gran Bretaña

• The descent (Neil Marshall, 2005): imponente, vigoroso y muy claustrofóbico relato de horror procedente del irregular Marshall, ya que este es sin duda su mejor trabajo, muy por encima de su prometedor aunque irregular debut, Dog soldiers, pero que cuya trayectoria posterior ya ha resultado irremediablemente mediocre, ya vendido a Hollywood con estimables propuestas (sobre todo Centurión) pero que, o cambia mucho o ya no se le volverá a ver el talento que mostró con este relato de espeleólogas acechadas bajo tierra por  horribles criaturas endemoniadas sedientas de sangre. Uno de los films fantásticos más importantes de la década, con una sobresaliente factura (gracias en buena parte a su imponente fotografía) y una angustiante ambientación. Poco conocido en España aunque reventó la taquilla en UK. Muy recomendable, ya que mantiene en vilo al espectador en todo momento apoyada en su endiablado ritmo y haciendo excelente uso tanto del thriller de terror (hasta que aparecen las criaturas) como del goremás extremo (a partir de su primera aparición). También es importante destacar el egocentrismo del ser humano que Marshall critica, ya que a partir de cierto momento del metraje los personajes sólo se preocupan de ellos mismos, sin importarles lo más mínimo lo que les pase al resto, y eso que eran tan amigas… una auténtica obra maestra.

• Eden lake (James Watkins, 2008): contundente y excelente survival, de una precisión y una puesta en escena admirables y con un final absolutamente desolador, pesimista y cruel, todo ello aderezado con intriga y horror excelentemente orquestado por un realizador que sabe perfectamente lo que tiene entre manos y lo que se hace, pero que no alcanzaría dicho nivel cuando probó suerte en el cine americano con la ciertamente inquietante aunque mediocre La mujer de negro (The woman in black, 2012). Eden lake narra cómo un break de fin de semana para una pareja (el protagonista masculino es un Michael Fassbender pre-fama mundial) por la campiña inglesa se convierte en una lucha extrema de supervivencia cuando son molestados, acechados y torturados por unos adolescentes tocapelotas sin ningún tipo de moral. A destacar la escena en la que queman a Fassbender con su novia observando desde lejos (realmente cruel) o la escena que da cierre al filme… de ahí su pesimismo y desesperanza. Propone un discurso social sin duda extremista, en el cual se hace uso de la barbarie injustificada ante la más mínima agresión (el primer roce entre la pareja y los jóvenes en el lago, aparentemente sin importancia). Sin duda uno de los films británicos de la década, y no sólo hablo del género fantástico.

• The children (Tom Shankland, 2009): turbador, demoledor y muy original film de horror con niños, cuyos padres han decidido pasar juntos las vacaciones de Navidad en una casa en la montaña, convertidos en auténticas máquinas de matar. Éste es el perverso punto de partida que convierte a esta película en uno de esos (pocos) filmes que provocan, de verdad, pavor en el espectador, y una muy buena película, a la altura de los dos films comentados arriba. Las primeras intervenciones maléficas de los niños son, de verdad, antológicas (mención especial merece la primera muerte, que es la de uno de los dos progenitores masculinos). El realizador crea un suspense como pocas veces últimamente se ha visto, con la sensación de indefensión que sentimos debido a que los asesinos sean simplemente niños y el muy doloroso dilema moral de tener que acabar con algo que estamos acostumbrados a proteger. Tremendamente inquieta y violenta, merece su inclusión con letras de oro en este especial, quedándome sin formas para recomendarla.

• The seasoning house (Paul Hyett, 2012): angustioso thriller de venganza con el trasfondo social del horror de la guerra de los Balcanes de fondo (una chica sordomuda es forzada por militares a preparer y drogar otras chicas de un piso franco para ser usadas como prostitutas en un piso franco durante el conflicto armado que tuvo lugar en los años 90 del siglo pasado). La protagonista, al descubrir muerta a una amiga tras ser usada por un desaprensivo, asesinará a éste, lo que desencadenará la venganza del superior del soldado (un personaje clave en el pasado de la adolescente) brutalmente asesinado, tornándose la película en un survival horror. Algo inferior a todas las demás comentadas arriba aunque de un valor ciertamente apreciable. Premio de la crítica del festival de Fantasporto y que también se vio en el prestigioso Festival de Sitges.

• Triangle (Christopher Smith, 2009): realidades alternativas, espacios temporadles y dejá vús se fusionan en esta propuesta, extremadamente original, que mezcla lo ya mencionado en la línea de arriba con la extrema brutalidad tan característica de un especial sobre el cine de terror, con el añadido de situar la acción del film en un barco en medio del triángulo de las Bermudas (entre Puerto Rico y el estado norteamericano de Florida), lugar geográfico sobre el que circulan multitud de leyendas urbanas en forma de desapariciones misteriosas. Me resultó una verdaderamente agradable sorpresa, ya que la vi sin tener ninguna información previa. De una estructura narrativa impecable, que se mueve hacia atrás y hacia adelante que da gusto, juega con el espectador y lo que se supone que éste sabe sobre las Bermudas, además de legarnos un vibrante film de horror con alto contenido en gore, cambiando el escenario habitual de estos films (una casa) por uno mucho más atípico y, a priori, más claustrofóbico todavía: un lúgubre y, a simple vista, abandonado barco en mitad del océano, con lo que las oportunidades para escapar se reducen a cero. Un muy enrevesado puzzle en forma de gran cine. Totalmente obligada.

• Kill list (Ben Wheathley, 2011): inteligente híbrido entre el thriller y el terror, o historia de cómo acertar plenamente narrando un relato anclado en las códigos de un género pero que realmente pertenece a otro, sobre dos amigos, ex miembros del ejército que, acuciados (uno de ellos) por deudas económicas, pide ayuda al otro para hacer frente a un encargo: matar a una serie de personas. De un tono frío por no llamarlo distante, cuyo contenido violento tarda en aparecer y desgranarse, aunque cuando lo hace deja  uno con la boca abierta. Una de esas películas que acumulan prestigio por el boca-a-boca y que una vez ves lo agradeces.