Unos créditos y una música muy, muy ochentera es el preludio a la aparición en escena de Ryan Gosling dando vida a uno de los personajes más poco habladores de su carrera. Y es que es posible contar con los dedos de muy pocas manos el total de frases que articula durante los 100 minutos de película. Pero cuando habla... Y cuando se mueve y coge el martillo...
Drive es la última candidata a convertirse en película de culto y, si todo es justo, lo conseguirá. Bebe de ese cine en el que todo es lento y negro, hasta que una explosión de violencia rompe con la cara impasible del protagonista. Ese protagonista que guarda tras su mirada tanta información que abrumaría si le diera por hablar un poco más. Sin pasado y sin nombre, este conductor se come tirando de freno de mano la pantalla mientras el seño Refn le envuelve en una fotografía oscura y perfecta.
A la redonda actuación de mi querido Gosling, se unen las apariciones estelares de Bryan Cranston ("Breaking Bad") y Christina Hendricks ("Mad Men").
Y si al final no hay justicia y no se convierte en peli de culto, al menos nos queda el gustazo de haber grabado en nuestra retina escenas que, para blogs como este, ya han alcanzado el status de "mítica". Quien la haya visto, entenderá que en mi listado esté la secuencia entera del ascensor. (puff!!!!)