Hace dos años tuve el placer de conocer a Eduardo Punset en un seminario. Me llamó la atención su forma de hablar y la facilidad que tenía para conectar con el público. De todo lo que dijo, me quedé con una frase: “De lo que estoy seguro es que uno no puede ser feliz si tiene miedo”. Punset recalcó la frase en numerosas ocasiones y me hizo pensar, hasta el punto que, al día siguiente, me acerqué y le dije: “Eduardo, he estado pensando sobre el comentario que dijo de que el hombre no puede ser feliz si tiene miedo, sin embargo creo que se equivoca”. Punset me miró un poco sorprendido de que un jovenzuelo le contradijese su teoría más importante, pero con mucha humildad –que me sorprendió gratamente- me dijo: “Podría ser”. Y entonces le argumenté lo siguiente: “Yo creo que uno puede ser feliz aún teniendo miedo. Por ejemplo, a mí me ha ocurrido el estar en lo alto de una montaña con mis esquís y sentir miedo durante el descenso; sin embargo, le puedo asegurar que era enormemente feliz y al acabar el descenso anhelaba volver a subir y repetir la experiencia”. Punset, tras mi pobre discurso, simplemente añadió: “Eso no es miedo, eso es un estado de excitación. El miedo es algo mucho más profundo...”Efectivamente, el tiempo me mostró que Punset no se equivocaba y que es un sabio -un hombre que admiro-. Y es que el miedo te paraliza, te bloquea y te aleja de la esencia de tu ser. El miedo te roba la paz interior que, para mí, es el mejor barómetro que te indica si realmente eres feliz o no. Una persona que tenga miedo, será incapaz de adquirir un desarrollo personal porque el bloqueo le impide seguir avanzando en la vida. ¿Y qué es la vida? La vida es como un teatro: subes al escenario, se abre el telón y empieza la función. Cada escena es distinta y en cada acto te relacionas con distintos personajes, unos están más tiempo contigo, y continúan en la siguiente escena a tu lado; otros, se quedan atrás y no vuelven a aparecer. Pero, ¿sabéis qué es lo peor de todo? Lo peor es, sin duda, vivir como espectador de tu propia vida, porque entonces no te das cuenta de que se te pasan los días y no te enteras de que estás viviendo. ¿Por qué? Porque el miedo del que estamos hablando hace que otros vivan la vida por ti, te acomodas a las exigencias de tus padres, de tu pareja o de tu propio jefe. Familia y trabajo, donde más tiempo invertimos a lo largo de nuestras vidas. Por ello pienso que hay que delimitar muy bien tu espacio personal, porque en cuanto se invade y te dejas invadir, comienzas a perder el control y caes bajo la dominancia y exigencias del otro, que pueden hacerte sentir tan mal que dejas de ser tú mismo por el mero hecho de complacer al otro -¡¡Atención, eso no significa ser rebelde, es algo mucho más profundo!!-. En el momento en el que sientes que no eres tú mismo, pasas a ser espectador, te sientes incómodo contigo mismo y la frustración aflora en ti. ¿Qué está pasando? Simplemente tu cuerpo y tu espíritu te están informando de que hay algo que tiene que cambiar, que no estás siendo auténtico, bien porque te has puesto una máscara y estás representando a un personaje que no eres tú, con lo cual no disfrutas de la función, o estás siendo espectador de tu propia vida. Y cuando uno no es auténtico, no tiene autoestima, porque tu yo real y tu yo idea distan años luz de separación. Es en la fusión del yo auténtico, con el yo idea y con el yo ideal, cuando uno es verdaderamente feliz y alcanza un alto estado de autorrealización y desarrollo personal, ya que si vives de ideales es que no vives en la realidad y cuánto más te alejas de ella, más problemas psicológicos aparecen en tu mente y en tu persona. ¿Y cómo se consigue ese estado de autenticidad? En primer lugar, uno tiene que conocerse verdaderamente. ¡¡No si yo me conozco perfectamente!!, podemos pensar. Eso es el mayor autoengaño que nos podemos lanzar. El autoconocimiento es un trabajo de años, es un estado de mindfulness y awareness –conciencia plena-, que te permite saber por qué actúas como actúas en cada momento y por qué te sientes de esta forma o de otra en todo tipo de circunstancias. Para adquirir plena conciencia de uno mismo, es fundamental el silencio y la meditación, además de las relaciones interpersonales. Por ello a mí me encanta el Camino de Santiago, porque es un lugar idóneo para conectar con tu yo más profundo, con la esencia de tu ser; y por ello me apasiona escribir, porque el arte –escritura, pintura, música, escultura...- te mueve las esferas más profundas del self. No obstante, este es un tema muy largo y complejo de explicar en una página, tal vez algún día escriba un libro al respecto. De momento, estoy realizando un trabajo de investigación sobre la paz interior sumamente interesante. En conclusión, lo importante es disfrutar en cada acto del "teatro de la vida", antes de que el telón se cierre y ya no puedas hacer nada; y si no eres el protagonista de tu vida, plantéate por qué no lo eres, rompe las barreras, los miedos y búscate a ti mismo y será cuando realmente vivas la frase que inicia este blog: "Navegando hacia tu interior encontrarás la belleza más pura y auténtica de la creación", ya que es un entrar en ti para luego salir con fuerza al encuentro del otro, para dar lo mejor de ti al mundo, pues de nada sirve quedártelo para ti solo.