Generalmente recopilamos miles de fotografías. Cualquier viaje, paseo, concierto, museo, exposición, celebración de fiestas de guardar, comidas con la familia, fiestas con los amigos,… Cualquier cosa que hagamos tendemos a retrarlas con nuestra cámara. Da igual que sea un smartphone o la reflex más moderna, de la misma forma que tampoco importa si luego quedan guardadas y no las volvamos a ver en mucho tiempo. El caso es que tenemos que inmortalizar el momento. Es la prueba de que hemos estado allí, de que realmente ha sucedido, que la vida es algo especial que está sucediendo ante nuestros ojos y, con tal rapidez, que tenemos que guardar de alguna forma los momentos para no olvidarlos. Es lo que mismo que piensa Edward Yanowitz (1946, Miami), cuyas fotografías han estado presentes en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Bahamas National Archive. “Tomo fotografías para recordar los momentos que he visto y que significan algo especial para mí”.
Yanowitz retrata esos momentos especiales con un gran sentido de la humanidad, involucrando al espectador en la escena y adentrándole en ella. No son instantáneas frías, aunque algunas remarquen la soledad, sino que son muestras de cómo nuestro alrededor se encuentra cargado de fuerza y alegría a la vez que de tristeza y humildad, incluso, por qué no, de arte, mucho arte. Su obra no enseña las realidades simultáneas que coexisten dentro de su forma de ver las cosas, “la intersección de la luz y el tiempo, la gente y el espacio que les rodea”. Y es que, como él mismo afirma, la vida misma es un lienzo y el fotógrafo es un “enmarcador” de sus singulares momentos.
© Edward Yanowitz
© Edward Yanowitz
© Edward Yanowitz
© Edward Yanowitz
© Edward Yanowitz
© Edward Yanowitz
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Juanjo Sánchez
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