Por fin se ha logrado, el pueblo egipcio, haciendo honor a su pasado esplendor ha logrado la marcha de Hosni Mubarak tras 18 días de pacíficas protestas y manifestaciones. Lo que por momentos se antojaba imposible ha sucedido una vez más, la fuerza de un pueblo es imparable y hemos vivido un momento histórico, una revolución en toda regla, algo que todos deberíamos recordar en el futuro porque tiene mucha importancia para nuestros hijos que les transmitamos la historia, esa historia personal nuestra que forma parte de la Historia colectiva.
No obstante nadie debe caer en la euforia; los egipcios, un pueblo amable y muy orgulloso de su pasado, deben vigilar y desconfiar de lo que suceda a partir de ahora porque esto no ha hecho más que comenzar. Deben seguir trabajando duro para que el poder recaiga en un parlamento legalmente elegido y constituido por ellos que sea capaz de establecer unas reglas de juego aceptables. Y digo aceptables, y no pido más, porque el papel que le toca jugar a su país en la intermediación con el mundo árabe es harto complicado. Aquel que dé un paso al frente y salga elegido, lo tendrá difícil para contentar a USA e Israel, por la zona geográfica en la que está situado y porque la población en su mayoría es musulmana. Y es que la diversidad religiosa solo la admitimos quienes no somos religiosos.
En este momento en el que las redes sociales en internet echan humo, y aparecen proclamas, sentencias y frases lapidarias a punta pala, la caida de Mubarak no debería ser un mensaje exclusivo para Oriente Medio, deberia ser también un serio toque de atención para quienes gobiernan en democracias prepotentes anestesiando la conciencia de su pueblo y manipulando a la vez en la sombra lo que se cuece en otros países.
Y también debería ser un mensaje colectivo que todos deberíamos interiorizar porque en ninguna parte está escrito que tengamos que asistir con resignación cristiana a lo que otros mangarranes deciden en el mundo occidental. Si en la Unión Europea hubiésemos tenido conciencia de clase colectiva y nos hubierámos puesto en pie como han hecho estos hombres y mujeres a los que miramos por encima del hombro, no se habrían producido los desmanes económicos que nos han llevado a una crisis histórica y que, al final, como siempre, se ha traducido en un claro perjuicio para los trabajadores. Lo que pasa es que nos preocupa mucho más poder descargarnos las películas y las canciones gratis que quedarnos sin trabajo o jubilarnos a una edad digna.