Ayer, después del triunfo agónico de las alicaídas Leonas y en el entretiempo de la paliza que el básquet de Estados Unidos le propinaba a los semejantes de Nigeria, en el canal más antideportivo del planeta, los publicistas de Riquelme tiraron con balas de algodón en dirección al prevenido Julio Falcioni. Especulaban acerca de que el abandono de Juan Riquelme habría sido provocado por una mala relación con el técnico y con los dirigentes del viajero club auriazul. El mentado 10 no es inocente de tales especulaciones, si bien las últimas palabras que recorrieron por la Boca no dejan lugar a dudas, ya se encargaron los amigos más cercanos de enumerar causas y razones por las que uno de los mejores futbolistas de la historia argentina decidió huir del club eternamente deudor.
Más irrisoria que sorprendente fue la nula capacidad de los publicistas de fox para solventar la posición ideológica en favor del 10, e indignantes las respuestas del entrenador que confió en la ingenuidad general para defenderse. Llamativa es la rigurosidad de los protagonistas de la historia para actuar de manera similar tanto dentro de la cancha como afuera. El entrenador de Boca, hábil para desarticular ofensas en el campo, se defiende por la radio, siempre hasta la mitad, como Boca, de atacar no hablemos, y Riquelme, igualito que en la cancha, arma el juego para que definan otros.
Con lo fácil que sería demostrar el pésimo desempeño de Boca en el campeonato y en la copa cuyos buenos resultados fueron exclusivamente sustentados por el nivel de Riquelme, las apariciones de Erbes, un poquito (muy poquito) de Mouche, y mucha marca, los pésimos propaganderos del 10 especulaban alrededor de circunstancias discutibles, mientras que el entrenador negaba lo innegable y perjuraba que antes había jugado sin enganche porque no había tenido alguno a disposición, y olvidándose de que siempre aseguró que lo único importante es ganar, se defendió levantando la bandera de la excelente campaña del equipo pese a no haber ganado nada.
Sucede que desde hace mucho tiempo