Revista Política
Siete años después del acoso y derribo del periódico Egunkaria impulsado por el régimen aznarista, la Audiencia Nacional ha absuelto a sus directivos de la gravísima acusación de ser miembros de ETA. La acusación popular la substentó en este caso la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) durante su momento más activo como instrumento de agitación y propaganda callejeras del PP (copiado directamente por cierto de las Gestoras Pro Amnistía etarras). El procedimiento judicial nunca tuvo apoyo del ministerio fiscal.
Ayer uno de los encausados decía en una emisora de radio que un abogado de la acusación le había reconocido que el caso lo tenían perdido (los acusadores), pero que naturalmente habían tenido que tirarlo adelante (los abogados) porque "para eso estaban"; evidentemente, para cobrar buenas minutas pagadas por una asociación sectaria que se nutre con fondos del Estado, es decir, de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos.
La sentencia contiene verdaderos palos dialécticos contra la acusación popular, llegando a decir que "Las acusaciones no han probado que los procesados tengan la más mínima relación con ETA", según aparece en El País de hoy. Según esa misma sentencia tampoco se ha acreditado directa ni indirectamente "que el periódico haya defendido los postulados de la banda terrorista, haya publicado un solo artículo a favor del terrorismo o de los terroristas ni que su línea editorial tuviese siquiera un sesgo político determinado. Esto último, además, no sería delictivo". En suma, un estacazo judicial directo a uno de los temas más queridos del aznarismo: la identidad entre nacionalismo vasco y terrorismo etarra. Porque Egunkaria era un medio nacionalista vasco independentista en realidad, y además inteligente y con planteamientos abiertos; quizá por eso el gobierno Aznar fue a por ellos y en cambio dejaron en paz a Gara, el portavoz impreso legal de ETA. Al PP le interesaba y le sigue interesando que crezcan los sectores más violentos del nacionalismo vasco, a fin de justificar sus políticas represivas contra toda diferencia o disidencia en relación con su proyecto de España Imperial neofranquista.
Se han necesitado siete años para que en el caso Egunkaria las cosas hayan quedado finalmente en su sitio. Veremos cuántos se necesitan para que en el caso concreto de Aznar, se le acabe sentando en el banquillo de los criminales de guerra junto con sus compinches Bush y Blair; seguro que algunos más. Con todo, Egunkaria es otra muestra de que del aznarismo ya sólo quedan cenizas, que finalmente están siendo aventadas al basurero de la Historia. Incluso un organismo tan poco sospechoso como es la Audiencia Nacional, contribuye pasando la escoba sobre esos años de oprobio y vergüenza colectiva que fueron el "aznarato".