Revista Cine

El abismo de la pena de muerte según Werner Herzog

Publicado el 10 noviembre 2011 por Fimin

"Podría ser el título de cualquiera de mis otras películas”, fue lo primero que decía Werner Herzog en la presentación previa al estreno mundial en el Festival de Toronto de su nuevo documental, "Into the Abyss" (Hacia el abismo). Razón, desde luego, no le falta. El director alemán tiene una capacidad innata para contagiar el entusiasmo que le despierta aquello que filma, con su aire de aventurero de otros tiempos que reúne a los niños alrededor de una fogata para contarles historias extraordinarias. Un cineasta para quien sus películas son una lucha y un descubrimiento, pero, por encima de todo, una pasión que, ahora, vuelve a llevarle a una situación extrema, internándose una vez más en los límites, buscando en los confines de un tema que esta vez define el grado de violencia de esa sociedad: la pena de muerte. Nos hacemos eco de una excelente reseña publicada por la revista argentina Noumeno el pasado mes de Septiembre durante su premiere en Toronto. Abrimos boca mientras esperamos su (posible) llegada a España.

¿De qué va?

Como en A sangre fría, como si Herzog hubiera decidido jugar a ser un nuevo Truman Capote, el director consigue entrevistar a dos jóvenes convictos –Michael Perry, condenado a muerte; Jason Burkett a cadena perpetua– por el triple asesinato a mansalva de toda una familia de un pequeño pueblo del estado de Texas, ocurrida diez años atrás. Como en la obra maestra de Capote, también inspirada en un caso real, aquí la motivación del crimen es oscura, si no banal: los muchachos, todavía adolescentes cuando cometieron sus crímenes, estaban un poco borrachos y querían llevarse un Camaro rojo que estaba guardado en el garaje. Para eso mataron a escopetazos a la madre –que estaba en la cocina preparando las clásicas cookies familiares– y a sus dos hijos, también adolescentes. Y después salieron a buscar chicas por las cervecerías de la zona con su nuevo Camaro.

¿Quién está detrás?

Es el hombre que robó la cámara de su universidad para rodar su primera película, que buscó, encontró y quiso matar a Wally, el iluminado que arrastró un barco enorme a través de una montaña, que se lanzó a los brazos de un cactus para comprobar una declaración suya, que arrojaba monjas al vacío en la película de su amigo Harmony Korine y se preguntaba quien era ese tal Abel Ferrara que tanto perjuriaba sobre su película. Estas y muchas más son las anécdotas que mejor definen la figura de un incansable y apasionado cineasta con mayúsculas, una de las figuras cinematográficas contemporáneas más relevantes y personales del cine actual, pionero en fundir el documental con la ficción, la ficción con el documental y que además, saca tiempo de donde no lo hay para dedicarse a su labor intelectual (más bien, contracultural) escribiendo varios libros, ensayos e impartiendo seminarios en su itinerante escuela Rogue Film School.

¿Qué es?

Pena de muerte + A sangre fría + The Thin Blue Line

¿Qué ofrece?

Como un Truman Capote munido de cámara, Herzog se interesa y filma la historia de dos asesinos condenados a la ejecución: sabe jugar el contrapunto de estar en contra de la pena de muerte, pero no necesariamente a favor de los convictos. La estructura de Into the Abyss, realizada a base de entrevistas (“Conversaciones –corrige Herzog–, yo nunca llevo preparadas las preguntas”) puede hacer pensar en un documental convencional, pensado para la televisión, para la que fue producido. Pero en verdad la película está concebida y articulada como una novela, con un prólogo, cinco capítulos y un epílogo, una suerte de relato coral en el cual, a través de infinidad de personajes (los convictos, los familiares de las víctimas, el sheriff que investigó el asesinato) se va narrando no tanto el caso como ofreciendo un fresco acerca de la ética y la estética de esa comunidad, una suerte de pintura del gótico americano en el que por más escabroso que resulte el tema, Herzog no da la espalda a su particular e inconfundible sentido del humor. “El humor es necesario, nos saca siempre algún peso de encima”, explicó Herzog frente al inmenso auditorio de la Universidad Ryerson donde estrenó su película. “El humor es parte de la vida, nos da calidez. Y Perry también tenía humor. Ni Perry ni Burkett son monstruos. Sus crímenes son monstruosos, pero ellos son seres humanos.”

En definitiva, estamos ante un digno y honesto documento rebosante de ingeniosos y sutiles incisos que ponen en jaque varias facetas de la supuesta moralidad humana. Aparentemente el director alemán prepara nuevos proyectos que reflexionan sobre la condena a muerte. Bienvenidos sean.


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