Hay un libro imprescindible: El Alfabeto contra la Diosa, escrito por un médico norteamericano, Leonard Shlain, y que se publicó en español por la Editorial Debate en el año 2000.
Como suele suceder con todo lo que es verdaderamente revelador, ya no se encuentra en ninguna parte, y la editorial lo ha descatalogado.
Reproduzco en este blog lo que escribí hace unos años, cuando les hablé de este libro a mis alumnos de Teoría de la Comunicación Social. Entonces, me centré en el aspecto de la comunicación social, pero es igualmente imprescindible para entender la femineidad, y la dinámica que entre lo "masculino" y lo "femenino" se ha establecido en los miles de años de civilización occidental.
Ojalá alguna editorial lo recupere en castellano.
RESEÑA DE "EL ALFABETO CONTRA LA DIOSA"
Por Ileana Medina Hernández
Publicado anteriormente en Revista Latina de Comunicación Social y en El Recodo de F y 3era. (2000).
Acaba de aparecer, desde fuera de los ámbitos académicos, la edición española de "El alfabeto contra la diosa", del médico norteamericano Leonard Shlain. De entrada, parece otro intento más por buscar explicaciones a la razón del dominio masculino durante más de 5.000 años en la llamada cultura occidental. Pero este libro inusual y provocativo es mucho más que una aproximación al problema de los géneros.
Amén de la clarificación en torno a las concepciones de lo femenino y lo masculino en nuestra tradición histórica -que ya sería importante e interesante aporte-, el libro de Shlain es ante todo un libro de comunicación. Ante la pregunta tradicional de a qué se debe la caída de la diosa y la aparición del patriarcado y la misoginia en la cultura occidental, a la que se le han dado diversas y rotundas respuestas que van de Engels a los clásicos feministas del siglo XX, Shlain propone una respuesta nueva y sorprendente: el reinado del patriarcado y el poder masculino se refuerza gracias al establecimiento de uno de nuestros más incuestionables elementos de progreso: la escritura.
Maravillosa declaración, porque es de esas respuestas que dan lugar a un sinnúmero de nuevas preguntas, el único tipo de respuestas que debiera conformar al hombre.
A través de más de 550 páginas de lectura absolutamente amena y seductora, este cirujano de California intenta desarrollar su hipótesis y conseguir demostrarnos que al menos, si no es la única razón, la aparición del alfabeto, de la escritura y de la lectura ha contribuido notablemente a reforzar unas formas de percepción y actuación cultural por encima de otras. Y esas formas de cultura coinciden con lo que tradicionalmente hemos considerado valores masculinos, heredados de la función cazador/matador de las sociedades primitivas.
Hace dos y tres décadas, un pensador canadiense también rompió los esquemas de la investigación norteamericana: Herbert Marshall McLuhan (1911-1980), en sus libros un poco oscuros y enigmáticos, nos enseñó a reconocer las grandes mutaciones que las distintas tecnologías y artefactos de la comunicación introducían en la forma de pensar del ser humano. Si los artefactos de la comunicación son prolongaciones de los sentidos del hombre, su forma tendrá que incidir en las maneras de percibir y construir el mundo y el conocimiento. Grande es la deuda del Dr. Shlain con la obra de McLuhan. Además de citarlo varias veces en su libro, él mismo reconoce en la página 16 que el leitmotiv de su estudio es precisamente ese aforismo mcluhaniano de "el medio es el mensaje", que tanta gente repite sin llegar a comprenderlo a fondo.
McLuhan teorizó que con la "galaxia Gutenberg", o sea, el reinado de la imprenta y la palabra escrita, la cultura occidental reforzaba unas formas de pensar asociadas a la linealidad, la secuencialidad, la abstracción, el razonamiento lógico, la figura más que el fondo. Actividades que se corresponden además con las funciones principales del hemisferio izquierdo del cerebro. Más importante que los contenidos que se trasmiten a través de los artefactos (los mensajes) son las variaciones que los propios medios introducen en las formas de pensar, de conocer y de actuar de los individuos y los grupos sociales. Luego, si la lengua escrita y su apoteosis -la imprenta- contribuyen a reforzar el dominio del hemisferio izquierdo y sus formas lineales y lógicas de pensar; la "aldea global" vendría entonces ahora a reforzar el dominio de la imagen sobre la palabra, de lo acústico, lo global, lo simultáneo, el fondo sobre la figura. Las habilidades del hemisferio derecho.
Dicho así, esta división parece demasiado maniquea. Científicamente es demostrable y demostrado que ambos hemisferios cerebrales, a pesar de la laterización, participan en todas las tareas, y que todos somos una suma de los dos principios; pero también está demostrado que unas funciones pueden estimularse más que otras. Lo que Shlain adiciona a la teoría de McLuhan es que a esa oposición entre palabra e imagen, entre hemisferio izquierdo y hemisferio derecho, puede hacérsele corresponder la oposición masculino/femenino, que a aquel primer pensador no interesó. Y así explicar cómo el dominio de lo masculino está asociado con el poder de la escritura, del pensamiento lineal, lógico y racional que ha preponderado en nuestra cultura durante los últimos siglos.
Pero si de todos modos queremos desprendernos del análisis sexual, el libro de Shlain nos deja una actualización amena, esclarecedora, multidisciplinar y postmoderna de la obra de McLuhan. En la tradición de los diferentes estudios culturales y culturológicos de la comunicación, Shlain nos propone el fenómeno de la comunicación como a la vez conformado por y conformador de la cultura, de la sociedad. Queriendo explicar un problema que surgió hace 5.000 años, Shlain nos da las claves para comprender el futuro. Muchos somos los que nos preguntamos hoy por el impacto que están teniendo y tendrán las nuevas tecnologías de la información en la sociedad del tercer milenio.
Desde "El malestar en la cultura" de Freud, o las teorías críticas de la Escuela de Frankfurt, muchos pensadores del siglo XX han presagiado que algo estaba ocurriendo con la crisis de los valores de la Ilustración, del racionalismo, de la modernidad, en fin, de la escritura. Y que esto está relacionado con la aparición de las tecnologías primero de la radio y la televisión, hoy de la informática y las telecomunicaciones. Las quejas de que "los niños leen cada vez menos y cada vez ven más televisión" tienen su explicación en esta problemática. No se trata de la desaparición de la escritura, claro está, sino de su readecuación a nuevas formas de relacionarse con el mundo, a otras formas de "leer" el mundo. Quizás estemos llegando a la aldea global del hemisferio derecho, que según Shlain es también la del dominio de lo femenino. ¿Es eso el apocalipsis? ¿Podemos evitarlo? ¿Conviene evitarlo? ¿Podemos llegar al equilibrio entre los dos dominios? A ésas y otras muchas preguntas nos aboca este exquisito y abarcador libro, que, sin pretensiones academicistas, invoca mucho más a la reflexión y al pensamiento que muchas academias.