Revista Cultura y Ocio

EL ANDRÓGINO EBRIO EN EL AITÓN, del poeta, escritor y guionista venezolano, Daniel Arella

Publicado el 08 junio 2013 por Javier Flores Letelier

Regresé a mi casa tarde
Mi cuerpo era la sombra de mí
Era cierto
Un templo que ardía
Mi cuerpo era la casa del misterio
Mi cuerpo era un sol que vibraba en el aire
Regresé a mi casa solo, eterno
Herido de amapolas
Dormido sobre mi padre
Era un Dios que amanecía en las piedras
Era un Dios
Ebrio en el Valle
 
Estaba solo
El mar hacía sangrar la luz
Las olas derramaban su pasión y herían
Era tarde
  y estaba  solo
Las piedras eran máscaras de dolores antiguos
Dolores viejos del mar
Yo amanecía en mi cuerpo
Era tarde y estaba solo como el sol
Como el sol
  Solo en la tarde
  amanecía mi dolor
 
Bebía cocuy
Y el mar volaba en mí
Mi cuerpo era suyo
De madre en su misterio
Estaba mojado como un resplandor
Era puro virgen flor
Era príncipe de mi destino
Puro como el ardor yo moría
Acabé sobre el mar
Lo teñí de blanco
Estaba agradecido
El mar de blanco ardía
Las gaviotas cayeron como estrellas
Sobre el mar y lo apagaron
No pudieron
Fue mi primer cielo abajo
El primero
 
Mi miembro se endureció con el árbol azul
Mi clítoris con sus hojas rojas
El viento fue orgasmo del silencio
Era dueño de todas las palabras y callaba
Quería deslumbrar a la luz
Con mi misterio
Y hacerla mía
Era mía
La luz
Y mi sangre se congelaba en las alturas
Era mía
La luz
Y estaba oscuro
El silencio era luz y todo amaba
Mi destino estaba completo
Vivía aún
En mí no cabía
No cabía
 
La oscuridad fue soledad tanto tiempo
Su música es milagro
Y me quiero
Soy tímido, me amo
Soy un Dios pordiosero
Soy Dios, estoy solo
Como el milpiés y los vientos
Como la oruga y el perro
Como mi amor y su silencio
El misterio aúlla en mi beso solo
Mi beso frente al espejo
El beso es estrella
Y desaparezco
No en el cielo
En el sentimiento
Me descubrí ebrio en el Aitón
Colgado como un murciélago
Vertical en la sombra
El fondo era un Dios que nacía y nacía
Un dios abierto
Nacía
Era un cielo que hacia mí venía
 
Los peces nacieron
luz en mis ojos fueron
Luz luz luz
Cuando en el mar me daba
Fueron diamantes
Milagros desnudos
Esperanzas permitidas 
Cuando en el mar me daba
Solar de Ángeles
Los peces cantaban
El mar en las piernas me nacía
Y un árbol rosado en mis sexos florecía
Cuando todo ardía
Nunca fui más noble en mi vida
El mar era una luz que no nunca terminaba
No terminaba nunca
Esa Cruz
Sino en el espacio donde todo amanecía
Los peces crecían con mi amor
Fueron nubes
Fui feliz
Fui jardín
Una mañana oscura
Un gran amor
Por segunda vez el mar fue el cielo
Las piedras le dolieron a la tarde
La mañana sería eterna
Porque sería solo
Hasta amanecer mi madre sobre las piedras
Siempre estoy solo
Porque estoy completo
Mi maldición eterna
Mi pudor.
 
El deseo se parece como pienso
Y vibro para parecerme al aire
Y ver temblar al tiempo
Hasta igualarme a la pérdida
Ser tierra
Nube que no cesa de adorar
El deseo es fuego entero en mi milagro
Estoy solo
Hoy vi a una niña del tamaño de este deseo
Hoy vi a una niña
Y de tanto verla fui espacio
Ojo ciego grande para volar
 
Nubes sé fondo de mi corazón
Está loco
Será loco de nuevo, el pobre
Desde hace días enloquece
La belleza duele adentro desde hace días
El silencio es jardín de mis perpetuos
Que amanezca
Que sea mañana
¡Enloquece!
Está solo
Perdido
Anochecido
Es nube del mar sombrío
 
Yo soy un príncipe
Y mi reino el aire
Yo soy un príncipe
Y mi reino el mar
Soy un príncipe
Solitario como una lágrima
Fauno de las Cucaracheras
Un príncipe
En el aire el viento me ha perdonar
Que soy solo
Y las estrellas aman mi amor
Que soy poco
Que las amo porque llagan
Yo las amo así, heridas.
 
Sobre el autor
 
Daniel Arella. (Caracas, 1988). Escritor, poeta y guionista. Tesista de la carrera de Letras, mención Lengua y literatura hispanoamericana y venezolana de la Universidad de los Andes. Dirigió el programa radial El tufo del bardo (Ecos 93.9FM) en el 2008, dedicado a la antipsiquiatría, la literatura y el jazz. Ganó el Premio DAES de literatura en la modalidad cuento (ULA), 2009. Publicó, junto con otros jóvenes escritores, la novela colectiva policial free-jazz Una balacera abolirá el azar, Editorial el perro y la rana, 2010. Publicó su primer poemario Al fondo de la transparencia en el 2012.


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