Revista Deportes
Solamente existiendo la posibilidad de errar es que se obtiene la posibilidad de acertar, de manera que toda persona debe promulgar la valoración del derecho a expresarse como mejor pudiera. Por eso celebro el aparato bostero que se manifestó en solicitud de la inquebrantable bombo.
Ahora bien, tendrán que defender las ideologías de un modo más consistente tanto en lo futbolístico como en lo político o social o caer como siempre en el uso de la violencia para ser tomados en cuenta, porque resulta muy desfavorable para el club la evidente dificultad interna que divide de un modo irreparable a los hinchas y que en situaciones como la manifestación de ayer los expone rayanos al ridículo.
Los riquelmistas niegan a los antiriquelmistas el carácter de hinchas de Boca, y sucede lo mismo a la inversa, dando lugar a una discusión cuyas conclusiones son irreparables debido a argumentos absolutamente caprichosos. Sin embargo, cuando conviene a los dos sectores, se unen para manifestarse y todos son hinchas de Boca. Entonces evidencian que algo falla en la otra discusión o algo falla en el sustento de las ideologías, allí es cuando emerge la violencia. Además, dan la imagen de que lo que menos les importa es Boca Juniors.
Como seguidor sin colores del fútbol argentino, de Boca, y especialmente de Riquelme, me parece advertir que el hincha de fútbol es el primero en negarse al progreso mientras se llena la boca con la palabra historia. En Boca hablan de identidad futbolística al mismo tiempo que levantan la bandera del fútbol moderno, todo para negar la importancia de Riquelme, culpable de haber dejado una huella irrevocable en el club. Los riquelmistas también utilizan incongruencias similares para defender al |10|. Mientras hablan de historia utilizan el presente como argumento, o se niegan a permitir la posibilidad de superarse.
No soy hincha de Boca, y nadie tiene que decirme qué cosa debería importarme y qué cosa no debería importarme, especialmente cuando soy ferviente vocero del pechofriísmo y de la utilización del pensamiento en vez de la ceguera del fanatismo, de manera que muy poco me importa si Boca cambia de estadio, solamente me permito pensar alrededor de la facilidad con la que van a perder cualquier discusión si pretenden defender las ideas con meros caprichos.