Los periódicos españoles han presentado esta semana las portadas más aterradoras y espeluznantes de los últimos tiempos, sin que ninguno de ellos sea tachado de exceso de sensacionalismo, enfermedad que suele aquejar a nuestra prensa, por sus titulares de primera página en los que describen la catástrofe del Japón. ABC, tituló: “Pánico nuclear”; El País: “Japón teme el desastre nuclear” y “Fukushima está fuera de control”; “La Razón”: “Apocalipsis”; El Mundo: “Japón pierde el control y la UE habla de ‘apocalipsis’ nuclear”… Reconocemos que el término es muy fuerte, pero un seísmo de magnitud 9 en la escala Richter, seguido de un maremoto, presenciados en directo en las pantallas televisivas, amén de seis reactores dañados de la central nuclear de Fukushima, son escenas reales y no del cine. En la misma línea se expresa Günther Oettinger, Comisario europeo de Energía, quien asegura que “casi todo está fuera de control” en esa planta. “Se ha hablado de apocalipsis y yo creo que esta palabra está particularmente bien elegida”, se justifica Oettinger en una comparecencia ante la comisión de Energía de la Eurocámara. El comisario se declara “muy preocupado” por lo que está ocurriendo en las últimas horas: “Espero que no ocurra lo peor, pero no podemos excluirlo en las próximas horas y días”. Oettinger insiste en que, aunque Japón cuenta con “excelentes ingenieros” y “tecnología punta”, ya no puede garantizar el control y la seguridad operativa de la central. Otras personalidades europeas se expresan con idéntica crudeza: “Es una escena del infierno –exclama Patric Fuller, de la Federación de la Cruz Roja–, absolutamente una pesadilla”. Para Naoto Kan, primer ministro japonés, Japón se enfrenta a su peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Más de seis mil muertos y 10.354 desparecidos según el último balance oficial. Casi 850.000 hogares siguen sin energía en el norte del país y el Gobierno asegura que al menos 1,5 millones no tienen agua potable. El terremoto ha forzado a muchas firmas a suspender la producción y las acciones de las mayores compañías japonesas se han derrumbado como castillos artificiales. Pese a todo, el japonés sigue sin perder su dignidad y se comporta con un talante muy diferente a otros muchos pueblos y comunidades.
Una mujer desolada entre ruinas, en la ciudad de Natori.
Un terremoto de magnitud 8,9, seguido de un tsunami con olas de hasta diez metros, devasta el viernes, 11 de marzo, la costa noroeste del país, sembrando el caos. El seísmo se produce mar adentro, a 125 kilómetros de la ciudad de Sendai. Una ola gigante golpea la costa y arrastra tierra adentro todo lo que se encuentra a su paso: buques que navegan entre coches, escombros, casas ardiendo e incluso algunos aviones de aeródromos cercanos. Avanza hasta 10 kilómetros y convierte ciudades portuarias en escenas de espanto y montones de escombros. Se cuentan miles de desparecidos. Naoto Kan, primer ministro, reconoce que es “una gran prueba para el pueblo japonés”. Pero, no duda en añadir con determinación: “Reconstruiremos Japón desde cero”.
Un ciudadano contempla desde las ruinas de su casa la devastación provocada por el terremoto y el tsunami.
La mayoría de los 127 millones de habitantes de Japón pasan estos días pegados a los móviles y al televisor. Hasta 600.000 personas han sido desplazadas en el país. Unas 310.000 de ellas duermen en refugios y tiendas de campaña y un número indeterminado sigue atrapado bajo los escombros, a la espera de ser rescatado, con cada vez menos tiempo para lograr sobrevivir. Los enormes desperfectos en las carreteras del extremo norte siguen dificultando las tareas de rescate. El Gobierno trata por todos los medios de evitar que cunda el pánico entre la población, consciente de que eso agravaría aún más las cosas. Y se aplica tan a fondo que la población empieza ya a no creer sus informes. Muchos comienzan a sospechar que el peligro de fuga nuclear, por los desperfectos de Tokyo Electric Power, la operadora de la central atómica de Fugushima, son mucho más elevados de lo que el Gobierno dice.
Un barco encima de una casa destruida. Otsuchi, Japón.
Tres días después del terremoto seguido del maremoto los productos más básicos se han convertido en artículos de lujo para millones de personas. En las carreteras muchos conductores se quedan sin combustible y algunos ofrecen cientos de euros a quien les procuran un simple bidón. Atascos son monumentales y las autopistas y varias rutas alternativas están averiadas o cortadas para dar acceso a los equipos de emergencia. El tsunami ha resultado devastador para Japón, quien ya transitaba por una crisis.
El miércoles pasado había ya 12.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos.
Más de 500 réplicas del terremoto se suceden a lo largo de la semana, paralizando el país. El miércoles pasado ya se habían contabilizado más de 12.000 víctimas, entre muertos y desaparcidos. Once de las 54 centrales nucleares niponas interrumpen su producción y el Gobierno, después del fallo de las plantas de Fukishima, decreta el estado de emergencia así como una evacuación de vecinos de la zona. Dos días después del terremoto y del posterior tsunami que devastó el noreste de Japón, se presenta otro serio peligro: la posible formación de una nube radiactiva provocada por las centrales nucleares, en situación de emergencia.
Günther Öttinger, comisario de Energía de la Unión Europea, estudia reforzar las normas de seguridad nuclear tras la alerta nipona.
Cuatro días después del apocalipasis japonés, la ONU confirma que hay sobrados motivos para el pánico nuclear que se extiende por el mundo. Yukyia Amano, director del Organismo Internacinal para la Energía Atómica (OIEA), asegura que los núcleos de tres de los seis reactores de la central de Fukushima están dañados, lo que facilita una fuga masiva de radioactivitad. ”La situación e muy grave”, declara Amano, sin grandes esperanzas de que todo se reconduzca a buen puerto. Günther Öttinger, comisario de Energía de la Unión Europea, recurre a Dios y a la Biblia para describir la crisis nuclear japonesa. “Hay quienes hablan de apocalipsis y la palabra me parece muy apropiada”, declara el comisario en el Parlamento Europeo. “Todo está prácticamente fuera de control”, agrega. “No excluyo lo peor en horas y días venideros: Espero que, con la gracia de Dios se puede evitar lo peor”. El comisario ha comparecido en la Eurocámara tras acordarse que la Unión Europea realizará este año pruebas voluntarias de resistencia en sus centrales nucleares para garantizar su seguridad ante cualquier eventualidad. El comisario explica los acuerdos alcanzados, sin caer en el dramatismo a que luego recurre ante la comisión de Industria y Energía de la Eurocámara. Pero es en la cámara parlamentaria en donde da la razón a quienes se sienten testigos casi del fin del mundo. “Hay quienes hablan de apocalipsis y la palabra me parece muy apropiada”, dice. “Se van a reevaluar todos los potenciales problemas”, señala Öttinger ante al prensa. El comisario asegura que la medida tuvo en la reunión un gran apoyo del que “nadie habló en contra”. “Queremos que los socios y vecinos estén implicados”, insiste Öttinger, con alusiones expresas a Suiza, Turquía y Rusia, a quienes invita a colaborar en la definición de los criterios y en la elección de los inspectores. “Queremos crear una base europea de seguridad nuclear”, resume.
El miércoles pasado, el director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, Yukiya Amano, consideraba “muy grave” la situación que atravesaba Japón a raíz de los daños causados en varias centrales nucleares por el terremoto y el tsunami del viernes anterior. Y decidía acudir a Japón para informarse personalmente sobre los accidentes sufridos. La Comisión Regulatoria Nuclear estadounidense (NRC) advertía de que los trabajadores de los equipos de emergencia de la central nuclear de Fukushima podrían exponerse a “dosis letales” de radiación si se aproximaban a los reactores. La posibilidad de que se fundieran algunos de sus reactores nucleares, en un país que había recibido la primera bomba atómica (Hiroshima, 1946) y que ahora era devastado por las catástrofes naturales, era el principal miedo del fin de semana.
Merkel y las centrales nucleares.
En Alemania, las protestas de grupos ecologistas provocan, el cambio repentino de la canciller alemana, Ángela Merkel, quien anuncia que todas las centrales nucleares del país serán revisadas. Merkel revela que su Gobierno cerrará temporalmente las siete que comenzaron a operar antes de 1980. El anuncio llega oportunamente en el mismo año en el que siete Estados federados celebran elecciones y el resultado de sus comicios será clave para el balance de fuerzas en el Parlamento alemán. “Las plantas que comenzaron a operar antes de finales de 1980 –declara en rueda de prensa– serán cerradas durante el periodo de la moratoria”. Alemania se quedará próximamente con diez centrales operativas. Las siete plantas afectadas por el cierre representan alrededor de un tercio de la capacidad atómica del país, aunque una de ellas ya se encuentra desconectada por un accidente ocurrido en 2007 y otra más cerró el mes pasado por motivos de mantenimiento. El cierre de las centrales ha sido decidido por decreto gubernamental, sin que haya mediado un acuerdo con los operadores, y explica que todos los reactores nucleares de Alemania serán sometidos a controles. El Ejecutivo defiende, además, que el suministro energético está asegurado. Esta decisión llega poco antes de la celebración de tres elecciones regionales que tendrán lugar en las próximas semanas y en las que la CDU de Merkel podría enfrentarse a una nueva derrota. La oposición critica que la canciller utilice la energía nuclear como bandera electoral. Sigmar Gabriel, líder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), dice que “nada tiene sentido” y tacha la moratoria de la prórroga a las centrales de “un simple truco”.
Nicolas-Sarkozy Sarkozy defiende la “pertinencia” de la opción nuclear para Francia.
Francia, la segunda potencia nuclear mundial, por detrás de EEUU y por delante de Japón (obtiene el 76,2 % de su electricidad de sus 58 reactores, repartidos en 19 centrales), advierte que la situación es más grave de lo que Tokio reconoce. El Gobierno galo habla “no de un accidente grave”, sino de “una catástrofe” posible. Sarkozy muestra su confianza en las centrales nucleares, una de las exportaciones que más ingresos reportan. Advierte que, “de ninguna manera, abandonaremos esta actividad, pero los hechos que se han producido son absolutamente dramáticos” y que su Gobierno tiene la obligación de “ver lo que pasa en otros lugares para aprovechar la experiencia y garantizar a los franceses de que eso no puede pasar aquí”. Y, en contra de las autoridades niponas que clasifican el accidente de nivel 4, lo cataloga de de nivel 6, intermedio entre lo que pasó en Three Mile Island (en 1979) y en Chernobil, y no descarta que aumente el grado. En declaraciones a RTL, el ministro galo de Industria, Éric Besson dice que “vamos en camino de una catástrofe nuclear y la situación se ha agravado [...] Es la prueba de que cuando se construye una central en una zona expuesta a los riesgos sísmicos, a pesar de las medidas de seguridad, puede pasar lo peor”. Besson llama a todos los franceses a abandonar Japón, una medida que hasta ahora no ha sido adoptada por ningún otro país. Francia es el país más crítico con la situación nuclear en Japón.
Tres días después del incidente nuclear ocurrido en Japón, las autoridades suizas anuncian la suspensión de las licencias para la construcción de tres centrales nucleares Otros países como Finlandia también anuncian una revisión de la normativa nuclear. Y Liu Tienen, jefe del organismo sobre la seguridad nuclear china, declara que su país debía analizar los accidentes japoneses y aprender las lecciones que pueden dejar los problemas originados tras el terremoto. Austria divulga una revisión total de sus plantas, igual que India. Reuters, en un análisis, empieza a hablar ya de un posible rechazo al desarrollo de las centrales nucleares tras el desastre de Fukushima. Y Naoto Kan no puede ocultar su pánico de que se funda el núcleo de alguno de los reactores dañados o reviente alguno de los sarcófagos que contienen a los reactores, como sucedió en Chernóbil y lance a la atmósfera una nube radiactiva 500 veces superior a la bomba atómica arrojada en Hiroshima en 1945. E insiste en que el Gobierno está haciendo el máximo para contener la amenaza. Pero EEUU y Europa reprochan a Japón la falta de información sobre el accidente. El CSM (Consejo de Seguridad Nuclear) se queja del retraso con que le llega la información. Advierte que la OIEA (Organismo Internacional para la Energía, dirigida por un japonés que es el encargado de transmitir a los países los datos que recibe del Japón) le suministra información con retraso. Y fuentes del CSM insisten en ello, añadiendo que la recibe de forma deficiente.
Juan López de Uralde.
Ante lo acontecido en Japón, la Fundación Equo reclama un plan de cierre de las centrales nucleares españolas. Para Juan López de Uralde, promotor de la formación y ex director de Greenpeace, es “urgente” una estrategia energética basada en el ahorro y la apuesta por las energías renovables que permitan “a medio plazo” prescindir de la energía nuclear y reducir la dependencia del petróleo exterior. Agrega, además, que la realidad ha vuelto a demostrar que las nucleares son un elemento con “un potencial peligroso impresionante y nunca controlable al 100% y que uno de los reactores que ha explotado en Fukushima es idéntico al que hay en la central de Garoña. Las declaraciones de los políticos españoles en torno a este tema son pusilánimes. Marcelino Iglesias (PSOE) sostiene: “No es el momento de hacer un debate”, que algunos interpretan como: “Nunca llega este momento”. Rosa Aguilar (ministra de Medio Ambiente): “No sería responsable ni oportuno crear alarmas sobre el uso de la energía nuclear”. La ministra de Medioambiente, Elena Salgado, a su llegada de Bruselas, declara: “Son momentos de turbulencias porque el terremoto de Japón qué duda cabe que tiene impacto sobre la economía de un país que es la tercera economía mundial. Así que, qué duda cabe que tenemos que estar atentos”.
El pánico desatado con los accidentes de las nucleares instaladas en Japón fuerza a los gobiernos a hacer declaraciones ambiguas sobre la continuidad de las políticas de aperturas. Los ministros europeos de Medio Ambiente se reúnen para llevar a cabo un encuentro preliminar de tipo informal en el que se debate sobre la cuestión nuclear en territorio europeo. Para después de este encuentro, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, ha convocado otra reunión donde se prevé estudiar con mayor detalle la presencia de las centrales nucleares. En España, los dos partidos políticos mayoritarios apuntan la conveniencia de alargar la vida de la central nuclear de Garoña (Burgos). Otros partidos y sociedades, como “Ecologistas en Acción Castilla y León”, piden el adelanto del cierre de esta central nuclear, muy similar a la japonesa de Fukushima, al entender que lo que ha ocurrido en esta instalación japonesa tras el terremoto, es un “serio aviso”. Marcelino Iglesias, secretario de Organización del PSOE, asegura que la política energética socialista no va a sufrir cambios. Pero las dudas surgen por doquier. Sobre todo, tras el cambio repentino de la política energética alemana y el debate nuclear abierto.
En el mundo, según datos ofrecidos por EFE, hay un total de 437 reactores nucleares operativos en plantas repartidas en 30 países, según el último Informe Anual del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El documento, cuyos datos están actualizados a 1 de enero de 2010, cifra la potencia total de generación de energía de esos reactores en 370.187 megavatios. Además, otros 55 reactores, con un potencial conjunto de 50.855 megavatios, se encontraban, en 2009, en fase de construcción. El país con el mayor número de reactores es Estados Unidos (104, más uno en construcción), seguido de Francia (59, más uno en construcción) y Japón (54, más uno en construcción). La planta nipona de Fukushima Daiichi, a 270 kilómetros al noreste de Tokio, donde tres de los seis reactores resultaron dañados tras fallar el sistema de refrigeración a raíz del devastador terremoto del 11 de marzo, tiene una potencia instalada de 4.700 megavatios y es una de las 25 más grandes del mundo. Francia, el país más dependiente de energía nuclear, que en 2008, con 419,8 teravatios/hora, cubrió el 76,2% de las necesidades energéticas. Bélgica suplió el 54,8% con la energía producida por sus reactores, mientras que la dependencia de Ucrania, Suecia y Eslovenia de esta fuente energética se sitúa en el 47,4%, 42% y 41,7%, respectivamente. España aparece en la lista del OIEA con 8 reactores operativos, de una potencia conjunta de 7.450 megavatios, que en 2008 generaron una media de 56,5 teravatios/hora, equivalente al 18,3% de la electricidad producida en el país. En el continente americano, aparte de EEUU y Canadá, sólo tienen plantas nucleares Argentina (dos reactores operativos y uno en construcción), Brasil y México (dos operativos cada uno).
Miguel Sebastián, ministro de Industria, afirma que el Gobierno español “sigue con preocupación” los efectos colaterales del tsunami en Japón, entre ellos la amenaza de un accidente nuclear “grave”. Y, para disipar cualquier tipo de inquietud por parte de la población, aclara que las centrales nucleares españolas “son seguras”, tal y como informa el Consejo de Seguridad Nuclear y que el Gobierno ha hecho una apuesta por su sustitución una vez cumplan su vida útil. La alarma nuclear en Japón sorprende al Gobierno español y a la oposición, enredados en sus contradicciones ideológicas. Socialistas y populares se niegan a reabrir el debate sobre la energía nuclear, pese a que en toda Europa se suceden las reacciones a la crisis japonesa. Rosa Aguilar, ministra de Medio Ambiente, evita pronunciarse abiertamente abiertamente. El secretario de Organización, Marcelino Iglesias, afirma desde Ferraz que “no es el momento” de abrir el debate, pero el responsable de Medio Ambiente, Hugo Morán, asegura que “la energía nuclear no es segura. Y, cuanto antes podamos prescindir de ella, tanto mejor”. Pero, los 169 diputados socialistas votaron hace apenas un mes en la dirección contraria. PSOE, PP, CiU y PNV pactaron en febrero una enmienda a la Ley de Economía Sostenible (LES) que permite prorrogar la vida de las centrales más allá de los 40 años que había fijado inicialmente el Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero entierra así una de sus últimas promesas electorales de 2008 que quedaban en pie, y protagoniza un nuevo bandazo en materia energética. Tras la Sesión de Control al Gobierno, Zapatero comparece para recordar que lo fundamental ahora es ayudar a Japón y a los japoneses. “Esa es la prioridad. Luego, se mirará qué hacer en España”. Recuerda que Japón no es España, lo que no evita que la edad de una central nuclear sea “un factor relevante” a tener en cuenta. Destaca el comportamiento de los japoneses ante la catástrofe. Y afea las declaraciones del comisario de energía europeo, que habló de “Apocalipsis”. “Es comprensible –dice– que haya palabras dramáticas, pero cuanto más difícil es la situación, más contenidas deben ser las palabras. Recalco que el problema es Japón, los japoneses que están sufriendo. Y nuestro primer deber es ayudar a los japoneses”.
Fraga y Rajoy no parecen estar totalmente de acuerdo sobre la energía nuclear.
Esteban González Pons, vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, asegura que el desastre de Japón “no es sólo un problema de centrales nucleares”, sino de todo tipo de servicios e infraestructuras. “Hay que replantearse la seguridad y las medidas de protección frente a las catástrofes, en todos los niveles y en todos los aspectos”, añade el dirigente conservador. El líder de su partido, Mariano Rajoy, advierte de que “no hay que hacer demagogia” y que hay que contar con todas las fuentes de energía: el carbón, las renovables, el gas y también las centrales nucleares. Su presidente fundador, Manuel Fraga, es el único dirigente capaz de elevar la voz en la Junta Directiva Nacional de su partido para exigir una reflexión sobre la energía nuclear teniendo en cuenta el accidente de la central de Fukushima (Japón). Cayo Lara, coordinador federal de Izquierda Unida, opina que ni España ni ningún otro país “puede jugar con las nucleares. El Gobierno español debería reflexionar y las centrales nucleares deberían acabar su vida en el tiempo que está fijado legalmente en nuestro país”. Todas las organizaciones ecologistas españolas cargan contra la energía nuclear. Y recuerdan que los reactores japoneses más dañados son del mismo tipo que el de Santa María de Garoña (Burgos), cuyo cierre está anunciado para 2013. Carlos Bravo, responsable de nucleares para Greenpeace, admite que el caso japonés se debe a una causa natural, “pero pueden ser otros los problemas que provoquen el desastre, tanto humanos como técnicos”, razón por la que reclama el cierre inmediato de la central burgalesa. “¿Para qué –asegura– arriesgar a la población si hay alternativa?”.
Aznar y González, rivales en el mundo empresarial, pero no tanto en lo político.
Endesa y FAES desvelan el programa oculto del PP. El presidente de Endesa, Borja Prado, afirma desde Londres que “está claro que el PP tiene la voluntad, si gobernase, de ser pronuclear”, y asegura que ese partido “evalúa poner nuevos emplazamientos [atómicos] o repotenciar” los existentes. “Esos son los mensajes que he podido percibir”, dice Prado, en respuesta a las propuestas del reciente informe de la Fundación FAES, el laboratorio de ideas del PP, que aboga por el “renacer nuclear”. Endesa tiene en su consejo de administración a un ex secretario de Estado de Economía con el PP, Luis de Guindos, y, en enero pasado, fichaba al ex presidente José María Aznar como asesor. La propia FAES abunda en la tesis de Endesa. Jaime García-Legaz, secretario general de la fundación y diputado del PP, reitera a Europa Press que FAES, en su informe, “es clara” y dice lo mismo que el partido de Mariano Rajoy, que “la prolongación de las nucleares tiene que estar sujeta a criterios técnicos”, hasta más allá incluso de los 60 años. El documento recomienda, “iniciar un plan de selección de emplazamientos para nuevas centrales nucleares”. Y, mientras el PP intenta enfriar el entusiasmo nuclear del que ha hecho gala en el último año, Endesa, segunda eléctrica española, da por hecho el fervor atómico de los conservadores y se alinea con ellos. Tanto Aznar, consejero de Endesa, como Felipe González, ex presidente, del PSOE y nuevo consejero de Gas Natural FENOSA, están a favor de la energía nuclear. Pero, como aquí funciona el bipartidismo a ultranza, puede que nos la vuelvan a colar. Antonio Piera dice sufrir “un ataque de sordera selectiva por no escuchar a los dirigentes de Endesa, por un poner, manifestando sus alianzas estratégicas con la japonesa TEPCO en las cosas nucleares y energéticas en general, que seguro que las vocearán a voz en grito ahora que la energía japonesa anda en boca de todos”.
Activistas de Greenpeace en el complejo de la central nuclear de Cofrentes. (Burgos)
El Gobierno autoriza a la central nuclear de Cofrentes (Valencia), inaugurada en 1984, a que opere durante diez años más. La prórroga fue concedida el 10 de marzo, la víspera del terremoto de Japón. Durante varios días, el Ministerio de Industria se resiste a hacer pública su decisión, que no se conoció hasta el miércoles pasado, pese a los requerimientos de la prensa. Industria basa la autorización en el informe emitido a mediados de febrero por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El organismo da su visto bueno a la prórroga, con la condición de que Iberdrola, propietaria de la central, introduzca mejoras. El CSN le pide, por ejemplo, que reduzca la radiactividad que reciben sus trabajadores. También solicita que mejore su seguridad respecto a posibles agresiones externas, después de que varios activistas de Greenpeace consiguieran entrar al recinto el 15 de febrero. El colectivo “Ecologistas en Acción” destaca que la instalación valenciana es “muy similar” a la que ha sufrido daños en Japón, pero “con un blindaje peor y sin sus medidas antisísmicas”. Denuncia fallos de seguridad en la central, como 100 incidentes de nivel 0 (el más bajo posible) y dos de nivel 1, además del triple de radiación en la plantilla en relación a otras centrales. La plataforma “Tanquem Cofrents” (Cerremos Cofrents) achaca esta situación a la antigüedad de la central, de 27 años. Iberdrola niega, de forma categórica, que exista riesgo alguno y asegura que la radiación que reciben los trabajadores está muy por debajo de lo permitido. Industria anuncia que el CSN analizará de nuevo la situación de Cofrentes “a la luz de los nuevos acontecimientos”, en referencia al seísmo de Japón, “por si fueran necesarias actuaciones complementarias”. No obstante, fuentes del Ministerio afirman que, en ningún caso, esta revisión supondrá una revocación de la prórroga. Ecologistas y partidos critican la decisión del Gobierno. Carlos Bravo, de Greenpeace, la califica de “irresponsable”. Considera que la autorización debe postergarse a la espera de las pruebas de seguridad. También “Ecologistas en Acción” considera “contradictorio” tomar la decisión sin esperar a que el CSN vuelva a pronunciarse. Según la organización, es una muestra de que “digan lo que digan” los exámenes, “ya está escrito el resultado”.
Explosión de la central nuclear de Fukushima.
“Centrales nucleares… hasta que dejan de serlo” titula Manuel Rico en su blog Trinchera Digital. “A los amanuenses del lobby pronuclear les faltó tiempo para explicar que la mejor prueba de la seguridad de las centrales era que, tras el brutal terremoto de Japón, sólo había tenido problemas una de las 54 instalaciones con que cuenta dicho país. La realidad corre más rápido que los prejuicios ideológicos y ayer eran cuatro las centrales en estado de emergencia y no se puede descartar que en Fukushima se produzcan fugas descontroladas de radiactividad. De momento, más de 200.000 personas han sido evacuadas de la zona, donde ya se han realizado “vertidos controlados de gases” con partículas radiactivas. El hecho de que el reactor de Fukushima sea idéntico al de Garoña ha servido para reabrir el debate sobre la seguridad de la energía nuclear en España. El ministro Miguel Sebastián ha asegurado que las instalaciones españolas son ‘seguras’, aunque ha recordado la apuesta del Gobierno ‘por la sustitución de las centrales’ una vez que cumplan su vida útil. Quizá sea una obviedad recordarlo, pero ninguna autoridad de los países donde se han producido accidentes nucleares admitió con antelación que las centrales no eran seguras. O, dicho de otra manera, está comprobado que las nucleares son seguras… hasta que dejan de serlo.
Ignacio Escolar, en un artículo titulado “Cerrar Garoña”, dice: La nuclear de Garoña cumplió cuarenta años hace apenas dos semanas, así que ya ha pasado medio mes desde la fecha en la que debería haber sido cerrada. Si Garoña estuviese en Alemania, ya estaría clausurada. Ángela Merkel ordenó hace unos días detener siete reactores: todos los inaugurados antes de 1980. Muchas de esas centrales retiradas tienen menos años que nuestra decana atómica. Si Garoña estuviese en Francia, también habría sido cerrada. En el país que la industria nuclear siempre pone como ejemplo, las nucleares se desconectan cuando termina el plazo para el que fueron diseñadas; en Francia hay 11 reactores retirados. Si Garoña estuviese en Estados Unidos, habría sido cuestionada. Su sistema de contención, el modelo Mark 1 de General Electric, fue criticado por la administración estadounidense tras el accidente de Three Mile Island. Todos los modelos Mark 1 que aún funcionan en EEUU fueron reformados porque varios informes pusieron en duda la seguridad de unos reactores idénticos a los que hoy boquean moribundos en Fukushima. En Estados Unidos hay, eso sí, una central más vieja aún en funcionamiento: la de Oyster Creek, que es de 1969. Pero Garoña no está ni en Alemania ni en EEUU ni en Francia: está en España. Si el PP no lo evita –pidió prorrogarla, aunque estos días esquiva ese debate–, Garoña cerrará en 2013. Para sus dueños, cada año extra son 250 millones de euros en beneficios.
Un residente japonés pasea en bicicleta entre los escombros de su ciudad natal. AFP.
Guillermo Pardo habla en su blog Migramundo de las lecciones de dignidad japonesa: “En medio de toda esta marabunta de informaciones y contra-informaciones, de verdades y mentiras, de manipulaciones y tergiversaciones, de mesianismos y visiones apocalípticas, de miedo y terror, de certezas e incertidumbres, lo único que conmueve es la dignidad con que los japoneses afrontan en silencio su desgracia. Si el desastre hubiese ocurrido en otros lugares, a estas alturas la información se habría visto desplazada por la anécdota y el simplismo ideológico, estaríamos saturados de textos e imágenes que hablarían de saqueos, violaciones, robos, asesinatos, manifestaciones violentas, dramatismo cinematográficamente adulterado, sensiblería y amarillismo. Lo accesorio, por obra del amarillismo más servil, le habría ganado la batalla a lo fundamental. Japón no es Haití, por señalar un país víctima reciente de un desastre hasta cierto punto equiparable. Y se nota hasta en la deriva informativa que han tomado un caso y otro. Con Japón se pone de manifiesto que otro periodismo es posible, que hay otras formas de encarar los hechos sin cubrirlos de basura comercialmente apetecible, que se puede informar sin caer en la ignominia ni en la bajeza moral… Lo que está ocurriendo en Japón pone de manifiesto que no somos iguales, ni todos los pueblos ni todas las culturas se deben medir por el mismo rasero. En pocos lugares del mundo se afronta la desgracia con tanto honor. No sorprende, conmueve”.
Pero, la realidad más lúgubre y estremecedora también tiene su otro lado humorístico. Nos lo demuestra Erlich, Ramón, El Roto y Forges.
Manel Fontdevila, con su humor habitual: El debate nuclear, Japón, Los argumentos, Hostil y Fuera de focos.
Territorio Verga dibuja: Pesadillas, Héroes, Inercia nuclear, Europa opina y Nuestras centrales nucleares son muy seguras.
Pep Roig nos muestra: Japón, Las cosas son como son, según convenga, Políticos nuclearizados, Historia interminable y La verdad, toda la verdad, es mentira, o no.
Terminamos con tres vídeos. El primero, sobre el tsunami de Japón. El segundo, sobre una exposición de ilusionismo y ciencia. Y el tercero sobre unas interpretaciones del grupo Mozart.
Exposición Abracadabra, ilusionismo y ciencia en CosmoCaixa Barcelona.
Extraordinarios e irreverentes intérpretes musicales. Mozart se hubiese reído mucho junto a ellos.