Revista Ilustración

El aprendiz de frank ferrer

Por Davidrefoyo @drefoyo
EL APRENDIZ DE FRANK FERRER
Conducir hasta el fin, recordar cómo te emocionabas cuando Alonso ganaba carreras, cuando daba lecciones de pilotaje sobre el asfalto mojado. Aquellas madrugadas interminables que me empujaban al coche, siempre sucio y ruidoso, como una hiena en mitad de la sabana. Son las canciones las que recorren los kilómetros, ese Deja que esto no acabe nunca de Barricada, esa letra gastada y con poca calidad, nacida de los garajes y las profundidades del underground. Somos lo que escuchamos sería una importante propuesta para una parrilla televisiva anquilosada en la mediocridad. Educación para la música, asignatura pendiente de un país donde se valora el producto y la mercadotecnia. Qué palabra más bella mercadotecnia, ¿eh? Ruge el motor. Yo sentado a lomos de una batería, a lomos del rock and roll infinito. Me siento un aprendiz de Frank Ferrer, el viejo baterista de Guns & roses, cuando hacemos sonar las canciones en este local de ensayo a las afueras. Siempre a las afueras, al margen, a nuestra puta bola. He nacido para correr, para saborear la vida bajo la pesada distorsión metálica de las tardes. Este sol apocalíptico, esa canción de Los Suaves, ese riff asalvajado de Brian May, el auténtico che Guevara de la revolución musical. He disfrutado tanto con la música que me siento en deuda. No busco el aplauso ni tampoco el reconocimiento, simplemente busco la degradación de la especie. La noche más larga. La canción que determine hasta qué punto kilométrico hemos sido capaces de llegar. Por ahora, un viejo LP y una ventanilla bajada pueden bastar.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog