El libro El Arte De Ser Minimalista de Everett Bogue fue una de las primeras obras minimalistas que leí. El libro me regaló una etiqueta para aquello que ya estaba viviendo: el minimalismo es el arte de vivir mejor con menos cosas. Abracé esta etiqueta que con tanta elegancia incluía mis aficiones por la vida simple y mi interés por la productividad. Había encontrado mi movimiento.
Han pasado varios años desde que publiqué mi traducción al Español de esta obra. Aún hoy me llegan emails de agradecimiento y de reflexión de lectores de todo el mundo. También me llegan críticas: de que el autor es demasiado rígido, de que la vida no es así, que no funciona si tienes hijos / un trabajo tradicional / una pareja que lo acumula todo.
Es verdad: no todos pueden (o quieren vivir) únicamente con lo que cabe en una mochila. Este libro es sobre todo un ejemplo, una lección. Ser minimalista no significa que lo vendas todo, aprendas a programar y hagas lo mismo que el autor. Es más complicado.
El minimalismo te invita a que te observes a ti mismo, que te analices y te conozcas para definir qué es lo importante para ti. Tú vida es única, así que no hay manual exacto, solo ideas y experimentos que dependen de ti.
Minimalismo: el arte de vivir con menos. No con nada.
Ser minimalista no significa no tener nada. Significa que tengas exactamente lo te hace falta, ni más ni menos. También significa que estás en un proceso continuo de aprendizaje: tal como avanza tu vida, cambiarán tus necesidades.
Vivir sola no es lo mismo que compartir el espacio con otra persona (y respetando que ésta tenga otras prioridades). El minimalismo de una persona sin hijos será diferente que el de una madre de familia.
Si trabajas en una oficina tendrás otras necesidades que si eres artista o comercial, una abogada tendrá otros requerimientos a su espacio que una escritora o una educadora. Si adoras tu trabajo las horas pasan diferente que si lo haces por una cuestión puramente estratégica, trabajar para una empresa no es lo mismo que trabajar por cuenta propia.
La única persona que puede escribir el manual de tu vida eres tú. Y cuándo finalmente has terminado tu manual y tienes la impresión que ahora sí lo has entendido, todo cambia.
¿Qué necesitas? ¿Qué no necesitas?
Hoy te invito a que revises aquello que te rodea. Tengas o no tengas hijos, trabajes o no trabajes desde casa, lo sepa tu pareja o no lo sepa. Mira tus cosas, mira aquello que es solo tuyo y evalúa si realmente lo quieres en tu vida o si está ocupando un espacio desnecesario.
Deshazte de lo superfluo, quédate con aquello que te añade valor. Este es el arte de ser minimalista. Aunque admito, a veces esto es lo más difícil de todo.