¿Hay una edad inicial a la que los niños pueden empezar a aprender arte? Creo que no. Lo importante es sentir el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, sea pintura, escultura, arquitectura, danza, teatro, poesía o música. Y si hay teatro y música clásica adaptada para bebés ¿por qué no les va a interesar la pintura o escultura?
Lo importante es hacer que lo sientan y que tenga un efecto en ellos, del tipo que sea. Hay obras que nos gustan o emocionan sin saber el por qué, y esto también le ocurre a los más pequeños. Un niño de dos años no puede apreciar en una pintura el trazo del pincel, el tratamiento de las formas o de la luz, pero puede atraerle o no simplemente por los colores o lo que representa. Y acercarles al arte desde bien temprano sólo puede enriquecerles.
Mis padres me han llevado desde muy pequeña a exposiciones de pintura y a museos. Recuerdo que gustaban, pero me cansaba al rato y acababa aburriéndome. Hasta que estudié una asignatura de Historia del Arte en la Universidad que cambió mi manera de pensar y que me hace disfrutar mucho entre galerías. Y creo que es porque los padres lo planteamos mal. No se puede ir a una pinacoteca con un niño pequeño y esperar que esté una o dos horas paseando entre cuadros en silencio. Hay que hacerle partícipe de ellos, enseñarles cosas, destacar anécdotas y contar historias. El arte siempre adaptado a su mundo.
En nuestra última visita al Guggenheim de Bilbao, hace dos semanas, me sorprendí reflexionando sobre ello al ver a mi hijo interactuando durante quince minutos seguidos en dos de las obras permanentes del hall. Jugó al escondite en el laberinto de las esculturas oxidadas de Richard Serra en su instalación ‘La materia del tiempo‘ y nos persiguió por dentro de las elipses y espirales. Pero si algo llamó su atención fueron los juegos de luces de ‘Instalación para Bilbao‘, de Jenny Holzer.
Quedó absorto entre las columnas con palabras móviles y las paredes de cemento del edificio, contemplando cada pequeña bombilla y tratando de atrapar las letras que descendían a toda velocidad y desaparecían entre sus dedos. Se tumbó en el suelo para ver todo en perspectiva sin dejar de mirar los cambios de palabras y de luces de la instalación. ¿Estaba jugando o disfrutando del arte? Ambas cosas, porque no están reñidas. El juego es el método de exploración y de contacto con el mundo que tienen los más pequeños.
Arte clásico o moderno, no importa del tipo que sea si les sorprende, ilusiona o si les provoca algo, lo que sea. Como en otra de las obras expuestas en el Guggenheim de Bilbao y recién llegada de la Tate de Londres: ‘The Krazyhouse‘, una sorprendente videoinstalación de Rineke Dijkstra en la que aparecen cuatro personas grabadas sin parar de bailar sobre un fondo blanco. Fue lo que más le gustó. Se sentó en el centro y se metió tanto en el ambiente que terminó bailando y dando palmas al ritmo de los bailarines de discoteca, provocando las risas del resto de visitantes del museo.
Más tarde, en la Alhóndiga de Bilbao, volvió a sorprenderme cuando se escapó de mi mano y se colocó en el centro de un círculo iluminado que resaltaba sobre el suelo del edificio, casi a oscuras. Allí se quedó un buen rato, y a los pocos minutos aparecieron otros tres niños menores de dos años para jugar en la luz. ¿Quién dijo que los bebés no saben interactuar con el arte?
Por cierto que los domingos de noviembre y diciemre el museo bilbaíno ha celebrado talleres de arte para bebés (un grupo para menores de un año y otro grupo para menores de dos) en los que trabajan la pintura. Me quedé con ganas de ir, pero tienen más talleres navideños para niños. Y para niños más mayorcitos, dejo este enlace para iniciar a los niños en la pintura. Hay veces en las que sólo haciendo las preguntas adecuadas conseguimos el interés de los más pequeños.
¿Cómo acercáis a los bebés al arte?