De Luis Landero sólo había leído su magnífico Juegos de la edad tardía. Una suerte haberme topado aquí con el don de la palabra que tiene dedicado a contar sus recuerdos de infancia, a ajustar un poco las cuentas con su familia, a la que justamente devuelve el protagonismo merecido. Eso que seguramente muchos hubiésemos querido hacer y nunca hemos sabido cómo.
La inmensa belleza de la sencillez, del recuerdo y del cariño. Habla mucho de historias que gente humilde que, vista su vida como nos la cuentan , y comparando con la caterva de chorizos que hace años nos asolan, cobran tamaño de gigantes. Así los coloca un poco en el lugar que les corresponde a esa generación , a los que levantaron este país y nos dieron lo que somos.
...Yo no sé de dónde ha sacado esta gente, esta generación infortunada, su temple y su entereza. Una generación, casi dos, que sufrieron la guerra y la posguerra, que vieron truncados sus proyectos de vida en plena juventud, que trabajaron como mulas y lo sacrificaron todo para que sus hijos corrieran mejor suerte que ellos y cuya obra, no sé si humilde o grande, es esa, el bienestar de los suyos: esa fue la causa por la que lucharon y esa su recompensa. Fueron vidas oscuras, anónimas, de las que ya casi nadie quiere acordarse, aunque fuese al menos para agradecerles los servicios prestados...