Antes de que sigáis, esta entrada no es apta para vegetarianos o veganos. Incluso no se hasta que punto puede haber imágenes que no les resulten agradables…Y no es ironía, nada más lejos de nuestra intención!!. Faltaría más que cada uno no pudiera elegir su opción de cómo alimentarse, sería el colmo!
Y dicho esto, a nosotros que comemos de casi todo (siempre hay algo por probar o algo con lo que la lucha está perdida) nos cautivó la cocina de este restaurante uruguayo donde dicen que los argentinos de Barcelona van a comer: El Boliche del Gordo Cabrera.
Habíamos oído algo, pero realmente poca cosa. Realmente fue en el Pasaporte Gourmet donde lo conocimos, ya que está dentro de su oferta. Buscábamos un sitio para comer carne, tipo argentino y nos acordamos a tiempo de El Boliche del Gordo Cabrera. De los rumores oídos una de las cosas que se repetía era lo bien que hacían la carne y la buena matería prima que utilizaban.No tiene una gran fachada, aunque si tiene una terraza bien visible, diría que es la única del tramo de la Calle Consell de Cent donde se encuentra. Y no solo es visible, sino vistosa: más que una terraza es una sala de estar, más enfocada a tomar el café o la copa con el cigarro , porque comer sería bastante incómodo.
El interior es mucho más grande de lo que parece desde fuera. El local tiene techos muy altos, incluso es posible que tenga un piso superior, un pequeño recoveco hace de bodega y la cocina está a la vista. Al fondo del local encontramos una zona posiblemente enfocada a grupos haciendo dos distinciones muy sutiles entre los comedores, si es que realmente existe esta diferencia, ya que es algo que dedujimos por la distribución de las mesas. Decorado con buen gusto, con luces tenues pero suficientes para verse las caras y la comida. No lo esperábamos cuando vimos el restaurante desde la calle. La primera impresión fue muy buena. La mesa, al tener la reserva, estaba preparada y nos acomodamos. Enseguida nos traen la carta. El servicio fue ágil, aunque también hay que decir que éramos pocos. Fuimos a comer tres personas y teniendo claro que la protagonista iba a ser la carne, nos decidimos por unos entrantes a compartir y luego escoger cada uno un plato.Empezamos con un Pa de Coca.
Recien tostado y bien rociado de aceite, este pan estaba muy bueno. Dos trozos de pan para cada persona, de un tamaño correcto y muy vicioso. Suele ser de lo primero que traen, y a esas horas, es muy peligroso tenerlo en la mesa y no comértelo antes de que llegue la comida. Imprescindible.Otro entrante que en este caso compartieron solo dos fue una Provoleta a la parrilla.
Por los comentarios que escuché y el tiempo que duró el queso encima de la mesa, debería estar buenísimo. Duró poco, y menos hubiera durado si no hubiera sido porque tuvieron que espera a que se enfriara, ya que venía recién sacada del fuego que, por cierto, podíamos ver desde la mesa en que estábamos sentados.El siguiente no me lo salté: Milhojas de patatas, manzana y foie con mermelada casera de echalote y reducción de Pedro Ximenez. ¿Cómo iba a perderme algo así?
Espectacular: Tres trozos bien visible de foie fresco que derramaba aún su grasa, mezclándose con la mermelada. La rotundidad del sabor de la reducción del Pedro Ximenez el punto ácido de la manzana y la patata cocida que recogía y amortiguaba toda la mezcla de sabores lo hacía sabrosísimo. Debo reconocer que somos incondicionales de este tipo de platos. Muy mal hecho tiene que estar para que no nos guste. Este entrante podría ser tranquilamente un plato único.Y pasamos directamente a las carnes, que de eso se trata. Escogimos tres diferentes.
Primero un Bife. ¿Qué decir? Jugoso como él solo. Es una delicia, incluso para los no demasiado carnívoros. Por definición, el bife no deja de ser un bistec o filete. Es lo mismo, varía la palabra originaria: en este caso Beef. Hecha en el punto pedido y acompañada de ensalada para aligerar. Imprescincible para los amantes de la buena carne. El siguiente, medio ojo de buey. Y digo medio porque existe la opción de pedir un ojo de buey entero pero hablamos de 600 gramos de carne. Con los 300 gramos de la mitad era suficiente… aunque esto es cuestión de “capacidad estomacal”. Buena carne de buey y también cocinada como se demandó. Los incondicionales de la carne de buey dicen que es difícil encontrar una buena en Barcelona. Esta la encontramos de un nivel bastante alto, pero, sinceramente, desconocemos si estaría a la altura de estos especialistas. La tercera opción, Entraña. La pedimos pensando que sería la ración más pequeña pero la entraña era entera!. O sea, las dos piezas. Otras veces la hemos comido, pero nos han puesto un trozo y supongo que íbamos con esa idea. La cantidad fue tremenda, no pudimos acabarla y hubo parte que se devolvió, algo que va totalmente en contra de nuestros principios. La entraña es una carne pegada a las costillas del animal. Su forma es parecida a la de un lomo, muy magra, pero es una carne dura, no tiene la textura del bife o del ojo de buey ni mucho menos. Por eso lo ideal es que quede jugosa por dentro. Para acompañar las carnes, sirven unas salseras para que añadas algún aliño si lo consideras oportuno. Nosotros no tomamos ninguna de las tres: ni el chimichurri ni el all i oli ni la tercera, que no sabemos que era (creo que olivada…). Aunque parte de la entraña se devolvió, no perdonamos el postre, aunque es cierto que no escogimos los más contundentes. Uno de ellos era fruta: Carpaccio de piña, aunque acompañado de helado de vainilla, era solo una bola. Una clásica combinación que tiene poca elaboración y ningún secreto más que la fruta elegida esté en su punto. No por eso es despreciable, ni mucho menos. Cortada muy fina, fue un postre muy ligero. En el segundo postre pecamos: crema catalana casera. Aunque solo la probamos, ya que fue el postre elegido por el tercer comensal, no pudimos evitar caer en la tentación de meter la cuchara y coger un poco con su ración de azúcar quemada, obviamente. Estaba muy buena y bastante cremosa, una característica que a veces no se respeta y se sirve demasiado líquida…Nosotros fuimos a comer carne, pero tienen pescados, verduras y más platos que podéis consultar en su web, así como un menú diario por menos de 15 Euros que parece una buena opción. Acompañamos con un clásico que fijo en nuestra lista: un Luis Cañas, eso sí, reserva que pensamos que era el más acertado.
La cuenta no fue exagerada, teniendo en cuenta lo que habíamos comido, fueron 90 Euros, 25 de vino. Es cierto que existe el descuento del 40 % de Pasaporte Gourmet en la comida por lo que si vais sin él debéis añadirle unos 36 Euros más. En cualquier caso, los precios están en su página. Resumiendo, no llega a 40 Euros por persona y salimos muy pero que muy satisfechos, tanto por lo ingerido como por el trato recibido. Siempre tenéis la opción de hacer una primera incursión con el menú ;-). Si os gusta la carne, anotadlo en vuestra lista, si es que no lo conocéis ya.