Revista Cultura y Ocio

El bosque de los corazones dormidos, de Esther Sanz

Por Eltiramilla

El bosque de los corazones dormidos, de Esther Sanz

Tras la muerte de su abuela, Clara se muda de Barcelona a un pueblo de la sierra soriana llamado Colmenar en el que vive su tío, el único pariente vivo que le queda. La relación con él, al que apenas conoce, es fría y distante, tanto que prefiere alojarse en la dehesa familiar, alejada aún más de la civilización. La visita a menudo un chico del pueblo llamado Braulio, y poco a poco comienza a forjar también amistad con Berta; además, en la casa va a encontrar secretos de su pasado y en el bosque conocerá a Bosco, un misterio en sí mismo.

A pesar de la reseñable campaña de publicidad que rodeó a este libro, lo cierto es que la principal apuesta de Montena para el otoño pasado deja mucho que desear. Para empezar, ya desde el principio el lector se mosquea con la cantidad de elementos sacados directamente de Crepúsculo que se pueden encontrar articulando la base de la trama: chica llega desde una gran ciudad de clima agradable a un pueblo perdido de la mano de Dios de condiciones más extremas; chica está triste por algún motivo relacionado con su madre; chica no se lleva bien con el familiar con el que se va a hospedar; chica conoce a un chico maravilloso de condición paranormal que, cómo no, se enamora de ella. Tenemos a Clara y a Bosco, la primera muy insoportable y el segundo muy aburrido, fantasioso y perfecto; por supuesto, ambos protagonizan un romance ñoño, previsible y repentino como tantos otros que ya hemos visto antes en la LIJ. Si no fuera porque los dos ocupan el grueso de la historia, el asunto mejoraría un poco con los secundarios, porque por una parte la autora le da la vuelta al triángulo amoroso de turno (Clara, Bosco y Braulio), por otra parte añade un punto entrañable con el tío de Clara y además introduce a Berta, quien se merece el título de protagonista mil veces más antes que Clara. Por otro lado, la trama tiene algún acierto, como la inclusión de la apicultura o la obra de Bécquer como leitmotivs principales de la novela; sin embargo, al final sigue sin levantar cabeza porque la historia está protagonizada por dos personajes insulsos y sin personalidad, se desarrolla con torpeza, no acaba de convencer y su magia pseudo-científica carece de la magia suficiente (valga la redundancia) para despertar el corazón del lector.

Me es imposible disimular mi decepción con este libro. Sabía que viniendo de la colección Ellas, que me ha dado más disgustos que alegrías, debía esperar poco de él, pero aun así seguía guardando algo de esperanza, porque a pesar de todo podría haberse convertido en una lectura entretenida y resultona. Ante este panorama, El bosque de los corazones dormidos se queda como una obra de la que recomendaría pasar de largo.


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