Cuando por fin me armo de valor para saltar desde la ventana del hotel en el que llevo encerrado dos días, un individuo sonriente que se asoma a un balcón contiguo me dice:-¿Por qué tanta urgencia? -No se tire hombre. Por lo menos espere hasta que escuchemos la sirena de la ambulancia que acabo de llamar. -Compréndame, -añade con un par de narices, - desde ayer soy el primero en la lista de los que esperamos un riñón.
Texto: Paloma Hidalgo Díez.
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