El nombre de este ejemplar era Genitor (en latín Creador, reproductor, padre...) y parece ser que el futuro dictador le puso ese nombre para honrar la memoria de su padre, Gayo Julio César, que murió en 85 a.C., cuando él tenía 14 años.
Probablemente pasó su infancia y juventud en los establos que el futuro dictador tenía en su casa en la Subura y Suetonio cuenta que, cuando los arúspices vieron el prodigio de tener pezuñas con la forma de los dedos de los hombres, declararon que quien lo montara dominaría el mundo. Es por eso que César lo tomó como su caballo favorito, lo montó el primero y con cuidado y que, además, prohibió que nadie más lo montase.
Parece que este fiel compañero le acompañaría durante toda la Guerra de las Galias y en el pasó del río Rubicón, dos acontecimientos no solo importantes para la vida del político, sino que cambiarían y darían una nueva forma a la historia de Roma.
Pero hay que tener en cuenta que esto es una leyenda y que la realidad puede obedecer a la siguiente norma: César viajó bastante y es probable que esa leyenda tome como referencia no un caballo, sino un tronco de la misma familia con un padre común que heredaría el rasgo.
César y Genitor tras ganar la
Guerra de las Galias
Ni que decir tiene que el augurio se cumplió y que César llegó a dirigir Roma, por lo que quedaría inmensamente agradecido a esta familia de caballos que le había "ayudado" en su ascenso al poder.
Por eso, cuando mandó construir el Templo de Venux Genetrix en el Foro Julio, una supuesta antepasada de su familia, dedicó una estatua a este caballo frente la puerta para que lo protegiera durante las batallas.
Fuentes: