En ocasiones, hay algunos sábados y domingos por la tarde que lo que más me apetece es sentarme en mi escritorio, ponerme música y hojear algún libro ilustrado. Hoy ha sido un día de estos. Hace mal tiempo y no tenía ganas de salir. Así que he echado un vistazo a mi estantería y he cogido un atlas ilustrado de los celtas publicado por Susaeta. Me acompañaba también la banda sonora de Rob Roy, esa magnífica película protagonizada por Liam Neeson y ambientada en la Escocia del siglo XVIII -precisamente la han puesto esta tarde en la televisión-. Una de las páginas del libro, que no recordaba haber visto con anterioridad, me ha llamado poderosamente la atención: hablaba de un fragmentado calendario celta en bronce del siglo II d.C., encontrado en la localidad de Coligny a finales del siglo XIX. Actualmente se encuentra en el Musée Gallo-romain de Lyon. Lo que más me sorprende es que contiene carácteres latinos. Según el arqueólogo francés J. Monard, fueron los druidas quienes tomaron la inciativa de grabar este calendario para conservar su tradición, pues el calendario juliano ya se había impuesto a lo largo del Imperio romano. He pensado que este texto podría ser de vuestro interés, así que os lo he copiado. Siempre es fascinante conocer la vida cotidiana de las culturas antiguas, sus creencias, su arte o su literatura. Ahora conoceréis cómo dividían el año los antiguos celtas.
La forma en que los celtas solían subdividir el año y caracterizar las estaciones nos es conocida casi exclusivamente gracias a la gran placa de bronce descubierta en la localidad de Coligny, en Francia, en 1897, que se remonta a finales del siglo II d.C. La placa, reducida a fragmentos, contiene el texto celta de un calendario en caracteres latinos y fue grabada, con toda probabilidad, por iniciativa de los druidas. Este calendario presupone un conocimiento avanzado de las leyes que regulan el movimiento de los astros y demuestra cómo, tanto el conocimiento de la astronomía como el de las matemáticas, fueron muy profundos entre los celtas. Tal vez la dificultad de los cálculos en los que se basaba el calendario fue lo que empujó a los druidas, contrarios a la escritura -a pesar de que la conocían-, a escribir sus secretos, disponiendo su registro en bronce. La fecha en la que fue realizado parece indicar la voluntad precisa de transmitir un patrimonio de sabiduría ancestral que, tras el avance de la romanización que siguió a la conquista de las Galias, y la difusión del calendario juliano, recientemente introducido en el nuevo imperio, estaba en peligro de perderse para siempre.
Los datos recavados del estudio del calendario de Coligny coinciden con lo que nos han transmitido los escritores latinos, sobre todo Plinio. Éste afirma que el año celta tenía un carácter cíclico. La unidad base era el lustro, cuya repetición por seis daba origen al saeculum, que comenzaba en la sexta Luna. El año celta podía tener 355 o 385 días; habitualmente constaba de 12 meses, pero cada 30 meses se intercalaba otro de 30 días, como corrección respecto al año solar. El cálculo se realizaba en función de la alternancia de las fases lunares. El inicio del mes coincidía con el plenilunio, y el día incluía el tiempo que transcurría de puesta a puesta de sol. Los nombres de los meses y su posición reflejan la vinculación de los celtas con la tierra y las estaciones agrícolas.
El año començaba con el mes de Samonios, que correspondía al periodo de octubre y noviembre, es decir, al otoño. Seguían, por orden, Dumannios, Riuros, Anagantios, Ogronios y Cutios. Al final del primer semestre, cada cinco ciclos se intercalaba un mes extra denominado Mid Samonios. Con Giarmonios comenzaba el segundo semestre, seguido por Simivisonios, Equos, Elembivos, Edrinios y Cantlos. El calendario de Coligny, aunque relativamente tardío, es el producto de una tradición secular cuyos orígenes son anteriores a la conquista de Galia por parte de los romanos. A pesar de la escasez de testimonios similares (se han hallado fragmentos de calendarios análogos en el lago d'Antre en 1807 y en el santuario de Villards d'Héria en 1967), no es disparatado pensar que los principios en los que se basa este sistema de cómputo del tiempo fueran comunes al conjunto de las poblaciones celtas repartidas por el territorio europeo.
INICIO DEL AÑO
Samonios
Caída de las semillas
Octubre/Noviembre
Dumannios
Las profundidades más oscuras
Noviembre/Diciembre
Riuros
Tiempo de frío
Diciembre/Enero
Anagantios
Tiempo de estar en casa
Enero/Febrero
Ogronios
Tiempo de hielo
Febrero/Marzo
Cutios
Tiempo de vientos
Marzo/Abril
Giamonios
Salida de los brotes
Abril/Mayo
Simivisonios
Tiempo de claridad
Mayo/Junio
Equos
Tiempo de caballos
Idóneo para los viajes
Junio/Julio
Elembivos
Tiempo de los pleitos
Cuando, con ocasión de las fiestas, se celebraban los matrimonios y se presentaban los casos que se debían discutir ante los jueces
Julio/Agosto
Edrinios
Tiempo de sentencias
Cuando se resolvían los litigios
Agosto/Septiembre
Cantlos
Tiempo de cantos
Cuando los poetas se establecían en las aldeas para pasar el invierno
Septiembre/Octubre
FIN DEL AÑO