El cambio climático está aquí y las consecuencias varían según el lugar donde vivamos. El 24 de octubre, celebramos el Día Internacional contra el Cambio Climático, aprobado por la ONU y convertido en el mayor desafío que afrontamos toda la humanidad. Ya no hay vuelta atrás.
El cambio climático significa incendios, inundaciones, sequías, temperaturas extremas, el aumento del nivel del mar, glaciares derretidos, hambre, pobreza, desplazamientos, la pérdida de los arrecifes de coral o la biodiversidad.
“Es la crisis que define nuestra época” define ACNUR, donde cada año más de 20 millones de personas deben abandonar su hogar y trasladarse a otros puntos de su propio país debido a los peligros que causan la creciente intensidad y frecuencia de eventos climáticos extremos. Y es que las personas refugiadas, desplazadas internas y apátridas se encuentran en el frente de la emergencia climática.
Asimismo, un informe reciente del Estado del Clima en América Latina y El Caribe 2020 de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), confirma que América Latina se convertirá en una de las regiones del mundo más afectadas por el cambio climático, donde ya están causando graves daños a la salud, a la vida, a la comida, al agua, a la energía y al desarrollo socioeconómico de la región.
Según lo dictaminado en el tratado internacional sobre el cambio climático, Acuerdo de París, es vital poner límites al calentamiento global por debajo de 2,0 grados centígrados, para reducir los riesgos en una región que ya enfrenta obstáculos económicos y sociales para su desarrollo de manera sostenible.
Sara Tiul, mujer rural de San Francisco Mollejón (Guatemala), nos contó cómo la suma de la crisis climática y la pandemia afectaron a sus huertos comunales liderados por mujeres quechuas.
Asimismo, desde Global Humanitaria, trabajamos en varios proyectos en distintos países y junto a varias comunidades para combatir el cambio climático como las escuelas resilientes, viveros escolares y huertos familiares en Bolivia, reparto de semillas en Perú o los huertos escolares en Guatemala que han supuesto una gran oportunidad para asegurar la soberanía alimentaria familiar.
El cambio climático requiere por un lado de planes globales, no solo a nivel gubernamental, sino también como ciudadanos, y por otro lado pasar a la acción a pequeña y gran escala.