John Cassavetes ha sido, si no el primero, sí uno de los fundacionales y más influyentes cineastas en esto del Cinema Independiente. Películas de escaso presupuesto, con margen para la improvisación del actor, con secuencias con desconcertantes cadencias y métrica(me viene ahora mismo a la memoria la secuencia del bar en "Maridos"), una forma de rodar arriesgada y audaz siempre en la periferia de Hollywood más convencional.
De ascendencia griega, a Cassavetes quizá una gran parte de los espectadores lo conocen por su faceta de actor más que en la dirección. Películas como "Doce del Patíbulo", "Código del Hampa" o "La semilla del diablo" hicieron de John un rostro mundialmente reconocible.
Pero como director en bastante menos conocido, pese a ser uno de los grandes renovadores del cine norteamericano. En su primera película, "Shadows"(1959), aborda el tema de racismo en pleno apartheid norteamericano con una jazzística(Banda Sonora de Charles Mingus) y cautivadora veracidad. Sorprende esa impronta novedosa, underground, de un tipo de aspecto clásico y serio como Cassavetes.
Después vendrían maravillas como "Así habla el amor", "Una mujer bajo la influencia" o "Gloria", siempre rodeado de grandes amigos como Ben Gazzara, Peter Falk o la mujer que fue su musa(también vale al revés): la espléndida Gena Rowlands.
La metodología de escritura y rodaje de Cassavetes dejaba un enorme margen para la aportación y reescritura del guión por parte de los actores, que solían ser amigos de John o incluso gente que se encontraba por la calle y a los que convertía de la noche a la mañana en parte fundamental del reparto de sus films. Esa frescura y verismo espontáneo que exhalan los nos profesionales, en las antípodas de las maquinales y automáticas interpretaciones de carrerilla de algunos profesionales( Johnny Deep, por hablar de uno de los de ahora, cada vez resulta más peripatético).
Al Ruban nos lo cuenta muy bien: "Si ocurría algo no planeado, alguna emoción espontánea, John inmediatamente quería explorarla, ir a lo más profundo, porque verdaderamente quería conocer a fondo a esa persona. Y cuándo él quería saber, se convertía en un espectador. Realmente le interesaban las personas y, sobre todo, el tema del amor. El amor hace que las personas hagan lo que hacen en la vida, ya fuere intentar conseguirlo o alejarse de él. Es el motor más fuerte en la vida de la gente y él quería explorar todas sus variaciones".
Hay un antes y un después del cine de Cassavetes. No utilizaba a sus actores de forma funcional, mecanicista, como era y es moneda común en la mayor parte del cine y de sus directores . En sus películas queda radiografiado con total naturalidad- en los rostros, en los pequeños gestos o silencios de los personajes- ese mundo interior y atormentado de los deseos no satisfechos, de las pasiones no consumadas, del tiempo que se escapa entre los dedos sin habernos siquiera percatado. Por ejemplo, entre el humo, el alcohol y las risas de "Maridos" se puede intuir a esos tres adultos que se han negado a crecer y a asumir las responsabilidades de su edad, con sus miserias a cuestas expuestas y medio exorcizadas en mitad de la orgía de alcohol tras la muerte del amigo de la juventud. O esa Gena Rowlands desquiciada y al borde de otra crisis en "Una mujer bajo la influencia".
La temática de Cassavetes tiene que ver en gran medida con la búsqueda del amor, de la felicidad, de esas dignas aspiraciones humanas que casi siempre acaban siendo conceptos truncados, o un tanto inasibles e incomprensibles que Cassavetes se encarga de rodar en largas secuencias y primeros planos fijos y congelados, con un lenguaje cinematográfico innovador e inequívocamente "de autor"... con vocación intelectualizada e intelectualizante.
Esa periferia en la que Cassavetes sobrevivió con dignidad y actitud encomiable parece que nos queda revelada a la perfección en la siguiente anécdota que nos vuelve a recordar Ruban:
–"Porque John no era una persona que pudiera tolerar los condicionamientos de Hollywood. En el caso de Un niño espera, fue contratado como director, no escribió el guión ni eligió al elenco: Burt Lancaster y Judy Garland en los papeles principales y, en segundo lugar, los niños del asilo, que realmente tenían un retraso mental –exceptuando al protagonista–. Un día, John tenía que filmar una escena importante con los chicos, quienes le interesaron tanto como para tomarse tres días para filmarla. Y también, porque no quería alejarse de ellos. Para él, los chicos eran mucho más interesantes que Burt Lancaster y Judy Garland. John entendió claramente que estos niños tienen un lugar en la vida, no se puede encerrarlos en un edificio, y así hacer de cuenta que no existen. Pero Kramer le dijo que la película era, fundamentalmente, la historia de amor entre Burt Lancaster y Judy Garland. ¡Y ahí ya teníamos un conflicto! Por eso, John fue despedido en la post-producción. Quizás eso fue algo bueno, porque reforzó sus propias convicciones sobre lo que realmente quería hacer"
Cassavetes estuvo y continúa estando en la vanguardia de esto que entendemos por cCne Independiente: bajo presupuesto, peso sustancial de guiones y diálogos, actores no profesionales, naturalismo, audacia, crónicas de lo cotidiano, narraciones de hechos y situaciones transversales al cine mainstream aderezadas con toda suerte de personajes colaterales y/o marginales, etcétera.
Yo lo resumiría en las sabias palabras de Diderot: "En el momento en que el artista piensa en el dinero, pierde el sentimiento de lo bello".
Con que su hijo Nick,( "John Q") heredase la tercera parte de su talento yo ya me daría con un canto en los dientes.
Hay que volver a desempolvar a Cassavetes para comprender un poco mejor lo que hoy entendemos como Cine Independiente o underground.
Saludos de Jim y nunca dejéis de ver películas. Suelen poseer, las buenas, más vida que la propia vida.