El Clásico de la Semana: 'El hombre del brazo de oro'

En el año 1955, y pese a los obstáculos que el riguroso Código Hays iba a interponer en su contra, Otto Preminger acepta el reto de producir y dirigir una película inspirada en la controvertida novela de Nelson Algren y contando con un trío de actores en el momento más álgido de sus respectivas carreras. Tras esquivar a la censura, su enorme éxito crítico y comercial  y sus 3 nominaciones al Oscar la acabaron convirtiendo en una de las películas más admiradas de su director por su crudo reflejo del mundo de las drogas. Nuestro ilustre clásico de la semana no es otro que "El Hombre del Brazo de Oro".

¿De qué va?

Tras sufrir una cura de desintoxicación en un hospital, el bateria de jazz Frankie Machine regresa a Chicago. Allí encuentra a sus amigos y a su esposa Zosh, que ha sufrido un accidente de automóvil. Intenta ganarse la vida jugando al póker en tugurios donde conoce a Molly, una bella bailarina que desea que cambie su peligrosa forma de vida. A pesar de sus esfuerzos, Frankie vuelve a caer en la droga y es descubierto por sus compañeros de juego cuando hace trampas durante una partida. Drogado y confuso, es incapaz de tocar durante una audición, mientras un amigo descubre que su esposa finge haberse quedado paralitica des pues del accidente para retenerlo a su lado.

¿Quién está detrás?

Uno de los grandes del cine clásico y de la historia del cine en general. El maestro Otto Preminger.

¿Quién sale?

Frank Sinatra, Eleanor Parker , Kim Novak y Arnold Stang

¿Qué es?

El origen de "Trainspotting"

¿Qué ofrece?

Una gran carga dramática, crítica social y por supuesto, las drogas, son los tres principales pilares sobre los que se sustenta  Otto Preminger para analizar de modo minucioso y realista la angustia del toxicómano, la dependencia de la droga, el sufrimiento y las crisis asociadas al síndrome de abstinencia. Crea imágenes poderosas que explican la administración de la heroína y el calvario del drogadicto exponiendo con gran atino  el peso del entorno (la carencia de trabajo estable, desestructuración familiar, frustraciones personales o la presión de los traficantes) y añadiendo además con gran poderío factores ambientales claves como lo es el caso de un barrio en el que abundan el alcoholismo, el paro, la prostitución, la marginación, la criminalidad, el chantaje, la miseria y el juego.

Así nace un retrato desesperado sobre seres humanos asimismo desesperados, y que quizá por eso mismo no contó en su momento con el beneplácito del autor de la novela original, Nelson Algren, quien cuando se estrenó el film siempre le reprochó su “final feliz” mientras que el libro concluye con el suicidio de Frankie ahorcándose. Puede que hubiera en la actitud de Preminger y sus guionistas un intento de suavizar las aristas de un relato ya de por sí lo suficientemente duro; al parecer, el propio Preminger llegaría a reconocer que, en efecto, “la película no es ni una décima parte de lo dramática que podría ser”. Pero también puede verse, como afirma a su vez José de Diego Wallace, que “el retrato de la victoria de Frankie Machine  sobre el vicio que lo esclaviza constituye una emotiva variación sobre uno de los temas favoritos de Preminger, la lucha del individuo contra una angustiosa experiencia vital”.