Revista Coaching

El club de las ridículas

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Acaba de ingresar en un club selecto. Sin solicitar la membresía. Cosas de trabajar en publicidad. Antes de ser admitida, andaba por la vida aparentando ser una persona solvente, responsable, normal a quien le pasaban cosas interesantes, dignas de ser contadas. Pero no.

Muy a menudo se veía envuelta en situaciones absurdas y patéticas que durante años le han valido en su casa el apelativo de bombera-torera. Ahora sabe que no está sola. Que ha encontrado su manada: el club de las ridículas.

Decía Sir Ken Robinson, que tan importante como encontrar “el elemento”, aquello que una ama y dota de sentido a la vida profesional –en su caso, la comunicación- es hallar a “la tribu”. Ese grupo de iguales que aúpa, aúna y, en suma, hace crecer. Porque una ridícula jamás se reirá de otra –más allá de lo estrictamente necesario- porque ha estado en su patética piel.

Una ridícula es una mujer que tiene un trabajo de éxito consistente en trabajar, al menos, 10 horas al día, comer de pie, viajar mucho en AVE y responder como mínimo a 5 correos al día en inglés. Como ven, el summum del triunfo ridículo, oigan.

El club de las ridículas

Ridícula tipo que ha dejado el café por el té y ha vuelto al café

Al carecer de tiempo material, una ridícula desarrolla unos súper poderes de multitasking que ni Marvel podría que dibujarlos consistentes en acabar presentaciones en taxis, hacer listas y fotos de todo, cotillear abiertamente la cesta de la compra de los clientes en el súper -y fantasear sobre sus vidas, a la caza y captura del insight-, estudiar literalmente la carta de un restaurante y llorar al descubrir que la tipo es comic sans. Porque una ridícula tiene ganas de llorar todo el rato. Por la presión.

En su ciclotimia, una ridícula da palmitas por cualquier cosa, por un nuevo logo, por la compra de una idea, por la última versión de una nota de prensa. Pero la alegría dura poco en la casa de la pobre ridícula. Si saberlo, acabará atrapada en un espiral de Final1ndp.doc; Final2ndp.doc, Final3_REVndp.doc y así hasta el infinito y más allá.

Saberse una de ellas le reconforta y tranquiliza. Solo espera recordar que hoy ha ido a la agencia en coche. No vaya a ser que lo recuerde, de nuevo, ya en el metro. Y se ría de su condición. Y de su fortuna.


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