El Consultorio de Elena Francis fue un programa de radio emitido en España entre los años 1947 y 1984.
Esquema
El espacio, dirigido al público femenino, de treinta minutos de duración, se estructuraba en torno a la correspondencia que dirigían las radioyentes a Dª Elena Francis, que contestaba, a través de consejos, a las dudas, las consultas y las confidencias de un público femenino en su práctica totalidad.
Las cuestiones planteadas iban desde los temas estrictamente domésticos, como cocina o jardinería hasta salud, belleza y problemas sentimentales o incluso psicológicos. Se recuerda especialmente la sintonía del programa: Indian Summer, de Victor Herbert.
A lo largo de sus 36 años de vida en antena, el consultorio adoptó diversos formatos y tiempos de duración, que variaron entre 30 minutos y una hora. Se ponían canciones dedicadas, se leían autobiografías y vidas de santos como modelos a imitar, pero el cuerpo principal del programa consistía en leer las preguntas de las oyentes y darles consejo. Algunas cartas, si así se solicitaba, eran contestadas por correo, lo que servía como confirmación de que doña Francis existía y no era una mera leyenda.
Repercusiones
El consultorio radiofónico de Elena Francis fue un auténtico fenómeno sociológico durante décadas en España y formó parte de la cultura sentimental de varias generaciones. Sin embargo, no fue hasta transcurridos 35 años desde del comienzo de sus emisiones cuando se desveló la inexistencia del personaje con la publicación en 1982 del libro Elena Francis, un consultorio para la transición, del Gerard Imbert. La revelación causó una gran conmoción en una sociedad española, aún ingenua ante los artificios de los medios de comunicación y que durante más de 30 años creyó firmemente que Doña Elena Francis era una mujer real. Hasta el último momento, los responsables del programa afirmaron que Elena Francis existe, es un ente físico. Se trata de una señora «muy digna, muy preparada y muy amante de su intimidad», que tendrá en la actualidad entre 68 y 70 años. No es posible hablar con la presunta Elena Francis «porque sigue una norma estricta de no conceder entrevistas ni aparecer en público».
Críticas
Detrás de Elena Francis estaba el «Instituto de Belleza Francis» de Barcelona, que había creado el personaje para publicitar sus productos. Doña Elena era un ser ficticio y las cartas las contestaba un equipo de asesores, entre los que se encontraban un cura y un psicólogo.
Durante 36 años las respuestas del consultorio fueron invariablemente de una ideología y moral conservadoras sobre el modelo de mujer, madre y esposa del franquismo, siempre sumisa. El consultorio recomendaba a las mujeres abnegación, aguante, mirar para otro lado, hacer la vista gorda, tener paciencia, esperar a que las cosas cambiasen o sacrificarse por los hijos y la familia.
El programa no fue sino la doctrina del régimen franquista disfrazada de consultorio sentimental, aunque llegó a sobrevivir al propio Francisco Franco –se emitió entre 1947 y 1984- y agonizó hasta su muerte, al negarse a actualizarse y seguir preconizando una moral de posguerra, cuando el destape, el divorcio, el feminismo y la lucha por la ley del aborto campaban a sus anchas por una España con prisas por sacudirse su pasado reciente. Las cartas describían un panorama de amas de casa solas, relegadas al hogar y a las tareas domésticas y con poca conexión con el mundo real. Una vez una niña le preguntó a Elena “las reglas de la actividad sexual”. Francis contestó: “Ligada a esta actividad está la función más importante de la mujer, que es la maternidad”.
Respecto a homosexualidad, según Francis, era «un trastorno que las esposas podían remediar». Así, a una mujer que comprueba que su marido es homosexual y va a bares de gais, el consejo fue: “no hacer demasiado caso de los rumores. Compórtese como si no hubiera ocurrido nada, con el fin de que su esposo recobre la confianza perdida. Extreme sus atenciones pero sin que él advierta nada. Cree un grato ambiente en la casa para que él no sienta la necesidad de salir”. En otros casos de homosexualidad, doña Elena opinaba que lo mejor era acudir al médico para que curase el «trastorno».
En cuestiones de embarazos prematrimoniales, el mensaje fue siempre tajante: “la falta” o “el fallo”, era siempre culpa exclusiva de la mujer. “Siendo tú la responsable” o “tu enorme equivocación” eran expresiones habituales. El matrimonio era indisoluble y, según Gerard Imbert, “la filosofía del programa era la de proponer un modelo de mujer abnegada, sufridora, entregada enteramente al hogar y capaz de cualquier cosa con tal de salvar la unidad familiar. Infidelidades, malos tratos, alcoholismo… todo había que soportarlo por el bien de los hijos y su futuro”. El matrimonio era un contrato en el que el hombre podía romper todas las reglas pero la mujer ninguna. En ese sentido, fue un programa imbuido de un profundo machismo que contribuyó a perpetuar estereotipos.
10.000 cartas (desempolvadas) para Elena Francis
Julio de 2006, dependencias de la masía de Can Tirel, barrio Fontsanta-Fatjó, en Cornellà de Llobregat, ciudad de la periferia de Barcelona. Unos operarios del Ayuntamiento encuentran por azar decenas de miles de cartas de las oyentes del consultorio sentimental de Elena Francis y sus correspondientes respuestas en las instalaciones de un deshabitado caserío del siglo XVII que había sido propiedad de una familia vinculada al negocio cosmético que pensó y puso en marcha un programa de radio dirigido al público femenino con la voluntad de dar a conocer sus productos y aumentar las ventas.
El portentoso hallazgo de los trabajadores municipales, localizado en cajas y en sacas de correspondencia repartidas por varias estancias de la desconchada masía, se confirmó tras detenerse a leer algunos de los sobres y comprobar que se repetía el mismo destinatario: «Querida y apreciada señora Elena Francis».
En la semana en la que se celebra el Día Internacional de los Archivos, el Arxiu Comarcal del Baix Llobregat abre al público el trabajo de recuperación y digitalización de casi 10.000 cartas recibidas por uno de los programas de radio más influyentes de la España de los 50 y principios de los 60 del siglo pasado.
Un espacio en el que las oyentes, mujeres «españolas» y «católicas» -la tradicional ama de casa recluida en el hogar, único perfil admitido por la sociedad de una época en la que la censura estaba a la orden del día-, encontraban respuesta a las preguntas y confidencias remitidas a través del servicio de Correos: relatos de terribles escenas de violencia de género y abusos -lejos ha quedado, por fortuna, la perversa expresión crimen pasional-, delitos guardados en secreto durante años, embarazos no deseados, tormentosos dramas humanos, amores prohibidos, búsquedas del marido homosexual huido del hogar…
Un material rancio -acorde a un período rancio de España- y capaz de generar zozobra entre aquellos curiosos que, con la única condición de presentar el DNI, podrán consultar hasta este sábado (13 de junio) en el archivo de la comarca del Baix Llobregat, ubicado en el número 23 de la calle Clementina Arderiu de Sant Feliu de Llobregat, en las afueras de Barcelona.
El Consultorio de Elena Francis duraba 30 minutos en los que se daba respuesta a siete consultas. Pero era mucho más. Se trataba de un extraordinario escaparate de la época en la que concibieron el programa los acaudalados Fradera: José Fradera y su esposa, Francisca Elena Bes Calbet, propietarios del Instituto y Laboratorios de Belleza Francis, ubicado en la céntrica calle barcelonsa de Pelayo.
Poco tiempo bastó para que la apócrifa asesora en cosmética Elena Francis se convirtiera en una líder radiofónica a la que miles de mujeres, resguardadas en el anonimato del servicio postal, pasaron de consultar cuestiones relacionadas con la estética y la belleza o puramente domésticas -jardinería, cocina, decoración- a problemas de toda índole, sobre todo relacionados con el corazón y con la psique.
Las cartas no contestadas en antena tenían su respuesta personalizada a través de una misiva que las oyentes recibían en su domicilio. Así lo atestigua el inesperado descubrimiento de los técnicos del Ayuntamiento de Cornellà. Una filóloga, Pietat Castanya, había sido contratada por la empresa de cosmética para que se ocupase de redactar la correspondencia.
De las cerca de 90.000 cartas conservadas por el Arxiu del Baix Llobregat, más de una décima parte está expuesta. Pertenecen al período que va de 1951 a 1972. Está asegurada la confidencialidad de miles de mujeres que se las apañaban para desafiar el orden establecido y tratar de salir adelante. Y es que la identidad y la dirección de las remitentes han sido eliminadas.
Pero ¿quién diantres era Elena Francis? ¿Quién era la voz del fenómeno sociológico de la época? La familia Fradera aseguraba que era una doctora barcelonesa de unos 70 años con pudor a ser conocida por la opinión pública. La realidad era bien distinta. Se trataba de un personaje de ficción inspirado en la mujer que imaginó y auspició el consultorio sentimental (Francisca Elena Bes Calbet) con la mercantilista intención de promocionar los artículos de sus laboratorios de cosmética y los salones de belleza de postín de la Barcelona de posguerra.
Rosario Caballé fue una de las voces de «Elena Francis» y el «Lecturas» le dedicó un reportaje al personaje con motivo de su cancelación en el año 84, tras 34 años en antena
Fueron múltiples los encargados de responder las consultas en la primera y más influyente etapa del programa; entre ellos, un psicólogo y un cura. En un equipo formado por varios guionistas ocupados en la redacción de las respuestas a las consultas – Ángela Castells, Maria Castañé; Joaquina Algars y Eduardo Alarcón en la primera época; el periodista Juan Soto Viñolo asumió esa labor en exclusiva desde 1966-, destacaban las locutoras que durante casi 40 años prestaron su voz a Elena Francis: María Garriga, Rosario Caballé, María Teresa Gil, Soledad Ambrojo y, sobre todo, Maruja Fernández del Pozo, la más longeva en el puesto.
Maruja Fernández del Pozo
Fue en 1947 cuando empezaron las emisiones del espacio en Radio Barcelona (Fradera era amigo del entonces director de aquella emisora local de la Cadena Ser, Ramón Barbat), donde se mantuvo hasta 1966. Radio Peninsular y Radio Intercontinental alojaron después el mítico Consultorio de Elena Francis. El avance de la sociedad determinó una caída en los índices de audiencia del programa, que echó la persiana el 31 de enero de 1984.
El halo de misterio que envolvía a la mentora y guía espiritual Elena Francis, eso sí, se mantuvo vivo hasta casi el último suspiro. Más de 30 años después, aquellas cartas, tras primero recibir un tratamiento de desinfección y de desinsectación, y después una mano de digitalización, están de vuelta a la actualidad. – Fuente – El Mundo