Revista Cine
Título Original - El Corredor NocturnoAño - 2009Director - Gerardo HerreroElenco - Leonardo Sbaraglia, Miguel Ángel Solá, Erica Rivas, Jorge Sabate, Marta Lubos
La historia que plantea "El corredor nocturno", basada en la novela del escritor uruguayo Hugo Burel, habla de nuestra época, en el contexto de un sistema económico con grietas visibles en todas partes. Enfoca el mundo de los hombres de negocios que viven para el éxito laboral, descuidando su vida personal. Siempre presionados -eso sí-, para ascender en una pirámide que se sustenta cruelmente en el fracaso de los que quedaron abajo. Un tema que por supuesto no es nuevo y ha sido tratado en películas muy vistas como "El abogado del diablo" o para dar un ejemplo bien cercano para los argentinos: "El método" de Marcelo Piñeyro o "Cuestión de principios" del rosarino Rodrigo Grande, aunque en esta última había algo que aquí está ausente: el humor.
Como el personaje que interpretaba Fred Mac Murray en "Perdición" de Billy Wilder o el de Edward Norton en "El Club de la pelea", el mundo laboral de Eduardo (Sbaraglia) es el de la venta de seguros. Este hombre de negocios acostumbrado a vivir bajo constantes presiones, que vive acelerado y corre para desestresarse, se cruza en un aeropuerto con Raimundo Conti (Solá), un personaje tan oscuro como poderoso, un ejecutivo que ya ha alcanzado el nivel al que aspira Eduardo. La relación deriva en un asedio que remite básicamente al eterno arquetipo de Mefistófeles y Fausto.
La película tiene su costado de crítica social canalizado en el formato de un thriller psicólogico. Es una construcción compleja armada con una expresión aparentemente simple.
El personaje mefistofélico (Solá) tiene una constante manipulación sobre el de Sbaraglia. Sabe datos turbios de su pasado y de su carrera laboral, insiste en el costado más infame de este flamante gerente y no cree en sus escrúpulos ni justificaciones. Intenta romper su máscara socialmente correcta y que reconozca hasta qué punto está metido en un engranaje implacable, del que además es un fiel servidor.
En el fondo se trata de un relato moralizador en forma de viaje interior, como el eterno contrapunto entre Fausto y Mefistófeles que son dos caras de la misma moneda, que reflejan dos dimensiones del ser humano, su lucha entre la oscuridad y la luz.
La película enfatiza la ambigüedad y confunde fronteras entre realismo fantástico y lenguaje metafórico. Están las características que acercan el film al género fantástico, es decir, la vacilación del espectador en torno a la realidad de los fenómenos narrados, pero al mismo tiempo es posible también una lectura alegórica a la que finalmente parece inclinarse.
El punto fuerte de "El corredor nocturno" está en lo actoral y la corrección técnica pero el guión y los diálogos se pierden en la incertidumbre de la historia, en su ambigüedad creciente, que termina tragándose todo, porque la batalla es más interna que externa, como boxear con la propia sombra. (Rouse Cairos: Filmaffinity)