Este es el último libro que he leído de la colección de Los ilustrados de la editorial Laetoli. El libro es breve. No es un ensayo filosófico sino la recopilación de las vivencias de los viajes de Fougeret de Monbron, recopilación escrita por el mismo.
Fougeret declara no sentirse atado o identificado con su país, Francia, al cual, por cierto, le dedica no pocas críticas. Con Fougeret recorremos Europa y parte de Turquía, viajamos a Londres, Italia e incluso España. En sus vivencias en estos viajes podemos ver como es crítico con aquello que se encuentra, sacando en más de una ocasión los colores a esos países con sus dardos envenenados.
El libro es un canto al cosmopolitismo, ya que al pasar por diversos países se puede ver que en todos los lugares tienen sus defectos y sus virtudes. No es mejor sentirse de un sitio que de otro, al final, Fougeret declara que no se siente de ningún país. En esa breve sentencia se encapsula ese sentimiento cosmopolita de no ser de ninguna parte en concreto. El hecho de haber nacido en un lugar concreto no es más que un simple accidente, no deberíamos convertir ese accidente en algo arrojadizo entre las personas.