Revista Cultura y Ocio
Pienso bastante en este tipo de cosas, por eso escribo una entrada al respecto, y me gustaría que os tomarais un momento en comentarla con vuestros pareceres.
Está muy bien intentar pensar como adultos a todas horas por temor a que nos llamen "inmaduros" y por consiguiente sentirnos como tal, y también creo que no podemos estar todo el día pensando como niños puesto que el ser adulto implica una serie de responsabilidades con nosotros mismos y con la sociedad. La sabiduría está justamente en encontrar el término medio.
Los niños no tienen la clase de preocupaciones que tienen los adultos ni las mismas responsabilidades, pero ellos no saben que están siendo felices, sólo son niños. Sólo de adultos descubrimos que de niños éramos felices porque no conocíamos la perspectiva adulta llena de quehaceres y más quehaceres, por otro lado, porque cuando nos estamos haciendo adultos nos atrapan en el círculo vicioso de: trabajar para vivir, y vivir para trabajar sin que podamos hacer nada por evitarlo. Nos arrancan la inocencia de cuajo y nos empujan al mundo laboral, a los atascos, a los gritos y a las subordinaciones: Sólo de adultos queremos volver a ser niños cuando de niños sólo pensábamos en crecer y ser adultos.
Los adultos conocen la parte negativa de la vida y por eso buscamos la felicidad y nos consideramos personas verdaderamente felices cuando llegamos a ella en algún momento puntual y casi siempre fugaz (porque la felicidad no es un estado permanente por mucho que la gente se empeñe en afirmarlo).
Sigo pensando en que el ser adulto también conlleva un montón de ventajas, como la toma de decisiones o la elección para la búsqueda de la felicidad meditada, pues no siempre estamos tristes y vemos la vida y a nosotros mismos de color ocre, gris o blanco (preguntadle a Edith Piaf), hay un montón de cosas que merecen ser disfrutadas más intensamente de lo que podría hacerlo un niño. Cada momento tiene su vida y cada vida su momento.
Eso sí, los que leéis mis escritos, mi blog (si es que me lee alguien), sabréis que yo opino que nunca hay que perder la inocencia de la imaginación, y que siempre hay un atisbo del niño que fuimos dentro de la coraza adulta y que podemos disfrutar de todo porque tenemos en nuestro haber ambas perspectivas. La pureza en la mirada, la manifestación de sentimientos, la alegría, el disfrute de las pequeñas cosas... son aspectos que no está bien perder del todo, siempre sin olvidarnos de nosotros mismos. Nunca volveremos a ser niños, pero lo fuimos en algún momento y por eso creo que no deberíamos perder nuestra esencia infantil, sin olvidarnos de lo que somos ahora: adultos. Como decía Niestzche: "La madurez consiste en recuperar la seriedad con la que jugábamos cuando éramos niños".
Pase lo que pase y pese a quien pese, nunca pierdas la inocencia que te llevó a querer ser mayor, que es la misma que te hace creer que puedes volver a tomar contacto con tu ser pequeño. Buscad el equilibrio. Axioma (como dice el anuncio de Aquarius): “El ser humano es extraordinario”.Trabajando con mis pequeñuelos, me planteo este tipo de cosas y gracias a ellos aprendo a disfrutar de lo que es ser pequeño y adulto a la vez.