En el camino encontramos a Jesús, en sus ojos estaba el océano entero, su mirada azul brillaba tanto que me hacía vibrar en esa hermosa energía de amor.
Su barba, sus atuendos, su puesto sobre el puente de piedra, justo al lado del río... Sentado con las piernas en posiciónde de yoga, se dirigió a nosotros con atención.
Causalmente entre sus obras de artesanía en maderas diferentes, se encontraba el símbolo que me acompaña, "el árbol de la vida" , busqué el que sabía que sería el elegido, tallado en madera de camelia, era un ROBLE, como el gran roble que vive al lado de mi casa y nació en una roca.Jesús estaba sentado hablando con mi hijo, le preguntaba si éramos sus padres y nos pidió los nombres de todos nosotros, mientras le dije que toda su obra era hermosa y el me contestó que ahora era FELIZ, que antes pasó desgracias y aprendió de las experiencias que vivió.Comprendí sus palabras y cuando me dispuse a compartirlas con los que no creen , me paró en seco, me dijo que no podría seguir interpretando el rol de madre, comprendí lo que quiso decirme, me di cuenta de mi EGO proyectándose, de nuevo vi a la guerrera que había sido y volví al espíritu donde solo hay paz y agradecimiento.Al despedirnos le comenté que era igual a JESUCRISTO y me contestó...acaso lo recuerdas? o lo has visto? sabes como era?....le dije , es verdad, no sabemos nada y él lo confirmó con la cabeza.Al marcharnos , de repente las lágrimas inundaron mis ojos, no estaba triste, estaba emocionada mi corazón vibraba intensamente y algo en mi había cambiado, algo muy grande había pasado, mi vida había tomado otra mirada y el colgante, el árbol de la vida de Jesús, echó raíces en mi pecho.