Revista Ciencia
Teodoro Fregenal, director del soriano Instituto de Matemáticas Avanzadas del Alto Duero, se fue de vacaciones más contento que unas castañuelas (descripción ciertamente muy vacía, pues las castañuelas, por regla general, carecen de estados de ánimo), ya que por fin iba a estar tres semanas tirado en la playa, sin tener que atender a las constantes murmuraciones con las que el grupo del Burgo de Osma y el grupo de Almazán se atacaban continuamente el uno al otro, por supuesto sin dirigirse nunca la palabra de forma directa, sino siempre a través de su pobre director..Cuando Teodoro llevaba una semana de vacaciones, su secretaria recibió un sobre de Ludovico Pérez, de los de Osma, dirigido al director, con unas hojas dentro; las sacó y las dejó encima de la mesa. Era -aunque la secretaria, que no entendía de matemáticas ni una jota (y mira que las jotas son fáciles de entender, por lo menos en matemáticas; ¡si dijeras la épsilon!)- la demostración de un teorema según el cual la conjetura de Goldbach se podía derivar a partir de un cierto principio, al que llamaremos X (el propio Ludovico lo llamaba "conjetura-LP", por razones que se me escapan). El escrito se acompañaba de una carta en la que los miembros del conventillo de Burgo de Osma declaraban haber chequeado la prueba y comprobado que era correcta en todos sus pasos..Una semana más tarde, llegó al correo un nuevo sobre, esta vez remitido por Jacobo Bermúdez, del grupo de Almazán, cuyo contenido -unas pocas hojas impresas- sufrió el mismo procedimiento que el de Pérez: ser extraído del sobre y depositado sobre la mesa de Teodoro Fregenal, o más exactamente, encimita mismo de las hojas enviadas por Ludovico. En el nuevo escrito, Jacobo demostraba, a partir de los axiomas de Peano para la aritmética, un cierto teorema, que él llamaba "teorema-JB", seguro que por inconfesables razones etílicas, pero que casualmente coincidía hasta la última coma con la "conjetura-LP", o sea, nuestro "principio X". De modo parecido al trabajo de su insoportable colega burgense, los miembros del grupo adnamantino certificaban en una carta adjunta que la demostración de Jacobo era en todo correcta..A la vuelta de sus vacaciones, Teodoro vio los papeles encima de la mesa, los cogió todos juntos, y los metió en su cartera para leerlos en mejor ocasión. "¡Otra reyerta entre esta panda de algebraicas acémilas!", pensó para sí. Tuvo la desgracia, según se mire, de que la cartera se la dejó al lado de la barra de un bar al que pasó a tomarse unos chiquitos camino de su casa, y un golfillo que la vio abandonada la cogió y se la llevó a un lugar apartado de la vista de todos, en el parque al lado del río que traza su curva de ballesta; tomó lo poco que creía de valor, ojeó con gesto de incomprensión los papeles, y los tiró al río, en cuyas aguas y remolinos se fueron hundiendo poco a poco..Al día siguiente del percance ocurrió la famosa catástrofe matemática del Alto Duero, en la que los dos grupos, el del Burgo y el de Almazán, cada uno viajando como siempre en un autocar distinto, y siguiendo ambos el coche de Teodoro camino de las ruinas de Numancia, en donde iban a tener una reunión conjunta, se fueron picando el uno al otro por la carretera que bordeaba un barranco del Duero, con tan mala fortuna que ambos autocares chocaron y cayeron al río, muriendo ahogados todos sus ocupantes, sin que Teodoro hubiera vuelto a preocuparse por los papeles perdidos o a mencionárselos a sus colegas..La pregunta es: ¿tuvieron Teodoro y el golfillo en sus manos una demostración de la conjetura de Goldbach?Enrólate en el Otto Neurath