"La muerte es lo único cierto en este mundo lleno de incertidumbres"
Esta frase la pronuncia solemne y adecuadamente impertérrito Bela Lugosi en el inicio de la película que hoy nos ocupa. El cuervo es una película brutal, pletórica de sentimientos encontrados y, sobre todo, un ejercicio de terror y locura extrema en toda regla. Dirigida en el año 1935 por Lew Landers (realizador poco apegado al género fantástico) y protagonizada por Lugosi y Karloff en otra colaboración memorable (la espléndida Satanás / The black cat (1934) dirigida por Edgar G. Ulmer es otra muestra de ese poderío interpretativo), el film parte y se nutre de las esencias más perturbadoras de Edgar Allan Poe para ofrecernos un ejercicio de cine oscuro, malsano, perverso y atemporal, pues parece que, los años no pasen para esta pequeña joya de la Universal.
La historia presentada es la siguiente: La joven y bella Jean Tatcher (Irene Ware) tiene un grave accidente automovilístico y queda en estado semi comatoso. Una vez en el hospital los doctores no encuentran remedio para recuperarla y deciden solicitar la ayuda del doctor Richard Vollin (Bela Lugosi), ya retirado de la práctica médica. Vollin en un principio se niega a intervenir en el caso pero la visita del padre de la chica, el juez Tatcher (Samuel S. Hinds), lo convence para realizar la delicada intervención quirúrgica. La operación es un éxito y la relación entre la paciente y el doctor se estrecha, Vollin se enamora de la chica pero ella ya está prometida y no puede corresponderle de igual manera. Paralelamente el padre de la chica, que desconfía de las intenciones del doctor, le prohíbe volverla a ver; entonces Vollin decide vengarse de las personas que le impiden obtener la felicidad, el destino pone en sus manos a Edmond Bateman (Boris Karloff), un brutal asesino, que se convertirá en su sicario y herramienta para llevar a cabo sus funestos planes.
La película tiene un ritmo endiablado, ya en sus primeras escenas, en las cuales se muestra el accidente de Jean, podemos observar que la eficacia y economía narrativa va a ser una constante en todo el film. Landers no se entretiene en florituras innecesarias, la presentación de los dos personajes principales es rápida y contundente, sólo hay que ver la primera aparición de Lugosi, sentado en su despacho, con la ominosa sombra de un cuervo disecado reflejada en la pared y recitando parte de los versos del inmortal poema o a Boris Karloff, pistola en mano, intercambiando reflexiones con Lugosi sobre la fealdad y su relación con la capacidad de ejercer el mal del ser humano (cuanto más feo, más malo) para darse cuenta de esta aseveración.
El espíritu de Poe sobrevuela todo el metraje, la presencia ominosa del poema es parte importante de la narración, pero en verdad el eje principal sobre el que gira la producción es el relato El pozo y el péndulo. La obsesión de Vollin por construir réplicas perfectas de los aparatos de tortura descritos por Poe, es el reflejo de una particular personificación del mal en estado puro, instrumentos de tortura creados para provocar dolor y agonía a los enemigos pero que, en verdad, son para conjurar su propio dolor y locura, una tortura mental que provoca una atmósfera turbadora durante todo el metraje y que logran que esta película sea tan especial.
Como es bastante común en las producciones de estos años, la primera parte es gloriosa y absolutamente malsana, la segunda parte parece ideada para rebajar el tono y eludir los muros de la censura, convirtiendo el terror puro en una serie de situaciones a medio camino del misterio facilón y el humor negro, desembocando en un final en el cual los malvados pagan por sus fechorías sin importar, en el caso de Bateman, la redención y sacrificio final, a costa de su monstruosidad, liberando a los prisioneros de Vollin.
Por otra parte, fiel al estilo Universal, El Cuervo es una mezcla casi perfecta de tecnología moderna y ambientación gótica, esto se traduce en una gran cantidad de elementos modernos que permiten a Vollin crear su trampa final: suelos de las habitaciones convertidos en ascensores que llevan al sótano, una consola de interruptores que le permite controlar toda la casa (desde cortar las líneas telefónicas hasta cerrar a cal y canto todas las ventanas y puertas), un moderno quirófano y puertas camufladas que dan acceso a sitios secretos dentro de la casa, todo ello es combinado con todo un muestrario de muros viejos, polvorientos y cubiertos de telarañas que esconden todo un catálogo de maldades y crean una particular atmósfera gótica que impregna todo el film.
Es obvio mencionar que las interpretaciones de Karloff y Lugosi son excepcionales, con más registros Karloff, con más sobreactuación Lugosi, entre los dos llevan todo el peso narrativo de lo film, el resto de actores, todos ellos bastante correctos, quedan eclipsados por los dos "monstruos" del cine terror.
El diseño de los maquillajes estuvo a cargo del gran Jack Pierce y el trabajo de darles forma fue de Otto Lederer, un artesano experimentado, que dividía su tiempo entre la actuación (122 títulos a sus espaldas), la dirección (solo un par de pelis) y el departamento de maquillaje.
El cuervo es recomendable para cualquier aficionado al fantástico que se precie. Una película muy grande que actualmente está un poco olvidada y eso no es justo, ¿verdad amigos?
Como siempre ficha técnica y artística, el trailer lo podéis ver en nuestro canal de Youtube: The Raven.
Título V.O.: THE RAVEN (1935 / USA / 61' / Blanco y Negro)
Guión: David Bohem / Edgar Allan Poe (poema)
Fotografía: Charles J. Stumar
Dirección Artística: Albert S. D'Agostino
Efectos Visuales: John P. Fulton
Maquillaje: Jack Pierce / Otto Lederer / Hazel Rogers
Bela Lugosi, Boris Karloff, Lester Matthews, Irene Ware, Samuel S. Hinds, Spencer Charters, Inez Courtney, Ian Wolfe, Maidel Turner, Anne Darling, June Gittelson, Joe Haworth, Mary Wallace