La primera vez que la oí pronunciar aquella frase, le pregunté su significado; ella, me miró y la frialdad de sus ojos me hizo estremecer.
—Pero, ¿qué, quieres decir?
Vaciló durante unos segundo antes de continuar, tras los cuales sonrió sarcástica.
—Eres una ignorante. Significa, que nada ni nadie está preparado para lo
imprevisto de los sentimientos, ni mucho menos para un cuento de hadas
que termina nada más empezar. Créeme. No, ironizo, el corazón se
resquebraja en su dura realidad.
La miré asombrada. Sus palabras reflejaban el despecho de una mujer que
había sufrido, pero al mismo tiempo, mostraban la imagen de una mujer
fuerte como una roca.
—Bueno Sandra, ya está bien de paranoias—dijo Martina con seriedad—tengo
dos hijos maravillosos, soy feliz, y tengo una vida que yo misma he
fabricado, así que.
¡Viva la dolche vita!
—¡Viva!—respondí, sin más.
En aquel momento Martina se convirtió en todo un ejemplo para mí.
Texto: Nuria de Espinosa