Si es que alguna vez llegó a morir, lo cierto es que la esencia de su olfato seguía muy viva. Tras la publicación de dos trabajos que destaparon la incertidumbre y no supieron ser entendidos por los más fieles seguidores de Dover, la celebración de su quince aniversario desde que publicaran Devil came to me provocó una latente esperanza y emoción entre el público que ocupó más de media sala My Way en Valladolid. Ni siquiera las autoridades locales, que forzaron un repentino cambio de recinto, empañaron el regreso de esta banda. O como (bien) señaló alguien entre el auditorio: “Esto sí es Dover (joder)”.
Fotografía: Jesús Díez
Casi por sorpresa y sin grandes maneras, notable retraso mediante, ocupaba Dover las tablas del escenario. La tenue luz rompía esquemas como, no tardando, haría ‘Rain of the times’ con la primeriza (falsa) timidez de quien reconoce sentirse emocionado. Caídas instrumentales al unísono y voces tentadoras, se sucederían para dar solidez a una frenética ‘Pangea’. Allí donde la batería de un carismático Antúnez se deja representar, ‘Spectrum’, desembocaron para compartir el gusto por un ritmo contagioso que no tiene por qué reñir con los espacios para la oscuridad instrumental.
Atrás no iba a quedarse Samuel Titos, al bajo, a quien perderíamos pronto de vista o al menos a su rostro. Una poderosa e hiperactiva acertada línea de bajo, que se mantendría en ‘Four graves’, recibió un período donde su trabajo en Late at night propició los primeros saltos de los asistentes -siempre acompañados de los rigurosos asentimientos de cabeza-. La sequedad constante en el timbre de su cuatro cuerdas chocaba con la disposición de una Cristina en buena forma, gritona en ‘La monja mellada’ y cantante en ‘Winter Song’. La brevedad de unas estructuras recurrentes se abría así camino antes de provocar la histeria con ‘DJ’, y que se mantuvo con la curiosa dinámica de ‘Flashback’.
Fotografía: Jesús Díez
Y de este viaje por el germen del encanto rock patrio, nos trasladamos a una noche de 1995. Es Noche de Reyes, comenta Amparo, y bromea -no puede ser de otra manera- al presentarnos una balada: ‘Push’. Para, después, hablar en serio cuando se quedó “volada” en un ensayo. No tardaríamos también nosotros, al escuchar ‘Serenade’. Una composición, un hito para la música en español, que resume la capacidad de enlazar la tensión de actitud depresiva que nos reserva esta banda con la energía de un estribillo fácil de recordar. De cerca, seguiría ‘Far’, donde lo brillante de una guitarra solista reside en la sencillez y adaptación a su actitud espontánea.
Fotografía: Jesús Díez
El agradecimiento y la celebración de conseguir cumplir con esta cita en Valladolid se sucedía en, ahora sí, la balada ‘Angelus’. Roto su encanto -en ese momento, apacible descanso entre su repertorio- con ‘Anacrusa’, se despedían de Sister para recordar el estreno de ‘Nightmare’ en la desaparecida sala Subterfugio. Instantes previos a la primera despedida de la formación, a manos de ‘Sea witch’. Pieza de infranqueable vigor que parece abrirse al concepto de música de carretera al llegar a su estribillo. Una seña que pasaría a ser de identidad, constante, en las estrofas de ‘Judas’.
Su atentamente escuchada, disfrutada, ‘Sick girl’, haría su aparición para, en el balanceo de su público, recargar mente y cuerpo antes de que la guitarra arpegiada de ‘Cherry Lee’ evocara todo lo que vendría después. Allí estaba, de nuevo, ‘Devil came to me’. Con la pista de baile reconvertida en un ring de impulsos, choques de espaldas e impredecibles reacciones que no cesaría. A lo que la banda respondió: ‘Loli Jackson’. Para esas horas, Samuel había optado por la comodidad un litro “cinco estrellas”. Mientras, los últimos compases de la noche eran recibidos con una euforia creciente que obligó a Cristina a conceder el protagonismo vocal a un público inagotable. “Muchísima suerte en la vida”, os deseó Cristina. No podemos más que decir lo mismo.
Fotografía: Jesús Díez
Javier Luna Roldán
Estudiante de Periodismo en la Universidad de Valladolid. Amante de la música. De vez en cuando, me dejan caer por aquí.
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