Lucía Dina Galotti. Santa Rosa, La Pampa, Argentina. IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica.
Las escuelas no motivan a los alumnos. Los docentes se encuentran desanimados. ¿Hay culpas? ¿El problema es la familia? ¿Se trata de falta de actualización? Estamos en un momento histórico en el que las tecnologías son el centro de la escena: en el trabajo, el estudio y el entretenimiento. Es imperioso pensar como incluirlas en la escuela.
Se escucha con frecuencia en sala de profesores, la preocupación por la dispersión que provoca en los alumnos, el uso de las redes sociales. Si la escuela carece de internet, los estudiantes tienen de todas formas, acceso a través de sus propios teléfonos celulares. Por otro lado, aún se ve con bastante frecuencia, la clase magistral y el trabajo individual, los cuestionarios cerrados y las guías de estudio. Me pregunto si esto ofrece a maestros y profesores la sensación de seguridad, de tener más posibilidades de control de la clase. Pero también se observa, al escuchar los comentarios de los colegas y al recorrer las aulas, la dificultad para motivar a los alumnos, para sostener la tarea y lograr un trabajo intelectual que sea satisfactorio. Hace falta un cambio. ¿Pero por dónde empezar? ¿Cuál es la “grieta” para intentar construir algo diferente?
Los niños y los adolescentes de esta época están híper estimulados en la actual “sociedad de la pantalla” Pero reconozcamos que ese “afuera de la escuela”, no contribuye demasiado con el pensamiento sistemático y profundo que promueve una mirada reflexiva y crítica sobre el mundo. En definitiva, la pregunta es ¿qué hacer desde el ámbito de la escuela para que circule el conocimiento y se promueva el pensamiento autónomo? ¿Cómo lograr que los estudiantes adquieran, merced a su paso por la escuela, la capacidad de tomar decisiones con fundamentos, trabajar en equipo, planificar y evaluar su tarea, ser flexibles para el aprendizaje continuo, adaptarse a un mundo en el que la tecnología cambia día a día? Es decir, cómo lograr egresados capaces de auto gestionar su propia tarea, más que realizar tareas planificadas por otros y de forma aislada.Desde este marco, surgen otros interrogantes: ¿Cómo incorporar todo lo que nos ofrecen las TIC? ¿De qué manera aprovechar la fascinación con las redes sociales, para encaminar a nuestros estudiantes hacia el conocimiento? Creo que aún no están todas las respuestas. Pero sí hay muchas experiencias que incluso potencian y amplían lo que se hace en el aula. Por ejemplo, compartir bibliografía y material con los alumnos, para discutirlo y analizarlo por medio de las redes sociales. Esto se puede complementar con una propuesta en el aula que retome lo que se intercambió a través de las redes. Publicar producciones y realizar videos de forma colaborativa. Aprovechar para compartir muchos recursos a los que de otra manera es difícil acceder (películas, simulaciones, juegos) Luego, se puede pedir, a partir de estos materiales, una producción escrita, una red conceptual, un power point, que se puede compartir en la red social (Twitter o Facebook, por ejemplo) y retomar posteriormente en la clase presencial. Esto también nos interpela en cuanto a cómo evaluamos, ya que nos ofrece la oportunidad de incluir otros criterios: participación activa en las diferentes situaciones propuestas, tanto en la web como en el aula, pertinencia, coherencia y claridad en las diferentes producciones escritas, participación en Twitter o Facebook, pertinencia de lo presentado, participación en los intercambios orales comunicando con claridad y pertinencia las ideas expresadas, respeto por la opinión ajena, entrega en el tiempo previsto de los trabajos (también lo previsto para Twitter o Facebook), creatividad e innovación en la presentación de sus trabajos, entre otros posibles.
Si bien es relevante la inclusión de las Tic en la propuesta escolar, la cuestión es superar las prácticas tradicionales. Si las usamos para hacer lo mismo, por ejemplo, un cuestionario, o tomar apuntes de la exposición del docente, es probable que nada cambie. La idea es cómo articularlas a la escuela, más que utilizarlas como simples herramientas, de la misma manera que hoy son parte constituyente de nuestras vidas. Lograr, en definitiva, que sean parte integral de la cultura de la escuela, o de otros ámbitos educativos. Las redes sociales, como Facebook y Twitter, por mencionar las más utilizadas y conocidas, constituyen un recurso inestimable para los ámbitos educativos y académicos. Sin embargo, esta faceta de la web es usualmente poco valorada por el común de las personas e incluso por los propios educadores. Por ejemplo, pueden utilizarse para establecer redes que nos conecten con los ámbitos académicos de producción del conocimiento. De esta forma, no importa tanto si no vivimos en los grandes centros urbanos en donde están las mejores universidades, bibliotecas y centros de investigación. A través de la web y las redes sociales estamos en contacto con el mundo.
Las redes sociales introducen otros lenguajes y códigos así como nuevas formas de producción y de transmisión de la cultura. Aparecen de este modo otros saberes, diferentes de los de la escuela tradicional, necesarios para la inserción en la sociedad y la participación ciudadana. Entonces, estos lenguajes tienen que estar presentes en el cotidiano de los centros educativos de todos los niveles de enseñanza. Pero además generan la necesidad de revisar y reinventar las propuestas educativas, para todas las edades.
Sin embargo, hay que estar alerta sobre el riesgo de naufragar entre tanta información. Se requieren pensar alternativas para un uso que viabilice el aprendizaje y que supere el mero entretenimiento o la búsqueda lineal. Es necesario debatir sobre una enseñanza que integre a los recursos tradicionales, los que nos aportan las nuevas tecnologías y analizar cómo utilizarlos en el aula. Un planteo que promueva una mirada crítica requiere de espacios de reflexión sobre su sentido, su alcance y sus limitaciones; sus usos y posibilidades. Es decir, cómo utilizar los recursos de la web, y en particular las redes sociales en la propuesta curricular, para enriquecerla. Esto amerita pensar como reenfocar el aprendizaje con la red y otros recursos digitales, debatiendo sobre el rol del profesor, fundamentalmente, aunque no de manera exclusiva, en los foros y otras redes sociales, que no deberían estar ausentes en las propuestas de enseñanza. En síntesis, y en virtud de lo ya dicho, las nuevas TIC, son un contenido de enseñanza que tiene que estar presente en la educación de este presente siglo.
Fuente: http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?El-desafio-de-educar-en-tiempos-de&utm_content=buffer34247&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer