Revista Cultura y Ocio

El día que Charlton Heston me hizo reír

Publicado el 19 marzo 2020 por Molinos @molinos1282
El día que Charlton Heston me hizo reír–Marco Antonio, dime una cosa, ¿cuánto me quieres? –El amor verdadero no puede expresarse con palabras.
Y me sorprendo a mí misma con una carcajada sonora, sincera y que me sale de ese estómago en el que creía que solo vivía mi ansiedad. Me río tanto que mi madre me pregunta «¿Qué te pasa?»
Lo que me pasa es Charlton Heston tumbado en plan sexual, algo complicadísimo de imaginar y aún más complicado de ver, sobre una actriz que en algún momento, unos meses en 1972, fue famosa que hace de Cleopatra.  Me pasa Charlton Heston con una especie de túnica transparente hasta los pies, con todos los botones desabrochados enseñando su pecho peludo. Me pasa Charlton Heston llevando encima de esa túnica de hippie trasnochado de Ibiza un collar de perlas largo digno de la Condesa Madre de Downtown Abbey.
Por supuesto Charlton y la actriz conocida en su casa a la hora de comer se besan fatal fatalísimo, con esos besos que se daban en 1972 en los que se frotaban los labios unos contra otros como queriendo descubrir que era lo último que habían comido. Un horror de lujuria y deseo. 
A Charlton lo sacan de ese embeleso de túnicas, perlas y malos besos un mensajero que le trae noticias de Roma porque  Charlton, que casi lo olvido, está haciendo de Marco Antonio. El mensajero entre cositas políticas de Cesar y Pompeyo y ejércitos, le dice así como de pasada, que su mujer, Fulvia, ha muerto. «Aquello que desdeñamos cuando se nos va, volvemos a desearlo. Es buena ahora que se ha ido.» dice muy serio agarrado a un aplique de la pared del palacio. Ya te vale, Charlton. 
«Pero, hija, ¿qué te pasa?»
Me pasa que de repente Charlton se pone en plan diva divinísima de Ibiza y le entra un remordimiento brutal por haber estado frotándose con Cleopatra mientras su mujer estaba en la otra punta del mundo y ¡tachán!, como si fuera una vedette, se arranca la túnica, rompe las perlas y se queda en pelotas con un taparrabos con flecos color carne. 
Y se pasea por la estancia de cartón de piedra del palacio de Cleopatra. Y se gira ¡y descubro que además de taparrabos es tanga y le veo los cachetes del culo a Charlton Heston! 
Y me río, me río hasta que se me saltan las lágrimas. Me río a carcajadas de lo ridículo que es todo y de lo en serio que se lo debieron tomar hace cuarenta y ocho años al rodar esta película. 
A partir de aquí, minuto ocho,  la película ya solo va cuesta abajo hasta el minuto 120. Charlton vuelve a Roma se casa con Carmen Sevilla que hace de Octavia, hermana de Cesar. A Cleopatra le llevan la noticia y se lo toma regulinchi así que al mensajero le hace un interrogatorio tronchante: 
–Octavia ¿es alta?–No, nooo, para nada...es bajísima. –Bien, bien. ¿De qué color tiene el pelo?–¿Rubio? –¿Seguro que rubio?–Ah no no, negro feísimo.–¿Es lista?–Qué va, qué va, para nada.... es tantísima. –Bien, bien. ¿Tiene majestad en el porte?–PARA NADA. Tiene tan poca frente que el pelo le sale de las cejas. 
Otra vez llorando de la risa. 
Mientras Cleopatra está jugando al Quien es quién con el mensajero Charlton ya se ha cansado de Octavia porque ésta además está en plan "lo nuestro es platónico" y se vuelve a Egipto a frotarse labios que es lo que a él le va. En medio hay cosas de política romana del tipo quítate tú que me ponga yo y una batalla naval que casi parece protagonizada por los clics (playmobil para los millenials). 
Marco Antonio y Cleopatra se supone que es la historia de como la reina egipcia convirtió a un gran general romano en un pelele pero en mi cabeza será para siempre la peli en la que una actriz desconocida hizo que Charlton Heston fuera en taparrabos con flecos. 
Será siempre la peli que me hizo reír cuando más lo necesitaba. 
*Acabo de leer que la peli la dirigió el propio Heston y que la batalla naval de los playmobil estaba hecha con imágenes sobrantes de la peli Ben-Hur. 

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