Rusti firmaba, hacía suyo todo a su paso. Rusti pensaba que tenía tarifa plana para sellar y personalizar todo su entorno. Rusti conquistaba espacios, paredes, vehículos, monumentos... Era muy popular. Todos hablaban de Rusti. Él se inflaba y seguía engolocinándose saturando su entorno con su sello, sin recordar la máxima de que "nada es eterno"- Pruebas inculpatorias aquí
- Texto y fotos: Francisco Concepción

Rusti en garajes

En piedra de granito

En mobiliario infantil
