Revista Cine

El "Discípulo" falso y amargado de Barrachina

Publicado el 26 abril 2010 por Amendiz @alfonso_mendiz

El No quería hablar de "El Discípulo" hasta que no fuera necesario, pues toda mención pública –también las referencias críticas- ayudan indirectamente a la promoción de cualquier filme, y muy especialmente a las cintas polémicas.
Pero ha llegado un punto en que sí es necesario hablar de esta película. Se ha estrenado, ha levantado polvareda (acrecentada, como siempre, por los medios de comunicación) y ha suscitado denuncias críticas en uno y otro sentido. Y aunque sólo se ha estrenado en 60 salas en toda España (a fecha de hoy debe ser una cifra mucho más reducida), algunos quieren aumentar su recaudación a base de controversias en los medios.
Digámoslo claramente. Esta película, basada en una  desconocida novela de Esteban Poullet y alejada por completo de los Evangelios, no quiere contar la vida de Jesús, sino la que su director, Emilio Ruiz Barrachina, y su “asesor científico”, Antonio Piñeiro, han querido relatar. Y la  promocionan presentándola como “la historia no revelada de Jesús. (¡Vaya recurso original! Eso lo he oído decir de todas las cintas que se han inventado la biografía de Jesús). Por si quedara alguna duda, aquí están las palabras de su director: Mi película es un disparo a la línea de flotación de la religión cristiana. Presento una imagen de Jesús muy similar a la que todos conocemos a nivel iconográfico, pero totalmente distinto como persona. Es la historia de Jesús no revelada”.
Juan Orellana, Director del Departamento de cine de la Conferencia episcopal, señala que “su objetivo es negar la divinidad de Cristo, su concepción virginal, su resurrección, su celibato y su relación personal con Dios”. Así resume el argumento:
En los títulos de crédito ya se expone visualmente la propuesta del film: se ve un icono de Cristo del que se va borrando progresivamente el halo de santidad que rodea su cabeza. La película desdiviniza a Cristo; es su principal intención. (...) En la película Jesús era hijo de una familia numerosa, su madre María no era virgen, San José murió en un combate a espada contra los romanos, y Jesús era cojo, a consecuencia de una herida de espada. Este Jesús era el discípulo predilecto de Juan el Bautista, un agitador antirromano. Jesús se convierte en el líder de una célula antiimperialista que lo que pretende es dar un golpe de estado en Jerusalén. Judas Iscariote es el encargado de conseguir armas en el mercado negro. María, al ver que su hijo se va a meter en un lío, le pide a la Magdalena, la prostituta del pueblo, que le seduzca para ver si así el díscolo hijo se centra en otras cosas. Y la Magdalena, aprovechando la importante cogorza que Jesús coge en las bodas de Caná, lo consigue. Y así es toda la película hasta llegar a una Pasión de tebeo, que pone el broche de oro a este delirio”.
Como cabía esperar, en la película no hay milagros, ni resurrección ni la más mínima referencia a Dios. Además, este filme pretendidamente “científico” pone en boca de Jesús palabras que nunca dijo. Barrachina insistió en la presentación a los medios que “los diálogos están literalmente sacados del Evangelio, aunque en otros contextos”. Pero, como bien señala Orellana, “jamás se había oído antes decir a Jesús: ‘¿qué puedo hacer para olvidarla (a María Magdalena)?’ o gritarle a María, su madre, ‘¿cómo te has atrevido a vender la espada de mi padre’?”. Para justificar otras ausencias, Barrachina argumenta también que “las Bienaventuranzas o el propio Padrenuestro son oraciones conocidas mil años antes de la vida de Jesús”.
Estas referencias bastarían para desacreditar un filme pretendidamente serio y riguroso, y para tomarlo más como una broma que como una película blasfema. Pero no es así, y por varios motivos. Por una parte, porque resulta molesto saber que la Junta de Andalucía y Canal Sur han subvencionado esta película tan ofensiva para la religión cristiana (Y es en nuestra Autonomía donde más intensamente vivimos la pasión de Cristo durante la Semana Santa). Y, por otra, resulta bastante insoportable ver a un Jesús gritón, malhumorado y constantemente airado, que sólo respira odio a los romanos en vez de amor a los hombres, que está en constante pelea con su Madre, y que no es más que un amargado tullido.
¿Dónde está el respeto a las creencias, garantizado por la Constitución? En el artículo 16 se dice que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española”. Quizás a la hora de subvencionar filmes debería primar el criterio de que las obras seleccionadas no ofendan al público. Eso, al menos, es lo que espera toda persona sensata.
(Ver aquí la crítica de Juan Orellana)

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