Siguiendo con mis lecturas veraniegas he tropezado con El disputado voto del señor Cayo, de Miguel Delibes (1978), que adquirí en una edición reducida de Austral. Delibes tiene algo que decir en cada una de sus novelas y en esta dibujó una graciosa pero a la vez triste sátira de los momentos previos a las elecciones generales de 1977 en plena transición española. De la mano de varios militantes de un partido de izquierdas, presuntamente el P.C.E., se nos muestra el corazón de la propaganda electoral y de la persuasión política. La trama se centra en la visita de tres de estos militantes a una zona rural, en concreto a un pueblo con tres habitantes donde el señor Cayo les conduce en un pequeño viaje hacia lo desconocido e infravalorado por ellos. Es una graciosa obra porque muestra cuáles son las situaciones que se viven en el campo y, quien haya frecuentado lugares como los reflejados en la obra de Delibes, puede formarse una idea. Al mismo tiempo es una sátira trágica de denuncia de la desaparición de un modo de vida, una cultura rica, alejada del mundo urbano. También rompe muchos mitos con los que se ha configurado la izquierda, de mano de comentarios machistas, violentos y poco atentos con la realidad del señor Cayo. No obstante, en el personaje de Víctor el autor nos ofrece una ruptura, un signo de esperanza:
“Yo veo una cosa aleteando en el cielo y sé que es un pájaro. Veo una cosa agarrada a la tierra y sé que es un árbol. Pero no me preguntéis sus nombres. Yo no sé una puñetera palabra de nada”. Pág. 157.
“Él es como Dios, sabe hacerlo todo, así de fácil. ¿Y qué le hemos ido a ofrecer nosotros? Palabras, palabras y palabras… Es… es lo único que sabemos producir”. Pág. 173.
Estas citan reflejan el antagonismo entre dos mundos, un antagonismo que tenía bastante sentido en el momento en que fue publicada la obra pero del que hoy queda poco. Es, en resumen, una ágil lectura y una estampa de la Transición española y del choque entre el mundo rural y el mundo urbano; otra genialidad del desaparecido Miguel Delibes.