El perroabejo, temible depredador de piensos varios
…no es pillarse lo que estáis pensando con la tapa de un piano. Aunque eso también debe doler bastante, por supuesto. El caso es que hace tres días estaba tranquilamente en casa cuando por una ventana abierta se coló subrepticiamente y zumbando como loca una avispa. En un intento por convencerla que eran preferibles las flores que aún quedan en mi jardín antes que estar por aquí zumbando delante de la pantalla, decidí abrir más la ventana y haciendo gestos con la mano intentar espantarla para que se fuese a hacer… bueno, que fuese a hacer lo que las avispas hacen cuando las expulsan de una casa.
Teniendo en cuenta la elegancia y la maestría que tenemos algunos autores del blog al tratar con animales que pueden causar dolorcillo (recuérdese lo que le ocurrió a Hexo con una medusa en verano de 2009, por ejemplo), supongo que ya os imagináis lo que acabó pasando.
En fin, que sí, me la lió. Antes de irse aleteando me dejó un recuerdo enrojecido en la mano derecha. Una vez que se calmó el escozor y el trauma psicológico correspondiente marcado por pensamientos de: “¡Para otra vez usa un papel o algo y no la mano, gilipollas!“, empecé a preguntarme qué clase de bichos de este tipo son los que causan más dolor. Si fue mero “interés científico” o el clásico masoquismo puro y duro es algo que dejo a vuestra discreción. Sea por lo que fuere el caso es que vagando por Internet me encontré con que un entomólogo llamado Justin O. Schmidt había hecho en 1984 una escala sobre el dolor de las picaduras. Siendo un apasionado como es de las abejas africanizadas no cabe duda de que sabe de lo que habla.
Bien, la lista en principio (ya veréis el motivo al final) comprendía grados del 0 al 4, en orden ascendente conforme el dolor es más intenso. En el año 1992 amplió el trabajo original utilizando picaduras de 78 especies pertenecientes a 41 géneros de himenópteros. Lo curioso de este trabajo es que a parte de otorgarles una puntuación, también se dedica a describir de formas curiosas la reacción provocada.
Así pues, os dejo diez ejemplos ilustrativos tanto de la escala de picaduras como del sentido del humor de nuestro entomólogo:
- Las abejas “dulces” (familia Halictidae) están clasificadas como grado 1.0, el más bajo. Y digo el más bajo teniendo en cuenta que hasta 0.9 no lo considera un dolor propiamente, si no una simple molestia más que nada. En palabras del señor Schmidt:
Ligero, efímero. Como una chispa que te quema un pelo del brazo
- Las hormigas de fuego (familia Solenopsis) son 1.2, algo más virulentas:
Un dolor repentino, casi alarmante. Estar descalzo sobre una alfombra peluda y mientras pulsar un interruptor que te de calambre
- La hormiga de cornezuelo o de acacia (Pseudomyrmex ferruginea), llamada así por vivir en simbiosis con la Acacia cornigera defendiéndola con bastante fiereza, por cierto. Sus picaduras ya son de 1.8, casi el doble que las simpáticas abejas del principio.
Raro y perforante, un tipo de dolor elevado. Como si alguien te clavase una grapa en la mejilla
- El avispón de cara blanca (Dolichovespula maculata) ya llega al 2.0.
Rico y generoso, hasta algo crujiente. Es como hacerte puré la mano en una puerta giratoria
- A las “yellowjacket” (géneros Vespa y Dolichovespula) -como las llaman en EEUU-, las considera tambiuén de 2.0 pero con un tipo de dolor un tanto diferente a las anteriores.
Caliente y humeante, casi irreverente. Como alguien apagando un cigarro (habano) en tu lengua
- A las avispas europeas (Vespula sp.) ya las considera ligeramente más fuertes, con notas entre el 2.4 y el 2.6 dependiendo de la especie. Su dolor:
Es como una cabeza de cerilla aplicada sobre la piel encendiéndose
- Las hormigas rojas cosechadoras (Pogonomyrmex barbatus) son unas simpáticas hormiguitas que ya producen algo más serio que las anteriores. Están clasificadas en grado 3.0:
Implacable. Sientes como si alguien estuviese empleando un taladro para hacer un agujero en la uña encarnadaque tienes en el dedo gordo del pie
- Las avispas papeleras (subfamilia Polistinae) son llamadas así por recubrir con papel sus avisperos. Son similares a las hormigas anteriores (3.0), aunque Schmidt no puedo evitar hacer un chiste con papel:
Es bastante cáustico, dejando un regusto claramente amargo. Es como si alguien te echase unas gotas de ácido clorhídrico en un corte ocasionado por un papel
- Y llegando ya al nivel 4.0, tenemos a las “avispas de las arañas” (familiaPompilidae), unas avispas solitarias y parásitas que se aprovechan vilmente de las arañas -de ahí su nombre vulgar-. Por supuesto, por la descripción del dolor ya parece algo más serio:
Un dolor cegador, feroz. Alguien ha tirado un secador en marcha en tu bañera mientras te dabas un baño relajante
Como decía anteriormente, la clasificación venía acabando en el 4, que debería ser el peor dolor de todos. Lo que pasó fue que el bueno de Schmidt no debía haberse topado todavía con una hormiga americana que estaría llamada a coronarse como la “reina de los dolores”. Dicha hormiga es conocida como “hormiga bala” o incluso “hormiga 24″. Lo del 24 alude a las 24 horas que puede llegar a durar el dolor, y no en vano su nombre científico proviene de una palabra griega que precisamente significa “dolor”. No es otra que la Paraponera clavata, a quien le ha otorgado un 4.0+ para indicar que es más fuerte y supongo que tampoco le apetecía ampliar hasta el 5:
Un dolor puro, intensísimo. Viene a ser como caminar descalzo sobre una capa de carbón vegetal ardiendo llevando un clavo oxidado de diez centímetros incrustado en el talón