Cuando hablamos de la economía colaborativa, se nos antoja en ocasiones como un mundo aislado y que sólo van a ser las empresas sociales las que vayan a realizar la transición desde la actual economía capitalista de mercado.
Millones de personas ya se están interesando e incorporando a este paradigma colaborativo. El coste marginal del trabajo en el mercado capitalista se va acercando cada vez más a cero a medida que las TICs, los grandes datos, los análisis avanzados, la inteligencia artificial y la robótica sustituyen a millones de trabajadores de los sectores de la fabricación, los servicios y el ocio.
La realidad es que movimientos, como puede ser el de Internet de las Cosas (IoT), eliminan puestos de trabajo pero también crean empleo. A largo plazo, la infraestructura inteligente del IoT necesitará muy poco personal para encargarse de gran parte de la actividad económica del mundo avanzado. Sin embargo, a corto y medio plazo, la construcción del IoT dará lugar a una oleada (quizás la última) de trabajo asalariado que durará unos 40 años, unas 2 generaciones.
Transformar el orden energético mundial y pasar de los actuales combustibles fósiles y energía nuclear a las energía renovables será una misión de gran envergadura que requerirá de mucho trabajo en los términos en los que nos manejamos hoy en día.
Para esta transformación será necesario adaptar millones de edificaciones y construir otras ecointeligentes, además de fabricar innumerables electrodomésticos ecoeficientes. Se requerirá estaciones que suministren electricidad e hidrógeno, instalaciones de almacenamiento de energía para gestionar el flujo de electricidad verde, y otras muchas otras alternativas.
Reconvertir la red eléctrica mundial en la nueva Internet de la Energía también creará mucho empleo, lo mismo que reacondicionar todo el sector del transporte y pasar de la combustión interna a los motores eléctricos y a las pilas de combustible exigirá reformar la actual red viaria y la infraestructura de repostaje.
Se necesitarán millones de puntos de carga tanto en las vías como en las plazas de aparcamiento
A medio y largo plazo, una proporción cada vez mayor del empleo pasa a la economía colaborativa, ya que en la economía de mercado harán falta muchos menos trabajadores para producir bienes y servicios, y porque las máquinas tendrán un papel limitado en el mundo colaborativo pues la participación social y la acumulación del componente social es una cuestión humana específica.
En muchas de las economías industriales más avanzadas, el sector sin ánimo de lucro ya es el que más empleo genera. Además del voluntariado, que ceden su trabajo de manera desinteresada, hay millones de personas que encuentran empleo en este sector.
En estudio recientes, el sector sin ánimo de lucro emplea a 56 millones de trabajadores a jornada completa
En Holanda casi el 16% de la población activa esta en este sector. El 13% en Bélgica, el 11% en Reino Unido y otro tanto en Irlanda. En EEUU supone algo más del 9% y en Canadá más del 12%. Es probable que estos porcentajes aumenten a ritmo constante en la próximas décadas a medida que el empleo se traspase de un modelo de economía al otro.
A pesar de este importante crecimiento de la economía colaborativa, muchas voces se alzan con recelo afirmando que el sector sin ánimo de lucro no es una fuerza económica en si misma ya que depende en gran medida de fondos públicos y filantropía privada.
Ante esta argumentación también se podrían exponer las enormes cantidades de fondos públicos que recibe el sector privado en forma de compras, contratas, subvenciones e incentivos. También se ha constatado en estudios que cerca del 50% de los ingresos del sector sin ánimo de lucro procede de servicios, repartiéndose el resto entre un 36% de fondos públicos y un 14% de la aportación filantrópica privada.
Para facilitar la transición al nuevo mundo laboral y a las oportunidades comerciales que ofrecerán tanto Internet de las Cosas (IoT) como el sector sin ánimo de lucro, será muy importante dotar de los medios a la población activa para que se recicle y capacite adecuadamente para abarcar este nuevo escenario laboral.
Aunque parece un cambio de grandes magnitudes, la Humanidad ya se ha enfrentado a desafíos similares. Recordemos la transición de la actividad agrícola a la industrial que ocurrió a desde finales del siglo XIX a mediados del XX.
¿Crees que el futuro del empleo seguirá estas pautas?
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