El otro día, viendo videos en tiktok, me apareció un video de Diego Ruzzarin (para quien no lo conozca es un famoso divulgador filosófico político de las redes sociales), hablando de los altos niveles de fracaso que hay dentro del grupo de emprendedores, incluso, acompañados de datos que muestran las altas deudas a las que recurren, lo que hace todavía más tétrico el horizonte de toda persona que va emprender.
Pero, lo que más me marcó de esa publicación fue el mensage que acompañaba a esa información, el mensage de que no se debe emprender, que es algo peligroso, sin sentido, y que en el mejor de los casos se obtendrá una remuneración económica muy similar a la de un puesto de trabajo medio.
Por otro lado, si nos vamos a las estadísticas podemos encontrar que no sólo los pequeños emprendedores se estancan sino también la mayor parte de las personas en los puestos de trabajo, por lo que podemos concluir que, en general, son pocos los que consiguen una vida de mucho éxito económico
La mala meta y sus malos hábitos
Se dice que no se consigue el éxito sin perseverancia, sin embargo no se dice o en el mejor de los casos, se dice muy poco que de tener una falsa expectativa sobre un objetivo, fácilmente, pierde el sentido y por tanto la motivación que lo fundamenta y así la perseverancia que lo acompañaba.
Si una persona se propuso vender una x cantidad de producto al final del período y no solo no lo logra sino que descubre que lo que hizo no resulta en el objetivo planteado, pues con muy pocos óbices lo abandonará.
Las buenas expectativas y las no expectativas
El éxito de un negocio depende en gran medida de que los productos o servicios que se ofrecen cumplan la expectativa de las personas que los adquieren, expectativas que fueron creadas por el que lo vende, si no se es deshonesto, un empresario que produce productos en correspondencia con las expectativas que cosecha, es solo aquel que conoce lo que hace, sobretodo en cuanto a sus limitantes.
En el otro extremo están los productos que no generan ninguna expectativa mejor que lo que actualmente hay a su disposición en el mercado y por tanto no tienen éxito debido a que no se comunicaron correctamente en cuanto a su contenido a sus destinatarios, o porque, en si, no son productos con algún valor agregado.
De esta forma, para tener éxito es preciso saber hacer el producto, que éste vaya emparejado de atributos que representen un distintivo de valor para el mercado y por último saber comunicar el producto y sus atributos a sus beneficiarios.
El saber hacer se dice fácil, pero no lo es y tampoco es lo único.
Si queremos ofrecer algo nuevo, o como mínimo, una forma nueva de algo existente, tendremos que conocer y dominar los aspectos esenciales del mismo que hacen que un producto sea de una determinada categoría y no de otra. Dicho de otra forma, es necesario conocer el producto en su mínima expresión, también conocido como el mínimo producto viable (MPV) aquel bien que aunque básico tiene un valor para la gente.
Así, un MVP en la categoría de autos sería un vehículo a motor que nos permite trasladarnos de un punto a otro a través de las calles y autopistas. Por otro lado, si pensamos crear un tipo de auto que no sólo permita trasladarnos sino también a nuestra familia con comodidad, entonces tendremos que conocer primero todas las características, condiciones y principios que hacen a un automóvil y que los nuevos atributos mantengan la esencia de la automovilidad.
Uno podría pensar en la necesidad de hacer casas más económicas y por eso surgieron las nuevas casas hechas a partir de un contenedor, sin embargo, si estos atributos chocan con los del mercado, no la percibirán como casa y no la comprarán, o si la compran sería como otra cosa.
Ahora bien, si observamos con detenimiento, a excepción del dominio técnico de un MPV, el desarrollo de una variante de producto implica una conversación entre el emprendedor y sus posibles clientes, una conversación que tiene que ser metódica y sistemática de forma que nos proporcione información y no desinformación, a esta comunicación metódica y sistemática se le comoce como estudio de mercado.
Conclusiones y líneas de investigación
Es difícil pensar que gran parte sino la mayoría de los emprendimientos derivados en fracaso hayan comunicado correctamente sus productos al público, pero más difícil es pensar que hayan tenido si quiera productos diferenciados y con un valor para su mercado. A este gran grupo habría que añadir aquellos que no fueron capaces de rentabilizar sus productos, entre otras cosas, porque no identificaron el proceso de operación más adecuado o porque no lograron abaratar sus insumos, como otras cosas.
Lo anterior implica tomar una serie de decisiones sobre cada tema que, en el mejor de los casos, el emprendedor sólo domina la del producto y conoce de forma muy básica el financiero/contable y el de marketing, se rodea de proveedores y colaboradores que solo están interesados en una relación transaccional sin mayor preocupación porque el negocio salga adelante, dejando a las más mínimas probabilidades las mejores decisiones en temas financieros y de marketing para que el producto sea rentable.
Como líneas de investigación, nos estaríamos centrando en las causas de las causas del fracaso emprendedor, esto es, en aquellas que resultan en la falta de ventas y problemas financieros. Pará empezar podríamos tomar una muestra de personas con menos de un año de haber emprendido, que manifiesten una expectativa baja de su negocio y que lo atribuyan a bajas ventas. Al mercado potencial de estos emprendedores tendríamos que preguntarles si el producto tiene una ventaja sobre la oferta actual y sobre su estructura de gastos actuales.