Mi lugar favorito para un domingo por la tarde es un pequeño café en Poblenou. El Republic Café es como mi segunda casa. Sin WIFI, con té verde de comercio justo y el mejor pastel de chocolate de la ciudad es el lugar perfecto para escribir, leer libros, hojear revistas y escribir postales de navidad. Si “mi butaca” de la esquina está ocupada me siento en la barra para observar a la gente que sube y baja por la Rambla de Poblenou. Y, para qué negarlo, me entretengo escuchando las conversaciones de los demás clientes.
Entra una pareja, parece que tienen su primera o segunda cita. Los dos están nerviosos, se nota por los tópicos que salen en la conversa, la rapidez al hablar, y la mirada atenta que intenta evaluar lo que piensa la otra persona. Me pregunto si se puede predecir la suerte de estos dos basándome en si piden un pastel para compartir o si cada uno se pide con lo suyo.
Otra pareja está sentada en la mesa al lado. Muy distintos, en apariencia, edad y comportamiento. Distinguidos y tranquilos disfrutan de un café con leche. Él tendrá unos 60 años, lleva traje formal y mira distraídamente el periódico. Ella parece más joven, aunque lo atribuyo a las cremas caras y a una alimentación saludable más que a una diferencia de edad. Hojea una revista. Los dos parecen estar inmersos en su respectivos mundos. Solo sus miradas cariñosas muestran que esta tranquilidad no es el resultado de la indiferencia, sino de toda una vida juntos.
Entran tres chicas adolescentes discutiendo animadamente sobre la fiesta de la noche anterior. Sin querer me entero de todos los detalles de lo que pasó cuando fulanita se fue. Después la conversa pasa al análisis obligatorio de mensajes de facebook y de sms de diferentes personas. Fulanita revisa cada 3 segundos su móvil para ver si hay alguna actualización de estado. A su edad yo intenté hipnotizar el teléfono, por falta de comunicación instantánea. Cuantas personas habrán participado de mis penas y alegrías por discusiones con amigas en lugares públicos.
Vuelvo a mis postales de navidad para escribir a mis amigas. Los temas han cambiado (aunque no tanto como se podría esperar), los análisis se han vuelto menos fatalistas y más realistas. La vida es más fácil si aceptas que siempre habrá un después y que la magia de la vida está en aprovechar este momento con todo tu ser . Así que vuelvo a mis postales y a mi libro, disfrutando de las horas libres de un domingo por la tarde.
¿Cuál es tu refugio?
PS: El café se llama Café Republic. Rambla del Poblenou, 26.
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Imagen: lorenzwalterth / flickr