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El beneficio más citado relacionado con el entrenamiento musical es que “estudiar música en la infancia mejora la inteligencia”. Esta creencia se ha propagado incluso dentro de la comunidad científica pero, en realidad, existe muy poca evidencia que apoye la idea de que recibir clases de música durante la infancia puede mejorar el desarrollo cognitivo.
Este fue el hallazgo de un estudio aleatorio controlado realizado por investigadores de Harvard y publicado ayer en la revista PLOS ONE (Puedes bajar el PDF completo).
El candidato doctoral en dicha universidad y codirector de la investigación, Samuel Mehr, explicó que esta creencia puede ser rastreada a un solo estudio publicado en la revista Nature. En ella los investigadores denominaron “el efecto Mozart” al resultado que se encontró en los participantes que se desempeñaron mejor en las tareas espaciales luego de haber escuchado música.
Sólo uno mostró un efecto claramente positivo
Unos años más tarde este estudio fue desmentido, pero la noción de que simplemente escuchar música puede hacer a alguien más inteligente se propagó y se adhirió rápidamente a la creencia popular. Esto según Mahr, estimuló una serie de estudios de seguimiento que se concentraron en los beneficios de las clases musicales.
Pero, cuando Mahr y sus colegas revisaron la literatura científica, encontraron que sólo cinco estudios utilizaron ensayos aleatorios controlados (el mejor estándar para determinar los efectos causales). Y de los cinco estudios, sólo uno mostró un efecto claramente positivo, sin embargo, era tan pequeño (solo 2.7 puntos de incremento en el CI) luego de un año de entrenamiento musical que fue apenas estadísticamente significativo.
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Para evaluar la relación entre el entrenamiento musical y la cognición, Mehr y su equipo reclutaron a 29 padres y sus hijos de 4 años de edad. Se les aplicó una prueba inicial de vocabulario y a los padres se les presentó una prueba de aptitud musical. Después de esto, cada participante fue asignado por medio del azar a una de las dos clases: una de entrenamiento musical y otra que se abocaría en las artes visuales.
No se encontró evidencia de beneficios cognitivos a causa del entrenamiento musical
A diferencia de los primeros estudios, Mehr y sus colaboradores controlaron el efecto que podrían tener diferentes maestros y utilizaron escalas especialmente diseñadas para evaluar cuatros áreas específicas de conocimiento, vocabulario, matemáticas y dos áreas espaciales, ya que estas escalas son más sensitivas que las pruebas tradicionales de CI.
Al analizar los resultados, no se encontró evidencia de beneficios cognitivos a causa del entrenamiento musical.
Mientras que los dos grupos se desempeñaron parecido en vocabulario y en la tareas de estimación de números, las evaluaciones mostraron que los niños que recibieron entrenamiento musical se desempeñaron levemente mejor en una tarea espacial, mientras que aquellos que recibieron entrenamiento de artes visuales se desempeñaron mejor que los otros.
Sin embargo, la investigación tenía una importante limitación, sólo contaron con 15 niños en el grupo musical y 14 en el grupo de la artes visuales. Esto provocó que los efectos fueran tan pequeños y que su significación fuera marginal.
Ninguno fue lo suficientemente grande como para ser estadísticamente significativo
Para replicar el estudio, Mehr y su equipo diseñaron un segundo estudio, donde reclutaron a 45 padres e hijos. La mitad de ellos recibió entrenamiento musical y la otra mitad no recibió entrenamiento.
¿Que se encontró? Al igual que el primer estudio, no se halló evidencia de que el entrenamiento musical ofrezca algún beneficio. Más aún, no se encontraron diferencias significativas entre los grupos, incluso cuando los resultados se agruparon para permitir una comparación entre el efecto del entrenamiento musical, el entrenamiento en las artes visuales y el no entrenamiento.
“Hubo pequeñas diferencias entre el rendimiento de los grupos, pero ninguno fue lo suficientemente grande como para ser estadísticamente significativo. Incluso cuando utilizamos los análisis estadísticos más precisos disponibles”, agregó Mehr.
Estos datos nos permiten pensar que el “Efecto Mozart” es un mito. Sin embargo, esto no quiere decir que no le debamos enseñar música a nuestros hijos. La música tiene un valor en sí misma, es una expresión exclusivamente humana que permite expresar nuestras emociones, nuestra creatividad e incluso puede enseñar a nuestros hijos disciplina y concentración.
Fuente: News Harvard
Imagen: flickrized (Flickr)
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