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El error del adivino: una falsa atribución

Por Somospsico

El error del adivino: una falsa atribución

Seguro que más de una vez has metido la pata al dar por seguras algunas cosas que luego resultaron no ser ciertas. El típico ejemplo es el del miembro de la pareja que llama al otro una y otra vez y este no le responde, lo cual hace que empiece a imaginar cosas como que le está siendo infiel o que está enfadado, cuando simplemente se había dejado el móvil en casa.

El error del adivino aparece en muchas facetas de nuestra vida, y en la mayoría de las ocasiones lo único que conseguimos con él es angustiarnos o perder nuestras esperanzas ante algún acontecimiento.

Resulta algo innato en el ser humano el hecho de tratar de dar una explicación al mundo que le rodea. Así, actuamos como si fuésemos verdaderos científicos y planteamos hipótesis sobre todo y todos los que están a nuestro alrededor: hacemos interpretaciones de los gestos de los demás, jugamos a intuir de dónde viene el vecino o intentamos comprender por qué nuestro perro parece cambiar su ladrido según qué día.

Todos estos actos son las llamadas atribuciones, meros juicios que hacemos para intentar dar sentido a este caótico universo en el que nos desenvolvemos. Sin embargo, aunque podamos acertar en alguna ocasión, en muchas otras nos equivocamos, lo cual conlleva consecuencias que tienden a causarnos sufrimiento.

Al tratar de entender la razón de todo, parecemos estar plenamente convencidos del por qué de las cosas y de lo que va a ocurrir. Damos por sentado que ese murmullo era de desaprobación hacia nosotros, que vamos a suspender ese examen o que es mejor no ir a ese lugar porque seguro que no lo pasaremos bien. Y lo peor es que, casi sin darnos cuenta, ¡hacemos lo posible para que eso ocurra! Es lo que tiene nuestro cerebro, que no le gusta contradecirse, así que intentaremos de cualquier modo ser coherentes con lo que vaticinábamos.

Por todo esto, sería bueno que aprendiésemos a dar a la vida el beneficio de la duda, tratando de estar abierto a posibles explicaciones alternativas a las cosas que nos ocurren y de no creer que nuestra bola de cristal es infalible. Contemplemos la posibilidad de que nuestra experiencia y nuestra personalidad poco a poco la han ido empañando, por lo que es preferible limitarse al presente y respetar la influencia que el azar tiene en mucho de lo que nos sucede.

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foto|Graeme Weatherston


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