En 2008 se descubrió en la cueva de Denisova, en los montes Altai del Sur de Siberia, el hueso fósil de un dedo que, en un primer momento, se pensó que era Neandertal, de entre 30-48.000 años. Sin embargo, al secuenciar el DNA mitocondrial, dos años después, se descubrió que no pertenecía ni a neandertal ni a humano moderno alguno. El huesecillo fue etiquetado como X-Woman –X-mujer- ya que el DNA mitocondrial se pasa por vía materna –aunque lógicamente, los varones también tenemos-.
Curiosamente, el DNA mitocondrial del dedo fósil difiere del humano moderno en unas 385 posiciones, frente a las 202 posiciones diferentes entre sapiens y neandertal. Por ello, se concluye que el antecesor común de las tres muestras habría que estimarlo en torno al millón de años atrás –con mucho margen de error, claro…-. Quizás, la de homínido de Denisova sea una secuencia perteneciente a una especie previamente desconocida.
Por fin, una nueva secuencia en diciembre del 2010 aparecida en Nature corroboraba que el dueño del famoso dedo fósil era… dueña, aunque seguía desconociéndose la especie a la que pertenecía. Esta secuencia señalaba que el DNA de Denisova estaba más cercano a los neandertales que a los humanos modernos. Curiosamente, al parecer, DNA de esta supuesta especie previa a los neandertales podría seguir presente –hasta en un 5%- en el genoma de poblaciones melanesias, en el sudeste asiático, lejos de Mongolia o de la región china donde se situaría la actual región de las cuevas de Denisova, lo que claramente indica que esta especie tenía una distribución más amplia de lo que se pensaba y que, además, se cruzó con los antecesores de los actuales melanesios.
Al final descubriremos que procedemos de una promiscuidad entre especies propias de Sodoma…
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