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El espacio narrativo en “El embrujo de Shanghai”

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Antes de entrar en el análisis de "El espacio narrativo en El embrujo de Shanghai", parece conveniente efectuar una breve reseña del autor y sus obras.

Juan Marsé () es un novelista y articulista que escribe en castellano al que se encuadra en una heterogénea "Escuela de Barcelona" de la que también formaron parte Gil de Biedma, , los hermanos Goytisolo, García Hortelano , Vázquez Montalbán, Terenci Moix , etc.; personas más unidas por su amistad que por sus estilos literarios.

El espacio narrativo en “El embrujo de Shanghai”Marsé, sin terminar sus estudios, comenzó a trabajar como joyero y sus primeras colaboraciones periodísticas fueron en la revista Arcinema. En 1958 publicó relatos en varias revistas y al año siguiente ganó el premio Sésamo por su relato "Nada para morir". En 1961, apareció su primera novela " Encerrados con un solo juguete

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" (finalista del premio Biblioteca Breve), y en 1962 se publicó "La otra cara de la luna" (obra repudiada posteriormente por el autor).

Su proyección como novelista se acentúa a partir de la publicación de " Últimas tardes con Teresa

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" (1966), premio Biblioteca Breve, y de " La oscura historia de la prima Montse

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" (1970). Estas dos novelas definen ya las claves de su universo narrativo (espacio, época, personajes, temática, etc.) presente en la mayoría de sus obras posteriores.

Durante esa época prosiguen sus colaboraciones con el mundo publicitario, cinematográfico y periodístico, destacando su participación en la revista político humorística "Por favor", de la que fue redactor jefe. Aparecida en 1974, fue una publicación de referencia en los años de la transición y en ella colaboraban varios de sus amigos ( Vázquez Moltalbán, Joan de Sagarra, etc.). Valga como muestra del carácter de Marsé, su opinión en un número extraordinario de la revista en 1984, cuando ya hacía años que había dejado de publicarse:

Pues que lo pasamos muy bien. Personalmente me solucionó cuestiones domésticas y económicas. Y de alguna manera, como el chiste aquel de las putas, estuvo bien "porque conoces a mucha gente". De influencias directas sobre la evolución política, "nasti". Si acaso lo que hizo fue arañar algo.

De entre otras obras suyas, se destacan:

Si te dicen que caí (1973). Premio México de Novela.

La muchacha de las bragas de oroespacio narrativo embrujo Shanghai”

(1978). Premio Planeta.

Un día volveré (1982).

' Ronda del Guinardó (1984). Premio Ciudad de Barcelona.

Teniente Bravo (1987).

El amante bilingüe (1990). Premio Ateneo de Sevilla.

El embrujo de Shanghai (1993). Premio de la Crítica.

Rabos de lagartija (2000). Premio de la Crítica. Premio Nacional de Narrativa.

Canciones de amor en Lolita's Club (2005).

La última que ha publicado es: Esa puta tan distinguida

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(2016) que es la más autobiográfica de todas.

En el 2001, Marsé recibió el Premio Nacional de Narrativa y el 2008 el Premio Cervantes en reconocimiento a su trayectoria profesional y obra; obra algunos inicialmente consideraron como menor o con falta de profundidad. Sin embargo, el tiempo lo ha reafirmado en su lugar, como uno de los mejores y más amenos novelistas españoles de los últimos 50 años.

Universo narrativo de Marsé El espacio narrativo en “El embrujo de Shanghai”

Marsé sitúa, generalmente, sus obras en los barrios y la época de su infancia durante la postguerra en Barcelona (el Guinardó, la parte norte de Gracia y el Carmelo). En ellas se reflejan las vidas de los niños desarraigados que soportan privaciones y falta de libertad (niños que se cuentan "aventis", cuentos fantásticos, con los que intentan evadirse de su triste realidad); las vidas de los perdedores de la guerra, de los integrados en el "maquis", o de los exiliados en el sur de Francia. También las de los vencedores que imponen su doctrina y su lengua del "imperio"; y los enfrentamientos o intentos de colaboración entre trabajadores y universitarios burgueses que juegan a progresistas.... A través y alrededor de todas estas vidas e historias, y utilizando una técnica de un cierto realismo social mezclado con ironía, Marsé elabora sus novelas, que aunque inmersas en este entorno de tiempo y espacio lo superan y nos muestran una época que el lector reconoce más o menos en función de su edad y circunstancias personales.

Para él, este entorno de tiempo y espacio, es un marco dónde encuadra su historia, y no respeta totalmente la geografía y la cronología de su "tiempo-espacio", de su "cronotopo" que diría Batjín. Aunque, supongo que Marsé no ha leído a Batjín y quizá por eso su literatura es tan fresca, porque no procede de la teoría sino de la práctica, de los tebeos que leía, de las películas de sesión doble que veía en los cines de Gracia (en el Roxy, en el Mundial, en el Iberia...), de las novelas que caían en sus manos, de esa literatura de la vida que ha sabido incorporar a sus novelas; novelas que al final han sido admiradas, por los otros, por los burgueses, por los que sí pudieron leer cómodamente o acabar una carrera y que, quizá, sí estudiaron a Batjín o a otros narratólogos.

Marsé escribe sus novelas con una técnica y unas tramas muy visuales, muy cinematográficas. En ellas, se percibe su experiencia de lector de "tebeos de aventuras" (no de comics, que son posteriores), de novelas del oeste (muchas veces escritas bajo seudónimo, como medio de sustento de autores importantes), o de espectador de películas en cine de barrio. Y en eso quizá haya radicado su éxito, en escribir novelas que se leen y se ven como películas o como historietas, sin excesivos monólogos interiores para describir a unos personajes que ya se definen por sus acciones u omisiones. Por eso, no es extraño que, con mayor o menor fortuna, muchas de sus novelas hayan sido llevadas a la pantalla grande.

La oscura historia de la prima Montse ( Jordi Cadena, 1977)

El embrujo de Shanghai

( Wilma Labate, 2001) -adaptación de Ronda del Guinardó-

Por una vez, en el viejo escenario que los incondicionales de Marsé ya conocen a la perfección, la realidad no se ve enriquecida por fantasías tejidas a base de negar o tergiversar la propia realidad. Esta vez, el marco habitual va a ser enriquecido por una aventura "de verdad", pues uno de los personajes habituales partirá hacia Shanghai con una misión muy arriesgada, en el curso de la cual habrá de enfrentarse a nazis sanguinarios, pistoleros sin piedad y mujeres fatales que le salen al paso en los más sórdidos cabarets de la ciudad prohibida. Que, en definitiva, no quede claro si el héroe vivió o no de verdad las peripecias que se le atribuyen poco importa, pues mientras tanto nace ante los ojos del lector una estupenda novela de aventuras, con todos los alicientes del género. (Reseña de la página web oficial de Juan Marsé): La narrativa de Marsé es cada vez más un escenario de fantoches y de derrotas entre cuyos escombros se busca melancólicamente la magia infantil que un día levantó aquel decorado en ruinas. "Los sueños juveniles se corrompen en boca de los adultos", empieza diciendo el narrador de 'El embrujo de Shanghai'. Y no es arriesgado proponer que esta novela constituye propiamente la historia de esa corrupción, que conduce a la desolación de una conciencia con la mirada prendida todavía 'en un mundo que había perdido la transparencia y la palabra". (Ignacio Echevarría en "El País", 22/5/93) "El embrujo de Shanghai" es una verdadera caja de sorpresas, con personajes tan extravagantes como el capitán Blay, patéticos como la señora Anita, dramáticos como Forcat, o conmovedores como el propio Daniel y su relación con Susana, de cuya boca pueden salir las palabras más tiernas, más insinuantes o más brutalmente groseras. Es, sobre todo, el testimonio del propio Marsé quien, hablando de una época del pasado, no hace sino expresar, en esta reflexión moral que es al mismo tiempo una reflexión sobre la naturaleza y la necesidad de la invención, el desencanto del presente" (Juan A. Masoliver Ródenas, "La Vanguardia", 28/5/93)

"El embrujo de Shanghai" se publicó en 1993, fue Premio de la Crítica y fue llevado al cine en el 2002 por Fernando Trueba (aunque hubo un malogrado intento anterior de Víctor Erice). Para introducirnos en la novela parecen convenientes unas citas iniciales:

"...lo que ahora tenía enfrente era una joven algo mofletuda y colorada, con gafas y de aspecto sano, el pelo recogido en una cola de caballo y los labios sin pintar. Con poco más de 23 años, su frente seguía siendo hermosa y su piel muy tersa, pero no quedaba ni rastro de la efusión rosada y sensual de la boca, aquella enfurruñada plenitud del labio superior y su turbadora ansiedad."

El argumento de la novela se estructura en torno al relato que efectúa Daniel, que tiene 14 años, de un periodo de su vida en la Barcelona de 1948. En el apartado 4 del último capítulo, se produce un salto en el tiempo de unos tres años, el ritmo se acelera y la historia la cuenta el protagonista sólo por referencias con mucho menos detalle, a pinceladas, hasta que con 22 años (1954) y a punto de partir para la "mili" en África, Daniel, vuelve a ver a la otra protagonista, a Susana, que no lo reconoce tras los ocho años transcurridos.

"Me senté en la cama y ella restregó las luciérnagas por mi cara y mi pecho... / ... luego Susana se desabrochó el camisón e introdujo los extraños dedos fosforescentes a la altura del corazón dejando en la piel fugaces estelas de luz. Sin dejar de mirarme, se me acercó un poco más avanzando de rodillas sobre la cama... / ... sentía su respiración alterada y también la mía, pero estaba sobretodo fascinado por el pecho de luz que dejaba ver su escote y apenas oí el susurro de su voz: ¿Te gustaría besarme...?"

Daniel junto con los hermanos Chacón, son los típicos personajes infantiles de Marsé, los hijos de los perdedores de la guerra, que subsisten en esa Barcelona de postguerra descrita en el "Universo Narrativo" de Marsé. En este triste entorno, las apariciones y desapariciones de exiliados que retornan del sur de Francia (vinculados al "maquis") y el relato de sus aventuras, junto con los personajes peculiares y desarraigados (como el quijotesco capitán Blay) animan la vida gris de estos niños de barrio en la dura época de la postguerra; niños que viven el despertar de su erotismo, provocado por la coprotagonista, la "lolita" Susana.

Otros personajes, bien definidos, completan el cuadro: Kim, el ausente padre de Susana; Anita, la madre voluptuosa, borracha y abandonada; Denis, lugarteniente del Kim; la afectuosa "Betibú", esposa de Blay; Forcat, supuesto amigo y compañero del Kim que se instala en su casa como su mensajero y mantiene una equívoca relación con Anita; o Braulio el amigo de la madre de Daniel con la que acaba casándose.

En esta novela Marsé i ntroduce una novela dentro de una novela, una "aventi" de un héroe mítico, Kim que después de residir en el sur de Francia y efectuar entradas clandestinas en Cataluña, viaja en barco hasta Shanghai para cumplir con una arriesgada misión que le encarga su antiguo jefe de la resistencia francesa. Allí tendrá que tratar con pistoleros, la sugestiva e infiel esposa de su exjefe, otras vampiresas, marinos, extranjeros y chinos que viven en un mundo de lujo y vicio ya en sus estertores; un decrépito y siniestro mundo de fiestas, clubs nocturnos y fumaderos de opio. Esta historia, relatada por Forcat anima la vida de estos niños, hasta que otro personaje, Denis, les desengaña con otra versión más realista que les hace despertar del "embrujo" y convertirse en adultos.

El cronotopo Tiempo / Espacio

La novela consta de 9 capítulos. En los dos primeros se presentan los personajes, con un especial acento en la relación de Daniel con el Capitán Blay y el inicio de su atracción por la tísica Susana, y al final de este periodo llega Forcat a casa de Susana. Hasta el capítulo octavo prosigue la descripción de los personajes y el inacabado retrato de Susana (que encarga el Capitán Blay a Daniel); y asimismo, se introduce otra novela, "la aventi", dentro de la novela principal. En estos capítulos se simultanean ambas historias, la "real" en primera persona narrada por Daniel y la "aventi" que cuenta Forcat en tercera. En el último capítulo, Denis les descubre la realidad de la vida, el tiempo se acelera y los personajes se desengañan e inician sus vidas de adultos.

En esta novela de Marsé, como en general en todas las suyas, el espacio es muy importante y su descripción detallada, aunque no necesariamente realista. Marsé describe su barrio de juventud, Gracia y el Guinardó, con nombres de calles, plazas, tabernas y cines, pero no para que identifiquemos la fotografía, sino para que sus personajes se muevan en un entorno confortable para la su historia. Podría decirse que es una mezcla de espacio contemplado e imaginado.

Ese espacio está muy ligado al tiempo en que transcurre la historia. A esa vida de calle de los niños de barrio de la época; sin televisión pero con cines de sesión doble y aparatos de radio; sin juguetes de ordenador, pero con canicas y chapas; sin lujosos comics de colores, pero con tebeos y noveluchas de aventuras.

El tiempo externo de la historia "real" comprende los años de 1948 a 1954, aunque la mayor parte del libro se sitúa en el primer año, en la dura época de la postguerra. En esa parte el tiempo transcurre muy lentamente y es interrumpido por la historia paralela, la "aventi" que cuenta Forcat. Ésta "aventi" tiene su propio tiempo y espacio, en un pasado reciente tras la segunda guerra mundial, y anterior a la historia "real". Los tiempos y espacios de la historia real y la "aventi" no tienen la posibilidad de coincidir, ya que la llegada de Denis, en el capítulo noveno, desmonta la historia de la "aventi" y rompe el "embrujo". En ese capítulo final (a partir del apartado 4) se produce un salto en el tiempo de tres años y el relato se aligera hasta 1954.

En general, los dos relatos son cronológicos en sí mismos, aunque hay algunas analepsis para situar hechos anteriores de los personajes.

Respecto al espacio del relato "real", se combinan los espacios abiertos (las calles del barrio), con los cerrados (la torre donde viven Susana y su madre, y donde ella y Daniel escuchan la "aventi" que cuenta Forcat).

En la novela, se simultanean tres espacios principales:

"El barrio" de las correrías de Daniel y los hermanos Chacón en la parte norte de Gracia y sur del Guinardó de Barcelona. Barrio que fue de clase media baja, empobrecida por la postguerra, donde Daniel hace de Lazarillo del Capitán Blay en su quijotesca busca de firmas contra la contaminación de la fábrica de plexiglás. Un barrio triste, derrotado, con niños que se buscan la vida entre mercadillos, estafas y pequeños robos.

"La torre de Susana" que como el barrio ha sufrido la degradación de su continente y su contenido. En ella la "lolita tísica" soporta su enfermedad entre vapores de eucaliptus y friegas, y juega con su naciente sensualidad; mientras Daniel se debate entre la atracción y el miedo a la enfermedad, y es el juguete de Susana. Ambos escuchan la "aventi" que les hace olvidar su realidad, hasta la aparición de Denís. La madre de Susana soporta su abandono entre el alcohol y las atenciones de Forcat y éste (con sus exageraciones y mentiras) intenta crearse una personalidad y una familia.

Conclusión

"Shanghai" el entorno de las hazañas de Kim. Un mundo mágico y atractivo de películas de sesión doble e historietas de aventuras, donde los niños pueden evadirse y continuar siendo niños a pesar del deprimente y crudo entorno que les rodea. Como prólogo a este espacio, en la "aventi" se describe el mundo de los exiliados en el sur de Francia y el viaje en Barco de Kim en un carguero desde Francia a Shanghai.

Se trata de una buena novela que se lee con atracción y facilidad, y que demuestra que no son necesarias largas y sesudas parrafadas para describir a unos personajes y su entorno. En Marsé la buena literatura no está reñida con la amenidad y no cansa, aunque a veces se repita, como no cansa paladear a menudo el mismo plato, si la cocina es sencilla, honesta y con un toque de genialidad. Su obra es una demostración de que para ser un buen novelista no hace falta exagerar las referencias cultistas, ni metaliterarias, sino solo contar una historia con profundidad y amenidad a la vez. Dos frases de muestra, una inicial y otra final, que reafirman la altura del novelista basada en su sencillez.

"Los sueños juveniles se corrompen en boca de los adultos", dice el Capitán Blay al inicio de la novela y de ello trata en el fondo esta novela, de la perdida infancia soñada. Perdida y añorada, aunque fuese dura y difícil.

Y otra, hacia el final del último capítulo. Daniel, a punto de ir a la mili, vuelve a ver a Susana (que ya no es una "lolita", sino una joven mofletuda, colorada, con gafas y sin pintar) sin hablarle y sin que ella le reconozca. "...porque entonces yo no aún sabía que a pesar de crecer y por mucho que uno mire hasta el futuro, uno crece siempre hacia el pasado, en busca tal vez del primer deslumbramiento". Esta frase es un contrapunto de la anterior, porque a pesar de todo, y de los desengaños, los sueños juveniles siguen allí, anidando en lo que pudo ser y no fue.


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