Son conocidos los resultados de las pruebas de acceso a la función docente en la Comunidad de Madrid en que los aspirantes han suspendido en un número de 86% por su desconocimiento de cuestiones de cultura general, arrojando sus resultados respuestas realmente sonrojantes como se ha difundido.
Soy profesor de segundo de bachillerato. Conozco el perfil de mis alumnos en un centro público. Es el curso anterior a la entrada en la universidad. Algunos de estos alumnos lograrán acceder a la misma el curso que viene si aprueban el curso. Sé que mis alumnos proceden de la ESO, y han sido formados en un ambiente de desmotivación total hacia el aprendizaje y sus conocimientos son mínimos dado el clima de rechazo hacia la formación intelectual y la retención de información.
Por otro lado, observo que todos mis alumnos detestan leer. La lectura es el peor de los suplicios para ellos, y solo leen, si leen, cuando es estrictamente obligatorio. Carecen de inquietudes culturales y personales y es inverosímil que estos alumnos te formulen una pregunta sobre lo que se está trabajando en clase. Desconocen además el mundo que los rodea. Ninguno lee la prensa. Eso es algo que les resulta totalmente ininteresante. No saben nada de política nacional o internacional, de cultura, de ciencia, de sociedad… Su mundo se limita a lo que está al alcance de su propia vida y su experiencia y no parece interesarles nada más. Cuando el profesor les sugiere que deberían leer la prensa, solo recibe el más notorio de los rechazos, y solo alguno proclama que le interesa la prensa deportiva en la que el fútbol sería el elemento de interés máximo.
Observo que desconocen casi por completo la historia nacional o internacional, desconocen cualquier rudimento de historia de las ideas religiosas, de la imaginería y simbología cristiana (varios de mis alumnos son musulmanes y en tal caso son ajenos a nuestra tradición cultural, pero no son más desconocedores de la historia que los españoles).
Su ortografía y capacidad expresiva es paupérrima, habiendo alguno en que es especialmente terrorífica. En general no hay capacidad de desarrollar un tema de modo convincente e interesante de modo que conecten elementos de fuentes diversas.
No saben tomar apuntes y el profesor ha de recordarles cada día su actitud de disposición a tomar notas sobre lo que se explica en clase. Pero es una batalla perdida porque raramente lo hacen. Y su memoria no es especialmente feliz. La inmensa mayor parte de lo que se explica en clase se pierde totalmente en el olvido, en el vacío.
Lo peor es que el conocimiento les resulta nada atractivo y solo estudian porque… No lo sé por qué estudian en estos tiempos en que una carrera universitaria ya es menos atractiva por la escasa remuneración que supone y lo reducido de su proyección laboral. La universidad ha perdido el prestigio que tenía en otros tiempos.
Yo entiendo que estoy en un centro público de barriada periférica, en que hay un elevado índice de inmigración latina y magrebí. Entiendo que mi instituto no es el mejor para definir un panorama del estado general de la cultura y la educación en nuestro país, pero es lo único que tengo a mi alcance. Es lo único que me permite tener elementos de juicio sobre lo que puede ser posteriormente la universidad. Entiendo que esta etapa de la adolescencia es esencialmente solipsista y es normal que no se interesen por el mundo circundante porque lo único que les interesa son ellos mismos. Lo entiendo totalmente, y entiendo que probablemente estos muchachos cuando lleguen a la universidad cambiarán y se interesarán por el mundo, por la historia, por la actualidad, por la cultura en general… Es posible pero lo dudo mucho. No creo que haya un cambio total de tendencia y que empiecen a solucionar su desdén por la palabra escrita en el ámbito de la literatura o la prensa.
Este es el estado que yo contemplo. Hay alguna excepción ciertamente que anima a pensar algo diferente. Pero las noticias de los resultados de las pruebas de acceso al cuerpo de maestros no me han sorprendido nada. ¿Cómo van a sorprendernos? ¿No es cierto que en los últimos años -en los últimos veinte años- se nos ha vendido que los conocimientos no eran esenciales, que lo importante era aprender a aprender, y que eran más valiosas las actitudes que el conocimiento en sí mismo que al fin y al cabo estaba al alcance de cualquiera con google. El resultado es el que es. Nuestros alumnos no saben siquiera utilizar google si no es para copiar sin misericordia, su capacidad reflexiva es mínima o inexistente y su cultura general no va más allá de sus cuatro amistades. Además de no tener resistencia ante la frustración, ni motivación ante el estudio que conlleva esfuerzo como debe ser lógicamente. Su expresión oral y escrita es demoledoramente pobre, su léxico no es superior a doscientas palabras por lo que la posibilidad de expresar cualquier conocimiento complejo es imposible, y la disposición a la reflexión sobre su propio mundo personal ni existe.
Los profesores estamos totalmente coaccionados para aprobar en la más misérrimas circunstancias. Se nos ha educado y condicionado para ello y no podemos hacer otra cosa. Pobre del profesor cuyos resultados no sean políticamente correctos y favorezcan las estadísticas de fracaso. Otra cosa es cuando se nos enfrenta a los resultados de pruebas externas en que se demuestra que el nivel real de nuestros alumnos es pésimo, debajo de tierra.
El resultado que llega a la universidad es el que es, y ante nosotros tenemos la realidad de lo que está pasando. ¿Debería saberse? ¿Deberían esconderse estos resultados? ¿Debería saberse que todo el entramado educativo favorece estos resultados? ¿Tiene solución?