(Rzeczpospolita)
La crisis en la zona euro ha atemperado el entusiasmo que suscitaba la moneda única en la mayor parte de los países de Europa central. Hoy en día, únicamente los países bálticos sueñan con adoptar la moneda única, según recoge el diario Rzeczpospolita.
El Gobierno húngaro desea que su nueva Constitución, cuya redacción concluirá en abril, incluya un artículo que fije el nombre de la moneda y que ésta sea el florín.“Nuestro país todavía no está preparado para el euro. Resulta imposible imaginar que suceda antes de 2020”, repite el primer ministro Viktor Orbán. “Es necesario que Hungría defienda el florín [húngaro], porque emplea esta divisa en todos los contratos económicos que firma”.
Y, sin embargo, tal y como subraya Rzeczpospolita, al adherirse a la Unión Europea los países de la región se comprometen por tratado a aceptar el euro como divisa en el futuro. Hasta ahora únicamente Eslovenia (2007), Eslovaquia (2009) y Estonia (2011) se han adherido al euro. El resto de los países de Europa central y del Este no cumplen ni los criterios de Maastricht ni las condiciones de entrada de la zona euro. Además, muchos de los países no desean que se produzca esta adhesión.
“Entre los más destacados euroescépticos se encuentra el presidente de la República Checa Vaclav Klaus. Declara que la zona euro ha cambiado mucho desde que la República Checa se adhirió a la UE. Chequia tampoco se muestra inclinada a formar parte de la zona euro. En 2014 el Gobierno checo debe adoptar una posición respecto a la moneda única”.
Polonia tampoco tiene prisa en aceptar el euro, ni siquiera a pesar de que el primer ministro Donald Tusk hubiese prometido que la moneda única reemplazaría al zloty en 2012. Según fuentes del Ministerio de Economía, este hecho no tendría lugar antes de 2015.
Los más euro-optimistas son los países bálticos. Según el diario polaco, los lituanos y los letonios querrían incorporarse a la zona euro el 1 de enero de 2014.
“Estos países han realizado ajustes presupuestarios dolorosos con el fin de acercarse a dicho objetivo. La aceptación de la moneda única se percibe allí como una ventaja sobre todo política, más que económica”.
La situación es bien diferente en Bulgaria, dónde el entusiasmo inicial ha disminuido por la crisis en Grecia, su vecino.
“El primer ministro Boïko Borisov sostiene a pesar de todo la postura oficial de que su país realizará todos los esfuerzos necesarios para adoptar la moneda única en un plazo de tres años. Rumanía se prepara para integrarse en 2015”.