Revista Bolsa

¿El fin de la vieja política económica?

Publicado el 25 septiembre 2014 por Monedarota @Monedarota

Los cambios son positivos o eso al menos es lo que decía Charles Darwin: “No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente; sino la que responde mejor a los cambios”. Actualmente el mundo está experimentando una mutación perpetua. Casi sin darnos cuenta observamos con panorámica que lo que hace unos años se hacía de una manera, ahora se hace de otra diferente. En términos de negocio esta afirmación se ve más clara si observamos un abanico temporal de 5 o 10 años. Probablemente recuerdes la fiebre que se produjo a nivel empresarial con la llegada de Internet. Todo el mundo quería explotar las posibilidades de la nueva tecnología para obtener un rendimiento económico. Un ejemplo de aquella vorágine fue el nacimiento del fenómeno de los cibercafés. Aún recuerdo el efímero éxito que tuvieron estos establecimientos. Prácticamente en cada esquina de la calle podías encontrar un local con un montón de ordenadores y un corrillo de chavales pidiendo vez para poder jugar al Counter Strike, chatear o navegar por Internet. Fue una auténtica revolución en mi adolescencia, y aunque esta aún esta reciente, a día de hoy nadie se acuerda de aquellos cibercafés que acercaron el mundo de Internet al resto de los mortales.

Al igual que el anterior, otros muchos negocios han sucumbido a los cambios de la economía y los avances tecnológicos. Hace unos días la empresa de videojuegos GameStop anunció su retirada de España debido en parte al crecimiento casi exponencial de las ventas a través de Internet, y al deterioro constante de los establecimientos de venta tradicionales. Y es que el mundo empresarial no deja de cambiar. Hace unos años, apenas se podía imaginar que el alquiler de películas y eventos deportivos se realizaría directamente desde nuestro televisor. La era de Internet no solamente ha llegado al ordenador de sobremesa, sino que ahora prácticamente cada dispositivo de nuestra casa tiene capacidad para conectarse a Internet, a través de una red Wi-Fi.

El fin de la vieja política económica

Vivimos tiempos de cambio, y muy probablemente el mundo tal y como lo conocemos ahora, cambie dentro de 5 o 10 años (o incluso menos). En este sentido no solamente el ámbito empresarial debe adaptarse al nuevo entorno, sino también el espectro de la política económica debe dar pasos firmes a plantear recetas innovadoras y revolucionarías que permitan de una vez por todas atajar los problemas económicos que vivimos actualmente. El pasado domingo en el ‘EL PAÍS’ el Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona, Antón Costas, publicó un artículo sobre esta misma cuestión. Lo tituló “Cóctel con Friedman, Keynes y Heyek” y en él hablaba de la necesidad de plantear la política económica de una manera heterodoxa, en la que la ideología no sea tan importante, y se imponga la praxis. ¿Por qué ser fieles a una sola manera de hacer las cosas? ¿Por qué no utilizar todo el conocimiento disponible para encontrar la mejor solución a los problemas? El hecho de ser exclusivamente del bando neokeynesiano o del neoclásico limita mucho las posibilidades de actuar. ¿No sería más conveniente utilizar la ideología que mejor se adaptara a cada momento? O como dice Antón Costas, ¿Elaborar una receta en la que podamos emplear políticas económicas de varias ideologías al mismo tiempo? En el entorno cambiante en el que nos movemos el hecho de replicar el pasado es improbable que sirva para resolver el presente o incluso salvaguardar el futuro. Podemos aprender de las experiencias con el fin de evitar repetirlas más adelante, pero como ocurre en Medicina, no hay una panacea universal que lo cure todo. Cada enfermedad precisa de un tratamiento específico, que depende al mismo tiempo de quién sea el enfermo.

Y es que ya algunas instituciones como el BCE y el Banco de España advierten de los peligros de un estancamiento en el crecimiento de la Eurozona. La débil demanda externa e interna deja claro que la crisis es predominantemente de demanda y que la caída de los salarios tiene claras repercusiones en el crecimiento económico. A nivel nacional las exportaciones continúan siendo el componente que más aporta al crecimiento del PIB. No obstante un debilitamiento más intenso de la demanda externa podría perjudicar esta tendencia. En lo que respecta a las importaciones, estas han crecido en los dos primeros trimestres, lo que ha incrementado el déficit comercial. Sin embargo, si se confirma finalmente el debilitamiento de la demanda interna en los próximos trimestres, las importaciones podrían volver a niveles de 2013.

Vivimos por tanto en un escenario plenamente cambiante. La economía mundial cada vez más globalizada depende mucho de lo que pase en Brasil, China, EEUU, Ucrania u Oriente Próximo. Una mayor sensibilidad a los cambios que precisa de decisiones valientes para adaptarse al nuevo entorno. De momento no estaría mal que los líderes actuales revisaran los viejos manuales de economía. Nunca se sabe lo que puede estar oculto entre las hojas de papel. Al fin y al cabo todo está en los libros.


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